viernes, 26 de junio de 2009

De cómo la política me llevó a admirar a Michael Jackson: Homenaje al Rey del Pop en el día de su fallecimiento


Desde que cumplí los diez años he tenido un enorme interés por la política. En los últimos cinco años una parte importante de mi actividad profesional se ha desarrollado en el ámbito de la consultoría en comunicación política, marketing electoral, demoscopia, sociología y campañas electorales.

Nunca pensé que mi pasión por el mundo político, en sus orígenes iba a estar, de manera inopinada, fortuita, vinculada a Michael Jackson, que acaba de fallecer. Precisamente, la muerte del Rey del Pop ha traído a mi memoria esos inicios "o brotes verdes" de actividad profesional.

Cuando tenía 12 años, en 1982 yo no sabía quién era Michael Jackson, pero sí seguía con interés la campaña electoral que, en España, enfrentaban a la ya casi desmembrada y descompuesta UCD de Leopoldo Calvo Sotelo; la todavía incipiente derecha en manos de la Alianza Popular (AP, hoy Partido Popular) de Manuel Fraga y la marea arrolladora del PSOE de Felipe González.

Era la época en que, sin Internet, Facebook, Twitter, redes sociales (o, apenas ordenadores y sistemas operativos, aunque, para los expertos en computación, ese año, 1982 pasará a la historia como el año en que IBM selló su sentencia de muerte en el ámbito del software, al externalizar sus servicios de software a una start up llamada Microsoft, que acabó convirtiéndose en la primera compañía de sistemas operativos del mundo, hoy con cuotas de mercado del 85% (de media) en todo el mundo...;. aunque esa es otra historia...), las campañas electorales empezaban con la tradicional pegada de carteles electorales por parte de los líderes políticos.

La noche de octubre de 1982 en que se celebraron las elecciones generales fue un hervidero de tensión para toda España: no hacía muchos años que habíamos salido de la dictadura de Franco y, tan sólo un año antes, habíamos sufrido el golpe de Estado de Tejero, en el Congreso de los Diputados. ETA estaba más activa que nunca y, ese año, sus comandos fueron de lo más sanguinarios. Miguel Ríos, el llamado Rey del Rock español, hizo la primera gira por toda España "a lo grande", dando conciertos multitudinarios por campos de fútbol, con su LP (long play) "Bienvenidos", en el verano de 1982, en lo que muchos interpretaban, era una manera de saludar al próximo gobierno socialista que saldría de las urnas unos meses más tarde.

Porque nadie dudaba de la victoria de los socialistas de Felipe González. La cuestión a dilucidar era el "por cuánto ganaría el PSOE" a la UDC (que había gobernado España desde 1976) y a Alianza Popular. Yo, con 12 años, inquieto y nervioso, decidí no acudir a la sede de uno de los partidos políticos "a pasar la noche electoral", como se decía entonces, sí y como hicieron varios amigos míos del colegio. Esa noche, Televisión Española (la única que había), dedicaba un seguimiento especial a los resultados de la noche electoral.

Pero claro, el recuento de votos, entonces, no era tan rápido como ahora, en que se utilizan sistemas informáticos que, en el plazo de un par de horas escasas, hacen recuento de votos, porcentaje de votos a los partidos, asignación de escaños en el Congreso y, por tanto, dilucidan quién gana y pierde las elecciones.

Así que Televisión Española, sin datos electorales que ofrecer, nos ofreció un recital de "videoclips" de cantantes famosos. Me pasé toda la noche, hasta las dos de la madrugada, esperando ver algún vídeo de mi ídolo Miguel Ríos y su canción estrella "Bienvenidos", hasta que llegaran los resultados electorales. Esperanza vana: ni un sólo vídeo de Miguel Ríos.

En cambio, se empeñaron, toda la noche, en ofrecer el famoso videoclip de Michael Jackson "Thriller" (cuyo LP se convirtió en el disco más vendido de la historia, con más de 100 millones de copias vendidas). He de admitir que me hubiera bastado ver el video una sola vez para reconocer el genio de Michael Jackson: su coreografía, su forma de bailar, su puesta de escena, su originalidad y creatividad, su ritmo, sus canciones, SU TODO, hicieron historia en el mundo del pop y de la música, en general.

A las dos de la madrugada llegaron los resultados electorales, con la "marea del cambio" representada por Felipe González y su PSOE, en lo que fue la victoria electoral más contundente de los más de treinta años de democracia en España. Más de diez millones de votos, más de 200 diputados..., "el viento del cambio" de que hablaba Felipe González en sus mítines (y Miguel Ríos en sus conciertos) cambió España para siempre a lo largo de sus 14 años de gobierno. Al igual que, en otro ámbito y a nivel planetario (mucho más planetario que las declaraciones de Leire Pajín sobre Zapatero), Michael Jackson cambió para siempre el panorama musical del globo terráqueo. No sé qué me impresionó más, a mis doce años: la victoria arrolladora de Felipe González en las urnas, o el vídeo de Michael Jackson titulado "Thriller".

Lo que sí sé es que uno transformó España para siempre (no voy a juzgar si para bien o para mal, pero lo cierto es que la cambió radicalmente) desde el punto de vista político y social, y el otro cambió la forma de entender la música y su puesta escena.

En el caso de Michael Jackson su transformación del panorama musical fue (como se dice en términos económicos), "sistémico" y propició un "cambio de paradigma". Después del éxito de Thriller, nada en el mundo de la música volvió a ser, ir igual, sino mejor y, por todo ello, cuando acabamos de saber del fallecimiento de Michael Jackson, le dedicamos un homenaje sentido, agradecido y lleno de admiración.

jueves, 25 de junio de 2009

De líderes y partidos políticos… y de quién ganará las próximas elecciones generales…



Siempre me he planteado la cuestión del liderazgo desde un punto de vista pragmático. No conforme a lo que dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua (es decir, una definición) sino conforme a lo que la gente (los que votamos a los líderes políticos), entendemos por liderazgo.

Conforme a esa visión práctica del liderazgo, para mí, un líder político no es –per se- un hombre o una mujer que ocupa un puesto de responsabilidad importante en un Partido Político. Para mí, eso es, en política, ser un mero funcionario/a de la política (perdón por la reiteración).

Líder no es aquel (o aquella) que se cree que es líder “porque manda mucho en un partido político”, pero echa la mirada atrás y se da cuenta de que no le sigue nadie, que no arrastra, no atrae, no despierta pasiones.

Desde un punto de vista demoscópico, sociológico y electoral, un líder político es aquel que, con carisma, hace que los demás le sigan y, cuando llega el momento de la verdad (la urnas), le voten en unas elecciones.

Desde este punto de vista, en España pueden apreciarse enormes diferencias de liderazgo entre los dos grandes Partidos políticos, PP y PSOE. Veamos el porqué.

Liderazgo en el PP

En el caso del PP, nos encontramos, desde 1996 con un electorado que, en toda España, cara a una elecciones generales es básicamente fiel al Partido Popular: con un intervalo de votantes de unos 9,6 millones (parte baja del intervalo) y 10,3 millones (parte alta del intervalo), el PP puede vanagloriarse de que sus votantes acuden religiosamente a votar a su favor en las diversas elecciones generales.

Esto no quiere decir que los votantes del PP sean todos uniformes (y no me estoy refiriendo a las distintas familias políticas o facciones de poder dentro del partido): desde el punto de vista sociodemográfico (niveles de renta, nivel educativo, tamaño de hábitat, lugar de residencia, e, incluso, ideológicamente), hay diferencias notables entre los votantes del PP. Eso sí, insisto, suelen acudir a votar a favor de los populares “cada vez que suena la campana” electoral.

Lo sintomático de la cuestión es que esto es así, en el caso del Partido Popular, con independencia de quién sea su líder político y de cuál sea la valoración, en términos de la buena imagen que le otorgan los votantes del PP. Pondré algunos ejemplos para ilustrar lo que estoy afirmando.

Con José María Aznar al frente del Partido, los votantes del PP le otorgaban valoraciones muy altas en cuanto a buena imagen política. Esto continuó siendo así durante los ocho años en que fue Presidente del Gobierno y continua siendo así desde que dejó de ser el líder del partido, hace seis años, y hasta el día de hoy: desde 2004 hasta 2009, José María Aznar es el cuarto líder político mejor valorado por los votantes del Partido Popular (tras Alberto Ruiz Gallardón, Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy, por este orden).

No está mal para alguien que, hoy, ni siquiera se dedica a la política sino a sus negocios privados, aunque presida la Fundación FAES. Es de notar que el actual líder del PP, Mariano Rajoy, es el tercero de su partido “en el ranking de la buena imagen”.

De manera paralela, la valoración que, durante todos estos años, desde 1996 hasta el día de hoy, los votantes del PP dan al Partido es, en general muy alta: de manera casi ininterrumpida, por ejemplo, entre 2004 y 2009, los votantes y simpatizantes del PP, han calificado como buena o muy buena la labor política del PP, por encima de 80%, todos los meses, durante todos estos años. Y sigue siendo así a pesar de los presuntos escándalos de corrupción.

Recapitulo: el Partido siempre tiene muy buena imagen entre sus votantes aunque, al mismo tiempo, esos mismos votantes otorguen buenas calificaciones a su líder (José María Aznar) o no se las otorguen (Mariano Rajoy).

Parto de la base de que, siendo Mariano Rajoy, líder de su partido y previsible candidato a las elecciones generales de 2012, la consideración que le otorguen sus potenciales votantes debiera colocarle mejor que en un discreto tercer lugar, tras Alberto Ruiz Gallardón y Esperanza Aguirre; y tan sólo por delante de José María Aznar, quien, ya he dicho, no se dedica a la política.

Para mí, la conclusión es clara: el Partido Popular, como partido, como entidad política, ejerce más el liderazgo que sus propios líderes: les atrae a las elecciones fielmente, independientemente de quién sea el líder en cada momento. Quien atrae realmente a los votantes no es el líder, sino el partido en sí mismo. Si además, coincide que el líder tiene buena imagen (José María Aznar)… ¡pues feliz coincidencia!

Ya he dicho antes que los datos que, resumidamente, estoy comentando sobre el liderazgo del Partido Popular, aplican sólo a nivel nacional: a nivel local (Madrid, por ejemplo, con Alberto Ruiz Gallardón) o regional (Comunidad de Madrid, con Esperanza Aguirre) hay coincidencia total entre la buena valoración que los votantes del PP otorgan tanto a sus líderes como al partido. La excepción se produce sólo a nivel nacional.

Liderazgo en el PSOE

¿Sucede lo mismo en el Partido Socialista Obrero Español? Rotundamente no. En general, tanto líder como partido tienen muy buena valoración entre sus votantes. Esto ha sido así, desde los primeros tiempos de Felipe González (punto de arranque, octubre de 1982) y, casi sin interrupción, hasta el día de hoy. Sólo hubo brevísimas y muy contadas excepciones, de las que luego hablaré.

En el caso del PSOE, la valoración política de sus votantes durante sus casi 14 años de Gobierno (1982-1996) fue casi siempre muy buena, con muy buena imagen. Y, de manera paralela, la de Felipe González (carismático, atractivo, líder), también. Tan sólo con la recesión económica anterior (1993-1996), la buena valoración del PSOE se resintió un tanto y, ni siquiera le sucedió al PSOE como Partido ni a Felipe González como líder, sino al Gobierno que (perdón por la redundancia), entonces gobernaba: Gobierno que perdió las elecciones a principios de 1996 como consecuencia de una muy elevada abstención de votantes de izquierdas, lo que permitió a un PP con un número de votantes estables, alcanzar mayoría simple en el Congreso… y gobernar.

A Felipe González le sucedieron varios líderes de los que casi nadie ya se acuerda (Borrell, Almunia…), hasta que llegó José Luis Rodríguez Zapatero. Desde que Zapatero es Secretario General del PSOE, primero, y Presidente del Gobierno, después, hasta nuestros días, la buena imagen del partido (casi siempre muy alta entre sus votantes, que califican como buena la actuación del PSOE por encima del 80%) y la de su líder han ido parejas, de la mano, como en la época de Felipe González.

Tanto líder como partido (como los raíles del ferrocarril, en paralelo) tienen buena o muy buena imagen, en el PSOE, entre los votantes socialistas. Y así ha sido desde el año 2004, en que los socialistas ganaron las elecciones, hasta hoy.

Previsiones a futuro

¿Cambiarán las cosas como consecuencia de la crisis económica? ¿Volverán los votantes socialistas (como sucedió en las elecciones de 1996, tras tres años de durísima recesión, tres millones y medio de parados y una tasa de desempleo superior al 20%) a desencantarse con su partido, aunque sigan valorando favorablemente a su líder y a su partido? ¿Se volverán a abstener en unas elecciones generales?

Hoy, la tasa de paro alcanza casi el 18%. Las mejores previsiones (las más optimistas) hablan de una tasa de paro del 20,5% para el 2010 (cerca de cinco millones de parados). Según la OCDE y el Banco Mundial, el PIB español decrecerá en 2009 un -4,2%. Las previsiones para 2010 y 2011 no son nada buenas… (Y no cito las previsiones del Gobierno porque, aún siendo pesimistas, no son creíbles: a la experiencia me remito).

¿Se “enfadará” el votante socialista con su Partido en el Gobierno, aunque sienta simpatía por José Luis Rodríguez Zapatero, en el momento de ir a votar? Me temo que, para saberlo a ciencia cierta, habremos de esperar a las elecciones municipales de 2011 y a las generales de 2012.

Pero, al menos, hoy, ya tenemos suficientes datos históricos (de recesiones económicas y elecciones generales) previos en que, como si de una relación causa-efecto se tratara, la recesión ha propiciado un cambio de Gobierno.

Y esto, con independencia de quién sea el líder del Partido Popular y la valoración de buena o mala imagen que le otorguen sus votantes.

domingo, 14 de junio de 2009

El PP ha ganado las Elecciones Europeas: y las siguientes citas electorales, ¿qué?


Ha transcurrido más de una semana desde que se celebraron las Elecciones al Parlamento Europeo. Nadie, ni siquiera -por supuesto- el Partido Socialista Obrero Español pone en tela de juicio la victoria del Partido Popular.

A lo largo de la última semana ha habido numerosas interpretaciones sobre el resultado de las elecciones; a modo de ejemplo, citaré algunas, entre otras muchas: por parte del PSOE, se cree que los electores (en un entorno de muy elevada abstención, no lo olvidemos) han castigado al Partido en el Gobierno debido a su descontento por la crisis económica, pero niegan que los resultados sean extrapolables a unas elecciones generales, de celebrarse ahora, negando, por tanto una potencial victoria del Partido Popular.

En menor medida, algunos líderes del PSOE critican a la Secretaria de Organización del Partido, Leire Pajín, por su inexperiencia en la gestión de campañas electorales, algo que sus antecesores en el cargo, solían hacer con maestría (generando envidia, por cierto, en ámbitos de la derecha).

Por parte del PP, se extraen tres grandes conclusiones: "la marea del cambio ya ha comenzado" y, por tanto, de celebrarse elecciones generales hoy, ganarían los populares: dicen ésto, claro, tras haber ganado en Galicia y haber sido propiciadores de un cambio histórico en el País Vasco, junto a los socialistas; es decir, atisban un cambio, con las Europeas, que es el tercer eslabón de una tendencia.

En segundo lugar, en el PP creen que los ciudadanos no han hecho pagar en las urnas a su partido los presuntos casos de corrupción por el que políticos del partido, en Valencia y en Madrid, podrían estar imputados: precisamente, en ambas comunidades autónomas, en estas elecciones europeas, los populares aumentan aún más su distancia electoral con respecto a los socialistas y, por tanto, los populares se sienten apoyados y legitimados por sus electorados en ambas regiones.

Y, en tercer lugar, y lo que es más importante, la actual cúpula del Partido de Génova, dirigida por Mariano Rajoy, siente de manera muy fuerte que la nueva dirección estratégica iniciada por el partido en el Congreso de Valencia el año pasado, es la correcta. Y que el liderazgo de Mariano Rajoy, hoy, en el partido es indiscutible; y que también así lo será cuando haya que prepararse para las siguientes elecciones importantes: las autonómicas y municipales del 2011 y las generales del 2012, siempre que no haya adelantos electorales.

Vayamos por partes: en los últimos días se han públicado encuestas "de distinto color político" (esto, obviamente es una ironía expresada así a propósito: las encuestas no deberían tener color de ningún tipo, pero bien sabemos que, a veces, quien las encarga y quien las publica, sí lo tienen) que coinciden en dos cosas: una primera y más importante: a más del 80% de los ciudadanos lo que verdaderamente les sigue preocupando es la situación económica del país y, más aún y personalmente, les angustia el paro o la posibilidad de perder el puesto de trabajo.

La segunda gran conclusión es que, de celebrarse elecciones generales hoy, (según cinco encuestas distintas, insisto, además de la del CIS de la semana pasada) el resultado electoral sería muy similar al de las generales del año pasado: es decir, volvería a ganar el PSOE, aunque por poca distancia respecto al PP.

No voy a comentar las conclusiones que ambos partidos políticos han extraído de las elecciones europeas. Aunque sí creo que deberían prestar atención a lo que los ciudadanos demandan de sus políticos, hoy: que resuelvan la situación económica del país cuanto antes.

En cambio, de manera anecdótica sí que me voy a fijar en un pequeño acontecimiento muy cercano al Partido Popular: cuando en una de las dos ocasiones en que Mariano Rajoy participó en el programa de TVE-1, "Tengo una pregunta para usted", una mujer de entre los asistentes le preguntó/espetó a Mariano Rajoy que "si Alberto Ruiz Gallardón es el líder político mejor valorado por todos los españoles según todas las encuestas, ¿porqué no es él el líder del partido en vez de usted, señor Rajoy?". Rajoy contestó entonces que Alberto Ruiz Gallardón era un excelente Alcalde pero que el líder del PP era él (Mariano Rajoy); y se acabó (esto lo añado yo).

Sin embargo, a la mujer que preguntó aquello, no le faltaba razón: desde el año 2004 y hasta el día de hoy, toda encuesta bien hecha (y son muchas) vienen diciendo lo mismo: Alberto Ruiz Gallardón es el líder político mejor valorado por todos los españoles, tanto por los de derechas como por los de izquierdas. Se trata de un líder político avalado por su gestión, que ha ganado ya cuatro elecciones por mayoría absoluta (y "subiendo"...): dos en la Comunidad de Madrid y otras dos en el Ayuntamiento de Madrid; es un político que no polariza opiniones, y que tiene la mejor imagen entre los simpatizantes de todos los partidos políticos, en toda España; es el líder mejor valorado en su propio partido (PP), seguido, por este orden, por Esperanza Aguirre y por Mariano Rajoy (así ha sido en los últimos seis años, mes tras mes de manera ininterrumpida).

Y, lo que es más interesante aún, es el tercer líder mejor valorado por los votantes del PSOE, tras Rodríguez Zapatero y María Teresa Fernández de la Vega, superando en buena imagen al resto de líderes del Partido Socialista, según los propios votantes socialistas, insisto.

Seis años, repitiendo estos buenos datos dan mucho que pensar, sobre todo al Partido Popular, cara a futuras elecciones. Yo lo haría, si fuera ellos, aunque claro está, yo no soy ellos, entendiendo por "ellos", al Partido Popular.