lunes, 28 de septiembre de 2009

La Candidatura Olímpica Madrid 2016 merece ganar el 2 de octubre


Acaba de saberse que Obama sí representará a Chicago ante el Comité Olímpico Internacional (COI) el próximo 2 de octubre. No cabe duda que Obama es un Presidente carismático que arrastra a las masas y encandila a muchos con su retórica.

Nosotros contamos con la Familia Real, cuyos miembros son Olímpicos; con el Presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y un buen número de autoridades y deportistas españoles de renombre internacional, entre otras personalidades. También, nuestra Candidatura estará siendo presentada –y representada- por el líder político más y mejor valorado por todos los españoles, en los últimos seis años: el Alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón. Esto, tozudamente, lo dicen las encuestas semana tras semana desde enero de 2004 hasta el día de hoy.

También las encuestas dicen que la Candidatura Olímpica Madrid 2016 es la que más apoyo popular tiene de las cuatro ciudades que “compiten”. Una inmensa mayoría de habitantes de la ciudad de Madrid, la Comunidad de Madrid, y toda la Nación, apoyan la Candidatura de la Capital de España. Y no sólo la apoyan, sino que desean ardientemente que gane. Creen los ciudadanos, con buen criterio, que Madrid está más que suficientemente preparada para alojar los Juegos Olímpicos de 2016. Tiene infraestructuras, hoteles, restaurantes, ofertas de ocio, voluntarios a mansalva, seguridad ciudadana y mil cosas más que, en su conjunto, no reúne ninguna de las otras ciudades candidatas.

Ayer, domingo 27 de septiembre de 2009, una marea humana de cientos de miles de personas, construyó un mosaico de colores olímpicos en la Plaza de Cibeles que expresaba su deseo de que Madrid sea la ciudad elegida. Esta mañana, en cadenas de radio tan variopintas como la COPE, la SER, Intereconomía o RNE escuché a muchos ciudadanos reflejar individualmente lo que expresan colectivamente las encuestas: los madrileños, los españoles, creen que es muy bueno, para Madrid y para España, ganar la Candidatura Olímpica: piensan que se generará “oficio y beneficio”, negocio y trabajo, que es lo que más necesitamos en España, en estos momentos.

España necesita ganar los Juegos Olímpicos de 2016. Madrid se lo merece.

Fotografía EFE

domingo, 27 de septiembre de 2009

Redes sociales y su relación con las empresas en 2009


Como analistas, observamos la realidad, tanto para instituciones públicas como privadas, proveyéndolas de información para que puedan tomar decisiones de negocio. Con nuestro Estudio Global Advisor, tomamos el pulso a la realidad política, económica y social de 23 países de manera conjunta, aglutinando el 75% del PIB mundial: EE.UU, Canada, Brasil, México, Argentina, Corea del sur, China, Japón, Australia, Rusia, India, República Checa, Polonia, Hungría, Turquía, Suecia, Holanda, Bélgica, Alemania, Francia, Italia, España y Gran Bretaña.

Nuestro “leit motiv” es anticipar comportamientos y, nuestro lema, “nadie es impredecible”, especialmente en el ámbito de las tendencias sociales, gracias a la investigación de mercado basada en encuesta. Esto se aplica también al universo Internet y al de las redes sociales online. Llevamos estudiando Internet desde 1995 y, por tanto, tenemos información muy rica y una perspectiva histórica.

Lógicamente, a quienes entrevistamos, en este tipo de estudios online, son internautas, de todo tipo, con muestras muy amplias (1.000 personas, en cada país: suficiente, por ejemplo para, en un estudio pre-electoral telefónico, ser capaz de anticipar el resultado de unas elecciones generales en España, o en EEUU, con un mínimo margen de error, en participación y porcentaje de voto, aunque no en número de escaños).

Todo lo que se refiere a Internet (y, muy especialmente, su uso y comportamientos), lo medimos mensualmente; poniendo mucho énfasis en quién está en Internet, por qué está en Internet y para qué lo usan.

Para mí, el fenómeno de las redes sociales es un aspecto más de la globalización económica. En ese sentido y, precisamente porque pretendo ser breve, propondré varias lecturas, sobre cómo utilizar las redes sociales en el mundo de los negocios, la política y las finanzas. Todos estos libros tratan sobre networking, globalización y negocios: “The world is flat”, Thomas Friedman; “The world is curved”, David M. Smick; “The age of Turbulence” Alan Greenspan; “The post American world”, Fareed Zakaria; “Common Wealth: Economics for a Crowded Planet”, Jeffrey D. Sachs; “Networking with the Affluent”, Thomas J. Stanley y “Great Powers”, Thomas P.M. Barnett.

Un último comentario sobre la muestra del estudio: aunque son representativas de la población general con acceso a Internet de cada país, hemos puesto especial énfasis en los Líderes de Opinión, los Trend Setters y los llamados Early Adopters: porque este tipo de segmentos poblacionales suelen marcar tendencias antes de que éstas sean adoptadas por la gran mayoría de la población.

Redes sociales y empresas

Las redes sociales son un fenómeno realmente importante. Al principio, el crecimiento de redes sociales como Facebook, MySpace o You Tube se debió a la contribución del individuo: hoy el mundo de los negocios está tomando mayor protagonismo. Para las empresas, el interés por las redes sociales se debe a dos motivos, entre otros: primero, porque es ahí donde están muchas de sus audiencias. Segundo, porque tienen, o deberían tener, un enorme deseo de proteger sus marcas y su reputación corporativa.

Los hallazgos más importantes de nuestra exploración tienen que ver con el hecho de que los internautas en los países desarrollados están cada vez más integrados en las redes sociales. Los datos que aportamos ayudarán a los directores de marketing de empresas online y off-line a “atacar” comercialmente sectores de actividad, y a diseñar estrategias sobre cómo desarrollar o expandir su presencia en las redes sociales.

En algunos aspectos, las redes sociales online y los medios sociales online son simplemente nuevos canales de comunicación, como lo fueron la radio en los años 20, y la televisión en los 40.

Como con cualquier nueva plataforma, llevará algo de tiempo saber cómo mejor utilizar las redes sociales para difundir mensajes. La gran diferencia entre las plataformas del pasado y las del presente es el quién controla el contenido.

Pero, ¿por dónde empezar? Las posibilidades son infinitas, con más de 600 redes sociales de interés (relevantes para los internautas) en el mundo desarrollado. Lo que sí sabemos es que una gran proporción de aquellos involucrados en redes sociales son gente de entre 18 y 34 años, aunque esto está a punto de cambiar y, en lugares pioneros como los Estados Unidos, la gente tiende a congregarse en unos cuantos lugares importantes en Internet, dejando de lado otros muchos. Por diversos motivos.

Uno de los más tangibles beneficios de estas plataformas para los directores de marketing, de desarrollo de negocio y de comunicación, es el feedback que se reciben de ellas y la posibilidad de llegar a mercados nicho antes casi inaccesibles. Esto se aplica tanto al mundo de los negocios, como al de la política, hoy en día: cómo y dónde alcanzar a potenciales votantes que nunca acudirían a un meeting político, pero que sí se “congregarían” en una red social en Internet para interactuar con su líder.

El Presidente Barack Obama supo hacerlo muy bien durante las primarias presidenciales de 2008 y en la campaña electoral que le condujo a la victoria en noviembre del año pasado, atrayendo a gentes alejadas de la política: millones de jóvenes, así como afroamericanos e hispanos, además de votantes tradicionales demócratas desencantados con la política, decidieron unirse a Obama gracias a las redes sociales, como vehículo de comunicación, dado que Obama tenía un “producto” que él y su gente sabían iba a ser de interés para esos potenciales votantes. Las encuestas pre-electorales que llevamos a cabo desde Ipsos Public Affairs, mostraron cómo esos colectivos se iban acercando más y más al Partido Demócrata y a Obama, gracias a la inteligente utilización de las redes sociales en Internet: millones de potenciales votantes fueron movilizados gracias a estas herramientas.

La posibilidad de encontrar a los públicos objetivo deseados y la capacidad de comunicarse directamente con ellos es lo que hace a las redes sociales un fenómeno tan importante en un entorno de medios de comunicación tan cambiante. Basándonos en nuestra experiencia de tantas encuestas, el networking social online está (o debería estar) en lo más alto de las prioridades de “cosas que hacer” para muchas compañías.

Nuestras últimas estadísticas en USA muestran que la participación en el networking social online se incrementó un 4% de 2007 a 2008. Y sigue aumentando. La audiencia norteamericana de networking social se estima en torno a 122 millones de personas. Mientras MySpace es todavía el jugador más importante en el mercado americano, Facebook es, de lejos, la más grande y más conocida red social del mundo desarrollado: en 2009, un 93% de internautas a nivel mundial la conocen. Además, un 56% de internautas tienen un perfil en alguna red social (una o varias) y, de éstos, el 85% tienen un perfil personal en Facebook.

Redes como Facebook y Myspace empezaron, fundamentalmente, como herramientas de comunicación universitarias, pero, no nos equivoquemos, hoy están ahí para generar dinero. Si no fuera así, ¿por qué inversores líderes y negocios exitosos han invertido en ellas millones de euros, o compañías de capital riesgo siguen llamando a sus puertas?

Sin embargo, muchas de estas redes sociales están todavía intentando definir el cómo van a ganar dinero. De hecho, incluso Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, dijo a finales de 2008 que no tendría un plan de negocio sino al cabo de tres años. Y, a mediados de septiembre de 2009, anunciaba que había alcanzado ya el número de 300 millones de personas con perfil en su red social. Ninguna referencia a rentabilidad…, todavía.

La historia está llena de empresas punto.com que proveyeron de servicios gratis o los subvencionaron, sólo para acabar descubriendo que la gente no pagaría por ellos en el largo plazo. Casi con toda seguridad, esto no sucederá con las redes sociales, que están ahí para permanecer, aunque evolucionarán muy rápidamente, con nuevos usos y aplicaciones y, muchas de ellas al servicio no sólo del individuo, sino también de las empresas (siempre compuestas por personas/individuos, no lo olvidemos).

Utilizar inteligentemente las redes sociales

Incluso con toda esta incertidumbre, las empresas necesitan prestar atención a las redes sociales en Internet para hacer un seguimiento de su reputación corporativa, su imagen de marca, llegar a sus audiencias o compartir mensajes. Algunas compañías están en Internet en términos de networking social o como forma de presencia en un medio de comunicación social. Otras empresas intentan captar talento o compartirlo internamente. Eso sí, estamos hablando de un medio, cuya naturaleza es interactiva y las empresas deben saber que, si van a comunicar a través de las redes, están abriendo la posibilidad de recibir feedback, tanto bueno como malo, instantáneo, real, tangible y, muchas veces, en grandes volúmenes.

Otros muchos negocios están empezando a usar redes sociales para comunicar, tanto controlada como incontroladamente. Por ejemplo, el fabricante estadounidense de coches, Ford. En septiembre de 2008, Business Week publicó un artículo online sobre un vehículo poco contaminante de Ford. El problema es que ese modelo no estaba disponible en los Estados Unidos. El artículo generó miles de comentarios, la mayor parte negativos. Este es un buen ejemplo de una compañía que no pudo controlar la noticia o influir en ella, más allá de anunciar que lanzaba un nuevo coche.

Ford aprendió de sus errores: ha lanzado recientemente una página en Facebook, dedicada a su nuevo Ford Fiesta, que ha sido enormemente exitosa. Además, en estos tiempos tan duros económicamente, Ford ha aprovechado múltiples redes sociales para contar su versión del lanzamiento (aprovechando para explicar que, frente a su competencia, no ha pedido un rescate financiero del Gobierno Obama, como sí han hecho las otras dos grandes empresas automovilísticas de Detroit, GM y Chrysler, a costa de los contribuyentes). La noticia puede verse en You Tube, Twitter, de.li.cous, Scrib, Flickr, o Yahoo! Autos.

En el actual universo multicanal, las compañías tienen que utilizar todas las herramientas a su disposición para contar su versión de la noticia. Y, si uno decide no participar, como pasó en el artículo de Business Week, otros pueden contar otra versión; versión quizá menos benigna o, incluso, malintencionada.

No sólo los expertos en marketing, y aquellos con presencia online, necesitan entender el networking social en Internet, sino también asumir qué es aquello que se va a convertir en el siguiente gran fenómeno: por ejemplo, Twitter. Ciertamente, está atrayendo enorme atención de celebridades de los medios en Estados Unidos, como Oprah Winfrey o Richard Quest (CNN), quienes utilizaron esa red social de manera intensiva durante las elecciones presidenciales americanas, al igual que el propio Barack Obama, como ya he comentado.

Twitter, como todas las redes sociales, existe para acabar generando dinero. Es una simple cuestión del cómo y del cuándo. Las grandes empresas tienen que decidir si quieren y cómo quieren utilizar estas herramientas nuevas de comunicación, en su beneficio. Sólo tienen que dar un paso al frente.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Obama, Alberto Ruiz Gallardón y la Candidatura Olímpica Madrid 2016


La semana pasada fue especialmente relevante para la Presidencia de Obama y para los Estados Unidos. En muchos aspectos, la segunda semana de septiembre de 2009 pasará a la historia como la más simbólica de todo el año, para Barack Obama.

En el frente doméstico, Obama presentó oficialmente su Plan para la Sanidad en Estados Unidos. Desde un punto de vista comunicativo, eligió la fórmula más solemne a disposición de los presidentes norteamericanos, además del discurso del Estado de la Nación y de los discursos inaugurales: un discurso (de 47 minutos) ante Congreso y Senado juntos. A modo de ejemplo, Roosevelt lo hizo en 1941, cuando declaró la guerra a las potencias de Eje, tras el ataque japonés a Pearl Habour; LBJ se dirigió al poder legislativo tras el asesinato de Kennedy; Ronald Reagan fue recibido por ambas cámaras tras el atentado contra su vida, en 1981. George W Bush fue aclamado por ambas, tras los atentados del 11S.

Obama pudo haber anunciado su Plan para la Sanidad norteamericana de muchas maneras, evitándose incluso la agonía de un verano plagado de tertulias en los medios de comunicación y town halls por todo el país en que expertos, periodistas, políticos y opinión pública/población general han opinado apasionadamente sobre un plan del que apenas sabían nada. La forma en que Obama está haciendo las cosas demuestra su inteligencia política. En serio. Ahora lo veremos.

Por un lado, el Presidente quiere evitar los errores que cometió Bill Clinton. También este Presidente quiso revitalizar y renovar la Sanidad norteamericana. Pero lo hizo de manera inapropiada e ineficaz, generando críticas incluso entre su propio partido y entre sus votantes, “matando” el capital político ganado tras las elecciones en que derrotó a George H. W. Bush, en 1992.

Primero, encargó a su mujer (First Lady, pero sin cargo electo) que, de manera “secretista”, elaborara un plan complejo al margen del proceso legistativo y gubernamental, con expertos no elegidos por los ciudadanos –anatema, en América-. Segundo, se comprometió a presentar un plan y aprobarlo en un tiempo récord: 100 días, en 1993. El Plan con el que apareció Hillary Clinton al cabo del período comprometido era extremada complejo. Y difícil de explicar y “vender” a la sociedad americana. Tercero, Clinton no se aseguró de tener el apoyo de los congresistas y senadores de su propio partido, que se sintieron alienados por su propio Presidente. Cuarto, al hacer las cosas de manera “secretista”, Clinton no tuvo el apoyo de la opinión pública, absolutamente necesario. Aquello de “gobernar para el pueblo pero sin del pueblo”, de antaño, no vale en una América cuya Constitución empieza con un plural “we, the American people...”: los americanos llevan muy mal que no se les consulte y no se cuente con ellos: después de todo, son la primera democracia de la tierra, en todos los órdenes.

Las consecuencias de los errores de Clinton y su mujer son bien conocidos: la reforma sanitaria no fue aprobada ni en el Congreso ni en el Senado; Clinton perdió mucho apoyo popular; tuvo enormes conflictos dentro del partido y, cuando se celebraron –en 1994- las llamadas midterm elections, los demócratas perdieron el control de las dos Cámaras, por vez primera desde finales de la Segunda Guerra mundial. Tanto Hillary, en “Living History” (2003), como Bill Clinton, en “My life” (2004) reconocen sus errores en la forma en que hicieron las cosas, en esta materia.

Obama, en cuanto a la reforma sanitaria, no ha querido cometer los mismos errores. Más aún, creo que ha querido imitar a dos Presidentes expertos en ganarse el favor de congresistas y senadores, de ambos partidos: LBJ (Johnson) y Ronald Reagan (ver “The Presidents: the transformation of the American Presidency from Theodore Roosevelt to George W. Bush”, de Stephen Graubard, 2004). Obama lleva todo el verano llamando a unos y otros, entrevistándose con ellos y tratando de conseguir su apoyo. Y sus continuas explicaciones y apelaciones (aún siendo todavía genéricas) a la población general están dando sus frutos: todas las encuestas publicadas tras su discurso del miércoles 9 de septiembre por la noche, le dan ratios de aprobación superiores al 60%. Esto no significa que aún no le quede mucho terreno que recorrer, pero al menos, ha cerrado un ciclo favorable en favor de su reforma. El propio Clinton dice, en su biografía, que tras su debacle con la sanidad, fue acusado de gobernar a base de encuestas, de lo mucho que se apoyaba en ellas.

Sin llegar a tanto, claramente Obama está teniendo en cuenta lo que piensa la gente. Especialmente, porque Obama sabe que el individualismo corre por las venas de los norteamericanos y que la intervención del Estado en sus vidas, a demócratas y republicanos, provoca sarpullidos innecesarios y no buscados. Por eso, Obama camina con mucho cuidado en este camino de la reforma sanitaria. Y, al final, con su pragmatismo habitual, sacará adelante una reforma de compromiso que contente a todos.

Aunque este fin de semana haya habido manifestaciones de gentes contrarias a su plan en Washington (también las tuvo Bush en contra de la guerra de Irak o Nixon contra la de Vietnam o Clinton por su reforma de la Administración que enervó a los funcionarios americanos), creo que el Presidente busca una comunicación eficaz: mejor aún, ha supeditado la comunicación al servicio de su fin último, que es sacar adelante la reforma sanitaria y que sus senadores y congresistas mantengan sus escaños, en las elecciones del año que viene: sin ellos, la reforma no saldrá adelante y su capacidad de gobernar se verá seriamente comprometida. En ese sentido, Obama demuestra que, más que gestionar intangibles, la comunicación debe estar al servicio de algo superior que contribuya al bienestar de la gente, de la sociedad, de las empresas y los individuos.

A nadie se le oculta que su reforma sanitaria tiene un enorme coste económico, además de político: muchos billones de dólares. Sin entrar en el detalle, -para nada- de las mil páginas que Obama ha presentado al Congreso, sí diré, que lo que se gasta o pretende gastar Obama en sanidad es mucho menos de lo que la Reserva Federal (FED) se ha gastado desde marzo de 2008 (Bearn Stearns, ¿recuerdan?) en rescatar bancos y estabilizar el sistema financiero. Y todo experto en economía, de derechas y de izquierdas, está de acuerdo en que esta intervención del estado en la economía financiera, era necesaria para que el dinero fluyera a familias y empresas (“la financiación es la sangre de la economía", afirma Alan Greenspan, en “The age of Turbulence”, 2007). Lo que se gastaría Obama en sanidad, de sacar adelante su plan, es mucho menos de lo gastado en la guerra de Irak, como demuestra en su obra maestra el premio Nóbel de Economía Joseph Stiglitz “The Three Trillion Dollar War: the true cost of the Iraq conflict” (2008).

Y, además, hay muchos americanos que sí están de acuerdo en reformar la sanidad americana, con ciertas condiciones: dando más cobertura, ofreciendo una alternativa pública a las de las aseguradoras privadas, haciendo la Sanidad más eficiente y reduciendo sus costes (América gasta 1,5 más en Sanidad que la Unión Europea, por ejemplo, y, sin embargo, tiene 47 millones de personas fuera del sistema sanitario, frente a nuestro sistema de cobertura universal), al tiempo que la convierte en fuente de revitalización de la economía y generación de empleo. Porque estos parámetros –y no otros- son los que definen, a grandes rasgos, los objetivos de la reforma sanitaria de Obama. Las soflamas -no ciertas- de que Obama es socialista y quiere introducir el comunismo en los Estados Unidos son absolutamente fuera de lugar y sin sentido, por mucho que tantos, de izquierda (en Europa) y de derecha (en América), se empeñen en repetirlo.

Además de la reforma sanitaria, Obama honró a los asesinados por Al Qaeda en el 11 de septiembre de hace ocho años. Y, con su retórica, que no es la de su predecesor, reafirmó su intención y determinación de acabar con el terrorismo islamista y que no le temblará la mano a la hora de luchar contra Bin Laden y sus secuaces. Obama será demócrata, pero no de izquieras: antes que nada es norteamericano y, por tanto, patriota. Si Bill Clinton bombardeó los campamentos de Bin Laden en el desierto, Obama perseguirá al saudí hasta los confines de la tierra, aunque respetando la ley y sin torturas.

También en el ámbito económico, la semana pasada ha sido importante para Obama y para América. El secretario del Tesoro Timothy Geirthner, afirmó que la economía americana empezaba a ver la luz al final del túnel. Por contraste con algunos comentarios que vemos y escuchamos en otras latitudes más cercanas, Geirthner fundamentó sus afirmaciones en datos, estadísticas y estudios. El estímulo económico del Presidente, por ejemplo generó más de 1,5 millones de empleos, en lo que llevamos de año. Desgraciamente en España, este mes pasado ha generado más desempleo y, según nuestro ministro de Trabajo, Corbacho, la tasa de paro podría alcanzar el 20% de la población activa. En marzo de 2008, Zapatero hablaba de pleno empleo, para esta legislatura, en víspera de elecciones.

En Comercio Exterior Obama tomó una decisión histórica: subir los aranceles a la importación de neumáticos chinos. Desde que Nixon y Kissinger iniciaran la política del deshielo con Mao y la China comunista, los gobiernos americanos habían tenido una relación cordial con los chinos: con la excepción del conflicto por Taiwan, americanos y chinos se llevan bien en lo económico; ya se habla del G-2, frente al G-20. No hay que olvidar que China financia buena parte de la deuda estadounidense (deuda pública, deuda de los bancos, deuda del consumo, deuda de la inversión, deuda de las familias, etc). Por ese motivo, la reacción airada de las autoridades chinas, que no se ha hecho esperar, tiene especial relevancia: la decisión de Obama, en defensa de los intereses económicos americanos (los sindicatos de los sectores afectados ya han mostrado su alegría por la medida, porque se salvarán muchos puestos de trabajo en América, al tiempo que se perderán en China: así es el juego de las redes y de la globalización) podría interpretarse como proteccionista y despertar una guerra comercial que no sería buena para nadie. Sin embargo sospecho que la sangre no llegará al río y que Obama se sentará a hablar con los chinos, antes de que comiencen los problemas.

Al igual que ha dicho que está dispuesto a sentarse a hablar con norcoreanos y con iraníes para parar sus programas nucleares. El diálogo ya empezó con su predecesor, pero a Bush, su retórica del “eje del mal” no le ayudó a la hora de establecer ciertas relaciones diplomáticas. La visión multilateral de Obama será de gran utilidad para resolver conflictos internacionales.

Por último, una decisión curiosa y de índole interna podría afectarnos mucho a los españoles. Obama anunció esta semana que su mujer, Michelle, y no él, acudiría a Copenhage a defender la Candidatura de Chicago para los Juegos Olímpicos de 2016. Esta decisión podría tener muchas repercusiones: a los miembros del COI, que se reúnen el próximo 2 de octubre en Copenhage, les gustan las representaciones de muy alto nivel, a la hora de defender candidaturas olímpicas.

En el caso de Madrid, nuestra candidatura, que presentará el Alcalde Alberto Ruiz Gallardón, irá encabezada por la Familia Real al pleno (la única enteramente olímpica, por cierto: todos sus Miembros han participado en alguna Olimpiada). La Candidatura Olímpica Madrid 2016, con su lema “tengo una corazonada o I feel it in my bones” es la que más apoyo popular tiene de las cuatro opciones, con más del 90% de la población española a favor, según las encuestas.

Sin Obama, nuestra Candidatura, ya de por sí sólida y fuerte, podría verse seriamente reforzada a los ojos del COI. Ojalá sea así y, ganando por sus propios méritos, Madrid se convierta en la sede de los Juegos Olímpicos de 2016.

Fotografía  EFE

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Un mes de agosto lleno de noticias


Inicié mi viaje por el norte, centro y este de Europa, en Berlín. Cómo no, fui a la famosa Puerta de Brandenburgo. Al lado, la embajada de los Estados Unidos y el Museo Kennedy, que rememora la visita de JFK a la capital alemana recién construido el Muro de Berlín, que separó tantos años el sector libre (occidental), del soviético. Su visita, simbólica, en los años sesenta, pretendió dar apoyo y ánimo a los alemanes, que temían una invasión soviética: “Yo también soy Berlinés”, dijo Kennedy.

Ronald Reagan, también acudió a Berlín. Y, con su célebre discurso en que, casi gritando espetó: “Señor Gorbachev, derribe usted ese muro” marcó un antes y un después en las relaciones entre Occidente y el Imperio Soviético, que culminaría, poco después, en la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría. La Unión Soviética no sobrevivió y tampoco los regímenes comunistas de Europa del Este. Este otoño, precisamente, se cumple el vigésimo aniversario de tales acontecimientos.

Barack Obama también estuvo en Berlín, el verano pasado, en plena campaña presidencial: cientos de miles de personas acudieron a escucharle. Tan simbólica fue su visita, que el Museo Kennedy del que hablaba tiene en la entrada desplegada una fotografía de Obama, y no de JFK, como cabría esperar.

Dado el enorme interés que despierta Obama, su formidable atractivo y lo mucho que protagoniza la actualidad periodística, no es de extrañar lo que contaba de la fotografía. Gran parte de las noticias de agosto han venido marcadas por la actividad frenética de Obama, incluso cuando ha estado de vacaciones en el exclusivo lugar llamado Martha’s Vineyard, también favorito de los Clinton.

Obama empezó el mes intentando sacar adelante un segundo paquete económico que revitalice la primera economía del mundo: la americana, claro está. Reforma de la sanidad, educación, nueva regulación financiera y energía han sido los pilares de su estímulo económico. No consiguió sacarlo adelante, por la oposición de Congreso y Senado, antes del receso vacacional. Si Niall Fergurson en su formidable historia del capitalismo (“The Ascent of Money, 2008) afirma que los Medicci, de Florencia, inventaron la técnica negociadora del “win-win”, en que todos ganan, Obama está intentando aplicarse el cuento, puesto que quiere que, demócratas y republicanos, por igual, apoyen sus medidas. Loable esfuerzo, tanto por la intención como por el resultado, si lo consigue.

Si consiguió Obama, en la primera semana de agosto el nombramiento de la primera mujer hispana como juez del Tribunal Supremo, en este caso a pesar de la oposición republicana. Motivo de alegría, para los hispanos, un servidor incluido. La primera mujer para el puesto (pero no hispana) la nombró Ronald Reagan (Sandra Day O’Connor, en 1981).

Y, mientras Obama se dedicaba a la política económica (y a celebrar su 48 cumpleaños, a principios de agosto), el Presidente destinaba a los dos Clinton en sendas misiones diplomáticas. A Hillary, Secretaria de Estado, a un tour por países de Africa en que ha predicado acerca de los derechos civiles (ya dijo ella, siendo Primera Dama, en una conferencia en Pekín, aquello de “los derechos de las mujeres, son también derechos humanos”: a los chinos, no les gustó, al resto de mundo, nos encantó).

Al ex Presidente Bill Clinton le encomendó una misión más complicada: ir a Corea del Norte, hablar con su Líder y liberar a dos ciudadanas/periodistas americanas, encarceladas en el país estalinista. Bien por Clinton y sus formidables dotes diplomáticas. Mal por la obsesión de los comunistas de Corea del Norte por las cárceles, los gulags y los campos de concentración. Por cierto, en mi “paseo” por los países del antiguo Bloque Soviético y en la propia Rusia, pude apreciar lo que ya sabía: que en ninguno de esos países gobiernan los comunistas, ahora que hay elecciones libres y, en vez de tanques (Hungría, 1956; Checoslovaquia, 1968), hay papeletas y urnas electorales.

De hecho, para animarme con la temática, decidí releer tanto las memorias, “An American life”, como los diarios presidenciales “The Reagan Diaries” de quien se dice que, junto con Juan Pablo II y Margaret Tatcher, acabó con el comunismo: Ronald Reagan. Leerlas por segunda vez y pasear por la formidable Plaza Roja de Moscú fue toda una experiencia. Y, por cierto, en Rusia, tampoco quieren saber nada del antiguo PCUS: votan mayoritariamente a Putin, o a su sucesor, Medvedev. Tipos fascinantes, ambos dos. Me llamó la atención que, en el segundo número de agosto de Newsweek, su editor internacional, y presentador de CNN, Fareed Zakaria, afirmara que “los republicanos acusan a Obama de querer hacer de los Estados Unidos un país como Rusia, comunista, sin darse cuenta de que Rusia ya no es comunista”. Doy, fe, porque estuve en Rusia y porque, si no me equivoco, Putin ganó dos elecciones con mayoría muy absoluta, sin ser comunista, sino nacionalista.

La economía, protagonista de la actualidad

En agosto, además de un Obama que intenta sacar adelante su reforma sanitaria contra viento y marea, generando un impresionante debate en todo el país (en las televisiones americanas no se hablaba de otra cosa y se han celebrado “town halls” sobre la cuestión en casi todos los pueblos de América), también se habló mucho de economía. Japón anunciaba que salía de la recesión (crecimiento del PIB del 1%), al igual que Francia y Alemania (crecimientos del PIB del 0,3%). Al final del verano, España confirmaba que, en términos interanuales, decrecía un 4,2% y el empleo decrecía un 7%, en el segundo trimestre del año. Como todos sabemos, el mes de agosto ha acabado con un cambio de gobierno, en Japón (de derechas, al centro izquierda) y, en España, con una anunciada subida de impuestos. Por su parte, China confirmaba un crecimiento cercano al 8% de su PIB en el primer semestre del año. Sin subidas de impuestos, creo (estoy seguro).

Sigo absolutamente convencido de que si alguien nos va a sacar de la recesión va a ser Estados Unidos. Una economía de demanda, consumista y capitalista, como la suya, necesariamente “tira” de los demás, cuando se recuperan el consumo y la inversión. Al fin y al cabo, los chinos fabrican y exportan lo que los demás consumimos y, por tanto, compramos.

Me encanta la actitud de Obama hacia el mundo de los negocios: por un lado, rescata y estabiliza el sistema financiero y, con sentido común, culpa a muchos irresponsables de Wall Street. Pero eso no le impide creer en la economía de libre mercado: en declaraciones exclusivas a Business Week, del 29 de julio, Obama afirmaba que cree tanto en la economía de libre mercado como en la necesidad de un gobierno más eficaz y eficiente.

Su actitud ante el mundo de los negocios no parece estar marcada por prejuicios: se reúne semanalmente con líderes empresariales y les escucha y pide opinión: come y cena con presidentes de empresas como Intel, UBS, General Electric, Kodak, etc. Dice que va poner en marcha más políticas antitrust (especialmente en el sector tecnológico), para liberalizar más el mercado, lo cual redundará en beneficios para los ciudadanos.

Ahí no creo que tenga problemas: todavía no se conoce la existencia de presidentes de gobierno socialistas en Estados Unidos. Y algunos de los mejores presidentes norteamericanos (FDR, JFK o Clinton) han sido Demócratas, que no es sinónimo de socialista.

Donde sí se va a encontrar oposición, y fuerte, va a ser en la famosa reforma del sistema sanitario. Coindicí en Gdansk (en la misma ciudad polaca en que el sindicato Solidaridad inició sus huelgas en 1970 y en 1980 contra el régimen comunista, en pro de los derechos de los trabajadores y de un régimen democrático) con una familia californiana: a los cinco minutos de empezar a comer, ya estábamos hablando de la reforma sanitaria: y, a pesar de ser demócratas, decían estar en contra de las políticas de Obama. Estas mismas actitudes las reflejan las encuestas, que muestran una mayoría de norteamericanos (de ambos partidos) contrarios a la cobertura universal de tipo europeo que disfrutamos nosotros. No voy a entrar en el porqué de este debate, porque daría para varios, muchos libros y no es objeto de esta reflexión. Pero nadie podrá negar que el liberalismo corre por las venas de los norteamericanos, que saltan a la primera de cambio cuando oyen de una posible intervención estatal en sus vidas y negocios.

Buenas noticias para Obama, en el frente económico: a mediados de mes, con un Bernanke renovado en su puesto por Obama (le nombró Bush, en 2006), la FED decía que la economía americana se estaba estabilizando; al mismo tiempo, un panel de economistas afirmaba en The Wall Street Journal que la recesión, en USA, se está ya acabando. Desgraciadamente, no es el caso de España, donde el desempleo seguirá creciendo, y el consumo bajando: y, con la combinación de ambos, la confianza de la gente de la calle no despega, sino que se hunde, y así no saldremos de la crisis. Y, con subidas de impuestos, menos.

El 19 de agosto se celebraron dos aniversarios interesantes: el quinto de la salida a Bolsa de Google (todo un fenómeno, no se puede negar) y el vigésimo del “picnic” que en 1989 se celebró en la frontera entre Hungría y Austria: de repente, y sin que las tropas soviéticas lo impidieran (¡Gracias Gorbachev!), miles de alemanes del Este pasaron a Hungría y de ahí a Austria y de ahí al lado libre del Muro de Berlín. El muro caía meses después, el 9 de noviembre, “del otoño del cambio”.

No quiero acabar hablando de algo tan sórdido como de la recesión (continua, sempiterna) en España: según Almunia, Comisario Europeo de Economía, en España, la crisis, por sus factores endógenos: construcción y desempleo en caída libre, durará un año más que en el resto de Europa, donde según, “The Conference Board”, ya se vislumbra la recuperación.

Prefiero acabar hablando del senador Edward Kennedy, último patriarca de la familia Kennedy, fallecido el 26 de agosto. Como muy bien dijo el Presidente Obama, en su funeral, “Kennedy ha sido uno de los políticos más importantes de los últimos cincuenta años”. No gobernó, como sus hermanos Jack, Presidente, y Bobby, Fiscal General. Pero tampoco murió asesinado. Durante 46 años sacó adelante muchísimas leyes a favor de los derechos civiles, de las minorías y de los desfavorecidos. Una de las últimas, una reforma de la inmigración, junto con John McCain y el Presidente George W. Bush, que desgraciadamente no pudo salir adelante, debido a la oposición republicana. (Y eso que McCain y Bush, creo, eran y son republicanos).

Se han publicado millones de páginas sobre Teddy Kennedy, últimamente, así que no diré lo obvio. Tan sólo destacaré su capacidad para hacer amigos, incluso entre sus oponentes políticos. Nancy Reagan, mujer del ex Presidente, en una carta muy sentida, explicó que su marido y Kennedy, a pesar de no estar de acuerdo en casi nada, eran muy amigos, y que la gente se hubiera sorprendido de saber el mutuo aprecio personal que se tenían. Bien por Reagan y bien por Kennedy. Descanse en paz.