martes, 24 de abril de 2012

Obama versus Romney

La economía estadounidense crecerá este año un 2,7%, según el panel de economistas que, mensualmente, entrevista The Wall Street Journal. La tasa de paro acabará el ejercicio en el 7,9%: ahora está en el 8,2%, tras siete meses de creación de empleo. Esos economistas prevén una tendencia positiva en la economía norteamericana en los años 2013 y 2014: el producto interior bruto (PIB) rondará el 3% y el paro, el 7%. Es un escenario criticado desde lo que en Europa denominamos izquierda y derecha: a la izquierda le parece que la política económica de Barack Obama es tibia en lo social y que debería haber más paquetes de estímulo: económico, fiscal y monetario. Desde la llamada derecha se sigue acusando a Obama de socialista o comunista.

La sociedad americana vive fundamentada en un pilar inamovible que sigue atrayendo a millones de inmigrantes de todo el mundo: el sueño americano. Este concepto cree firmemente en la igualdad de oportunidades para todos, pero se opone al igualitarismo que predican las izquierdas. El sueño americano va a ser el foco principal de atención de la campaña electoral presidencial que acaba de arrancar. Eso sí, sin crecimiento económico y generación de empleo, no hay sueño que valga. Ya hemos dicho al principio que los datos macroeconómicos son positivos, tanto hoy como cara al futuro. Ya los querríamos para Europa y para España.

Si el panel de economistas hubiera sido entrevistado por medios liberales (New York Times, Newsweek, Time, Washington Post), la denominada derecha pondría el grito en el cielo, acusando al medio de falta de objetividad. Por eso, me alegro de que sea un diario capitalista quien haga la encuesta y que medios europeos capitalistas (Financial Times, The Economist) digan lo mismo. Recordemos que todos los medios citados apoyaron a Obama en las elecciones de noviembre de 2008.

Hoy las cosas son, evidentemente, distintas. Lo raro sería que no hubiera habido cambios en cuatro años. Obama será juzgado tanto por lo que ha hecho como presidente como por su promesa de futuro. La reforma sanitaria -hoy sujeta a lo que digan los tribunales-, la reforma financiera, las operaciones de salvamento de sectores enteros de actividad (seguros, automóvil, Wall Street, infraestructuras) y la creación de 4 millones de puestos de trabajo. Un total de 33 millones de personas que no tenían cobertura sanitaria, ahora la tienen. Obama quiere que el 1% de los contribuyentes pague más impuestos, conforme a la norma Buffett, que pide que los millonarios paguen más, para financiar la Seguridad Social, Medicaid y Medicare, y potenciar el crecimiento económico.

En política exterior, Obama ha apretado económicamente las tuercas a Irán y a Corea del Norte, sin llegar a las manos, como quieren los republicanos. Ha finalizado la guerra de Irak y a la de Afganistán le quedan dos telediarios. A Obama no le tembló la mano al ordenar la muerte de Bin Laden. Ha extendido un orden geopolítico multipolar con una relación privilegiada con los países BRIC, especialmente con China: amigo y enemigo, al mismo tiempo.

En este contexto, el índice de aprobación de la gestión de Obama es ajustado: 47,3% le aprueban y 47,7% le rechazan. El Congreso, republicano, sale peor parado: 79,3% desaprueba su gestión y 13% le aprueba. El 61% cree que el país va en la dirección equivocada y el 33,5% está satisfecho. Así las cosas, y cuando el bando republicano ya tiene, extraoficialmente, un candidato presidencial, Romney, ¿qué pasaría si hubiera elecciones hoy? Obama ganaría, en voto popular, con el 46,6% de los votos, versus Romney, con el 44,2%. La diferencia (+2,4%) no es estadísticamente representativa: sería un empate técnico y cualquiera de los dos podría ganar, si la elección fuera directa. Pero en Estados Unidos la elección es indirecta y el resultado final no lo dicta el voto popular (que se lo recuerden a Al Gore, versus George Bush, en noviembre del año 2000), sino el llamado colegio electoral, donde, hoy, Obama conseguiría 227 delegados y Romney, 170. Un total de 141 delegados quedarían en el aire, porque el voto de los independientes será decisivo, en estas elecciones, que se dirimirán en el centro.

Obama tiene a favor una base electoral demócrata sólida. Ha recaudado más dinero que Romney y tiene una organización nacional en todos los estados, además de la mejor maquinaria electoral en internet jamás conocida. Obama apuesta por las redes sociales y Romney por la televisión/radio. En marzo, Obama recaudó 75 millones de dólares: 12 fueron a publicidad online y 3 millones a radio/televisión; Romney consiguió 67 millones y destinó 14 a publicidad en radio/TV y 1 millón a internet.

Más llamativo aun es que Obama invirtió 15 millones en contratar personal para su campaña y Romney, solo 5 millones. Los dos candidatos siguen lógicas distintas y sus campañas van a ser dirigidas y ejecutadas de manera muy diferente. Para los expertos en consultoría electoral va a ser una delicia estudiar una campaña tan inédita.

Un apunte final. Romney es candidato extraoficial porque Santorum se retiró: Romney obtuvo 656 delegados y Santorum, 272. Sin embargo, la diferencia en número de votos entre ambos es pequeña. Esto es un problema para Romney que tiene que enamorar, dentro de su electorado, a los más conservadores (fiscales y sociales) y a los evangélicos. Son muchos millones de votantes que no se fían de que sus credenciales conservadoras sean auténticas. Fuera de su terreno natural, Romney lo tiene peor: entre población general, hoy, se le oponen el 51% de los votantes registrados, el 57% de las mujeres y el 48% de los independientes. Hay estados que deciden las elecciones (Ohio, Virginia y Florida): hoy, en todos ellos, ganaría Obama en las elecciones presidenciales. El 24 de abril sigue habiendo primarias republicanas (Nueva York, Pensilvania, Delaware, Connecticut y Rhode Island). Ganará Romney, frente a Gingrich y Paul. Pero ya hemos visto que estas primarias internas son el menor de los problemas para Romney. Y pensar que algunos daban por muerto, electoralmente, a Obama…

Publicado previamente en Cinco Días el 19 de abril de 2012

Wisconsin, Maryland, Columbia: la carrera final

Abril es vital para Mitt Romney y Rick Santorum. Son muchas elecciones concentradas en un mes, con primarias en las que el ganador consigue todos los delegados. Un esquema diseñado para que quien va en cabeza obtenga un impulso final: los 300 delegados en juego en abril no otorgarán a ninguno de los dos los 1.441 delegados necesarios para ser oficialmente nominado candidato presidencial. Pero, si las previsiones se cumplen, Romney se distanciará de Santorum. Este es el motivo de que, Romney, en una semana, haya recibido el apoyo de Jeff Bush (exgobernador de Florida), Paul Ryan (presidente del Comité Presupuestario del Congreso) y de George Bush padre, expresidente. Scott Fitzgerald, senador y líder de la mayoría republicana en el Senado de Wisconsin, se ha puesto del lado de Romney. El gran financiador de Gingrich, Sheldon Adelson, le ha dado por difunto y ha sugerido que podría "pasarse al bando mormón".

Los datos avalan a Romney: Gallup le daría por ganador, hoy, entre los cuatro candidatos: Romney (42%), Santorum (27%), Gingrich (11%) y Paul (10%). Romney ha cosechado 566 delegados (4.127.924 votos) frente a Santorum (263 delegados y 2.850.557 votos). Romney gana a Santorum por 15 puntos, le dobla en número de delegados y en votos. Y eso que el voto republicano está muy desanimado: solo un 40% tiene interés por estas primarias. Un 60% dice en las encuestas que la desunión es fratricida y que será la causa del fracaso conservador en noviembre. Al menos, ahora, no les falta razón: Obama, cuyo índice de aprobación (47,8) solo supera por un punto al de desaprobación (46,7), seguiría ganando a Romney (49 versus 45) y a Santorum (51 versus 43).

La última genialidad de los estrategas republicanos es repetir la experiencia de 2008: que el tándem electoral lo formen un moderado pragmático (Romney), acompañado por un conservador con sólidos principios (Santorum). Algo parecido a la feliz pareja que formaron McCain y Sarah Palin: un desastre. Esto podría decidirse en la convención de Tampa, Florida.

Hoy, los republicanos tienen que dirimir quién se lleva los delegados de Wisconsin (42), Maryland (37) y el distrito de Columbia (19). En todos los casos, las encuestas preelectorales bien hechas (muestra bien elaborada, fiel reflejo del censo del Estado y lo más amplia posible; metodología adecuada; índice de confianza nunca menor al 95,5% y margen de error del +/-2,3%: los americanos tienen la suerte de ser ricos y pueden permitirse invertir dinero en encuestas que aciertan) dan por victorioso a Romney: obtendría todos los delegados, consiguiendo un empujón monumental cara a la siguiente cita electoral, el 24 de abril, en Nueva York, Pensilvania, Connecticut, Rhode Island y Delaware.

En el distrito de Columbia, Romney tiene todas las de ganar: el perfil sociodemográfico del votante le es favorable; además, los únicos otros candidatos que se han cualificado para competir son Gingrich -que allí tiene muy mala imagen- y Ron Paul -a quien tienen, todavía, menos simpatía-. En Wisconsin y en Maryland es interesante destacar que Romney ha hecho encuestas que le dicen que el 31% de sus potenciales votantes no ven sus anuncios en televisión en el momento de ser emitidos, sino a posteriori, en internet. Así que ha decidido seguir invirtiendo ingentes cantidades de dinero en publicidad, pero dividiéndolas al 50%, entre televisión e internet.

En Maryland votarán a Romney, no por sus principios conservadores, sino porque su principal preocupación es la economía, el gasto público, la deuda y el desempleo: son conservadores fiscales (Tea Party), hombres de negocios, veteranos de guerra, que están convencidos de que Romney es el único capaz de vencer a Obama. Romney ganaría a Santorum, en el peor de los casos, por 17 puntos y, en el mejor, por 25. La última encuesta, hoy, arroja estos resultados: Romney (52%), Santorum (27%). No creo que la diferencia final sean tan abultada: es muy probable que, aunque gane Romney, las zonas urbanas se inclinen por él y las rurales por Santorum. Aunque este matiz es irrelevante, porque el ganador se lleva todos los delegados.

En Wisconsin, la joya de la corona con el mayor número de delegados (42), las encuestas no difieren tanto y son más uniformes en sus resultados: Romney (40,3%), Santorum (32,8%). Para ganar en este estado, el candidato tiene que meterse en el bolsillo tres mercados electorales: Milwaukee (43%), Green Bay (21%) y Madison (13%). Romney ya los tiene.

Publicado previamente en Cinco Días el 3 de abril de 2012