viernes, 30 de enero de 2015

Este y Oeste: dos formas de crecer y generar empleo

Ilustración: un pulso entre dos brazos que representan a Estados Unidos y China.
En mis continuos viajes a Estados Unidos, desde junio de 2009, cuando comenzó la recuperación económica americana, todos los años he visto crecer la ansiedad estadounidense respecto al ascenso económico de China (When China rules the world, Martin Jacques, Allen Lane 2009,). Se refleja en los medios de comunicación, en los más de trescientos libros que he leído sobre la materia y en el sentir de la calle, proyectado en las encuestas que influyen en los políticos norteamericanos.

Según el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) o The Boston Consulting Group, la economía china será mayor que la norteamericana en porcentaje de Producto Interior Bruto (PIB) mundial en 2019: China (18% del PIB) será la economía más grande del planeta, seguida de Estados Unidos (17%). En la primera página de la obra de Friedman y Mandelbaum (That used to be us, FSG 2011) se cita al presidente norteamericano Barack Obama: “No tiene sentido que China tenga mejores trenes que nosotros, o que Singapur tenga mejores aeropuertos que los nuestros. Sabemos que China tiene el ordenador más rápido del planeta: that used to be us, eso solíamos ser nosotros” (Obama, 3 de noviembre, 2010).

Desde la muerte de Mao, en 1977 –y el ascenso de Deng Xiaoping–, China ha creado 400 millones de puestos de trabajo: personas que salieron de la pobreza, y se incorporaron a la clase media (China goes global, David Shambaugh, Oxford University Press 2013). Ciertamente, en las últimas tres décadas, Norteamérica no ha creado tantos empleos. Por supuesto, puede argumentarse la obvia disparidad demográfica: el censo oficial del Partido Comunista Chino
–distinto del oficial del Buró de Estadísticas del Gobierno chino– muestra una población de 1.500 millones de chinos (versus 1,3 de la segunda fuente). El censo estadounidense de julio de 2013 habla de 311 millones de norteamericanos. Son realidades muy distintas, por tanto, que favorecen a Estados Unidos.

Aun así, la pregunta persiste: ¿alcanzará China a Estados Unidos como primera economía del planeta? Con Alan Greenspan (ex presidente de la Reserva Federal estadounidense: The map and the territory. Risk, human nature and the future of forecasting, Penguin Press 2013), afirmamos que no porque, de nuevo, hablamos de realidades diferentes. Demos la respuesta final: cuando, en 2019, China alcance a Estados Unidos en tamaño relativo del PIB mundial, los chinos seguirán siendo pobres y los norteamericanos seguirán siendo ricos…, incluso más ricos. Las mismas fuentes antes citadas (FMI, Banco Mundial) proyectan un PIB per cápita –basado en paridad de poder adquisitivo– de 16.000 dólares anuales para los chinos, versus 66.000 anticipados para los norteamericanos.
Como suele decir Jim O’Neill, inventor del acrónimo BRIC (Brasil, Rusia, India, China) en 2001, y más recientemente del acrónimo MINT (The Growth Map. Economic opportunity in the BRICs and beyond, Portfolio 2011: México, Indonesia, Nigeria, Turquía): “Un mercado de trabajo en ebullición suele ser síntoma de una economía boyante”, aunque no siempre. Y de acuerdo con Simon Baptist, economista jefe de The Economist Intelligence Unit y su director regional en Asia: “El crecimiento económico que genera empleo a lo largo del ciclo es empujado por cambios en la demanda (…); a largo plazo, el potencial de crecimiento económico de un país depende de la oferta: cuántos trabajadores tiene y cuán productivos son”.

Estados Unidos y China, modelos diferentes

Ambos expertos nos ayudan a entender las diferencias en crecimiento económico y generación de empleo entre Estados Unidos y China. Con menor crecimiento económico, Estados Unidos genera más empleo –en términos relativos– que China, a quien además se le acaba el fuelle económico: tras tres décadas creciendo a dos dígitos, la segunda década del nuevo siglo ha visto crecimientos del 7,7-7,5%, crecimiento insuficiente en PIB para generar empleo en China. Estados Unidos, en cambio, aumenta en empleo y productividad, mientras China desacelera en lo uno y en lo otro debido al aumento de los costes laborales y de producción. Este es uno de los motivos que lleva a gigantes corporativos americanos a volver al made in America y repatriar producción a Estados Unidos (Apple, GM, HP, Wal-Mart). En 2019, los costes de producción chinos aumentarán el 102%, versus el 96% estadounidense: los americanos seguirán siendo más productivos que los chinos, dentro de cinco años.

En los últimos 54 meses, las empresas han generado 10 millones de empleos en Estados Unidos: el más largo período de creación de empleo en el sector privado desde 1939 (Departamento de Trabajo estadounidense, septiembre 2014). Entre marzo de 2010 y agosto de 2014, la economía americana ha crecido una media del 2,2% en PIB y cada mes se han creado, también de media, 186.000 empleos netos. Cierto, ambas citas son medias, porque la economía americana creció en el último trimestre un 4,2% (venía de una contracción del -2,9%) y en agosto solo se crearon 142.000 puestos de trabajo, dejando la tasa de paro en el 6,1%. Nuestras predicciones son que Norteamérica alcanzará la ansiada tasa de desempleo del 5,5% (objetivo de la Reserva Federal, con Ben Bernanke y, ahora, con Janet Yellen) a mediados de 2016, lo que podría facilitar que otro presidente demócrata sucediera al actual.

Esto abundaría en las tesis de los economistas de Princeton, Alan Blinder y Mark Watson, que sostienen que la economía americana crece más y genera más empleo con presidentes demócratas que con republicanos, habiendo estudiado la evolución del PIB anualizado y la generación de empleo desde Truman a Obama: “Desde 1961…, los republicanos han dirigido la Casa Blanca 28 años; los demócratas, 24 –dijo Bill Clinton, en 2012. En estos 52 años, el sector privado ha generado 66 millones de empleos. ¿Cuál es el saldo? Los republicanos, 24 millones; los demócratas, 42 millones”. Concluye Blinder: “Y Obama ha añadido (2012-2014) otros cinco millones al saldo.

Blinder (After the music stopped: The Financial Crisis, the Response, and the Work Ahead, Penguin 2013) y Michael Grunwald (The New, New Deal, Simon & Schuster 2012) atribuyen a motivos distintos la creación de 10 millones de puestos de trabajo en Norteamérica con Obama. Blinder, que trabajó con Clinton y con Greenspan, compara la era Obama con la de Clinton y concluye que son los incrementos de productividad, gracias a las tecnologías de la información (TIC), los que más aportan al empleo. Grunwald defiende la tesis de que el paquete de estímulo a la economía (787 billones de dólares) de febrero de 2009, que salvó el automóvil, los bancos, las aseguradoras, la construcción e invirtió en infraestructuras, TIC y energías verdes –por simplificar–, es el motivo de la generación de empleo de Obama.

TIC y empleo en Estados Unidos

Para Bernanke, ex presidente de la Reserva Federal (The FED and the financial crisis, Princeton 2013) y Timothy Geithner, ex secretario del Tesoro (Stress Test, Crown 2014), la respuesta adecuada sería una mezcla de ambas tesis: el crecimiento con empleo de los últimos cinco años ha sido resultado de la inversión pública y privada, el moderado incremento del consumo (70% del PIB americano), bajos precios del petróleo y fuertes aumentos de productividad. En este último punto, ponen énfasis tanto Blinder (demócrata), como Bernanke (libertario, versión más extrema del republicanismo).

Según Blinder, en los años noventa, América se benefició de uno de los crecimientos económicos más fuertes, superior al 3%, gracias a una fuerza laboral que se expandía a más del 1% anual, debido a incrementos de productividad anual del 3%, fruto de la implementación de las TIC en las empresas e Internet. Entre febrero de 1996 y abril de 2000 (segundo mandato del presidente Clinton), la creación de trabajo fue de 240.000 empleos mensuales (como en la primera mitad de 2014). Para ver una recuperación mayor, hay que remontarse a principios de los años cincuenta, cuando hubo un período de 13 meses en que se generaron 315.000 empleos cada mes, con bajo crecimiento económico.

En Estados Unidos, en los años cincuenta y noventa del siglo XX y entre 2009 y 2014 se han producido aumentos de productividad gracias a las tecnologías de la información, que han facilitado el crecimiento económico y la generación de empleo. Por supuesto, la inversión pública y privada, el desarrollo de las infraestructuras y, en última instancia, la capacidad de consumo de los norteamericanos han hecho el resto, pero las TIC son el común denominador que une los tres períodos de expansión. Y es el parámetro que se echa en falta en la economía china –que apostó muy fuerte por el factor trabajo a muy bajo precio, durante tres décadas- y en las BRIC y MINT– de Jim O’Neill, antes mencionadas.

En Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity, and Poverty (Crown 2013), dos economistas de Harvard, Daron Acemoglu y James Robinson, aseveran que las nuevas tecnologías explican el triunfo del Imperio Romano sobre sus contemporáneos, o la primacía de Estados Unidos sobre la Unión Soviética en la Guerra Fría, entre otros ejemplos.

El capitalismo de estado chino, con instituciones políticas que no son inclusivas de la ciudadanía –a pesar de ser el segundo país del mundo con millonarios, 1,5 millones versus los 7,3 millones de Estados Unidos, según The Boston Consulting Group, en junio de 2014–, tiene el germen de la desaceleración de su crecimiento económico, sin el cual China es incapaz de generar empleo (ya vimos que Norteamérica era capaz de crear puestos de trabajo con poco crecimiento). La expansión de China por toda Asia, sus inversiones en América Latina, la compra de materias primas en África hacen que su alcance sea global (As China goes, so goes the world, Karl Gerth, Hill & Wang 2010) y que, por tanto, su potencial ralentización económica pudiere afectar al resto de países BRIC y MINT.
En cambio, la influencia de Estados Unidos –por ejemplo, a través del Acuerdo de Libre Comercio o TTIP con la Unión Europea– en Europa podría ser beneficiosa en términos de PIB y empleo para ambas partes, aunque esta temática se saldría del ámbito de nuestro artículo.

Nota: Este artículo fue escrito durante la primera semana de septiembre.

Publicado previamente en Catalunya Económica

IBM: “¿Quién dice que los elefantes no pueden bailar?”

La frase es de Louis V. Gerstner, quien fuera emblemático presidente de IBM. En su obra, explica la fabulosa y radical transformación del gigante azul en los años noventa. En 1993, con cientos de miles de empleados, falta de sinergias y tecnologías anticuadas, IBM se había convertido en su peor enemigo. Y la competencia hacía daño: los HP (Hewlett-Packard), Sun, Oracle y tantos otros crecían a costa de IBM. Apple vivía su propia transición, en la que Jobs no era protagonista: el mismo Steve Jobs que en 1984 atacó al gigante azul con su famoso anuncio basado en la estética de la película de Ridley Scott, Blade Runner, en que IBM es identificado con el Gran Hermano. Eran tiempos duros para la informática personal y fabulosos para los grandes sistemas, hasta que la tendencia se invirtió y a IBM el cambio cogió desprevenida y con paso cambiado. Tuvo que venir un gestor como Louis V. Gerstner para hacer bailar el elefante (IBM) y provocar en él una reacción que le resucitara. Y lo consiguió con éxito.

Los analistas financieros dicen que, veinte años más tarde de aquellos acontecimientos, IBM está necesitada de una transformación radical. Lo afirman tras constatar que los ingresos de IBM han descendido un 4%, versus las estimaciones, en el último trimestre. La facturación de IBM hoy es la misma que en 2008. Primero Sam Palmisano, después la actual presidenta, Virginia Rometty, han dedicado 108 billones de dólares a la compra de acciones de IBM y 38 billones a la remuneración del accionista.

Con razón, la acción de IBM se ha revalorizado tanto en los últimos años: la propia empresa ha comprado sus acciones como si fueran oro. Los analistas financieros creen que es una forma artificial de inflar el valor y accionistas esenciales de IBM, como Warren Buffett, principal y mejor inversor en Bolsa de todos los tiempos, se ha hecho con el 7% de IBM, superando su aversión “por las empresas tecnológicas, siempre impredecibles”, poniendo sus esperanzas en la generación de EPS a futuro (earnings per share) por parte de IBM.

¿Tiene IBM una estrategia en marcha? 

Rometty no para de decir que sí, al tiempo que explica que los cambios llevan tiempo. Pero el tiempo no está a su favor, como le ha sucedido a Hewlett-Packard (HP), quien tras años de transformación ha decidido separarse en dos empresas (spin off). La presidenta de IBM afirma que la cuestión esencial no es si IBM tiene una estrategia exitosa sino si va a ser capaz de llevarla a cabo con la rapidez que exigen los nuevos tiempos de la “Segunda Era de Internet”.

La alianza en movilidad con Apple y SAP en el cloud, la venta de la fabricación de chips a Globalfoundries (que no su diseño ni el I+D), el traspaso de ordenadores personales y hardware auxiliar a Lenovo, el nuevo foco en Big Data, cloud, servicios (frente al estancado negocio tradicional de hardware, software y servicios de IBM)…, son todos movimientos que forman parte de una estrategia que ya inició Palmisano y ha continuado con fuerza renovada Rometty.

Si la cuestión a resolver, es el tiempo de ejecución, Virgina Rometty tiene un formidable ejemplo en lo que ya hizo Louis V. Gerstner, y publicó en su libro, “¿Quién dice que los elefantes no pueden bailar?”. Basta con adaptar y aplicar el manual a los nuevos tiempos.

Publicado previamente el 23 de octubre de 2014 en Muy ComputerPro

Imagen de Obama hoy, versus legado a largo plazo

Multitud de encuestas anticipan una victoria republicana en las elecciones de mitad de mandato de noviembre de este año. Si así fuere, los demócratas perderían la única cámara que aun controlan -el senado- y el presidente Obama quedaría solo ante el peligro, atrincherado en la Casa Blanca, teniendo que elegir entre cualquiera de las siguientes opciones: firmar las leyes -de sabor republicano- que le envíe el Congreso; vetarlas, o llegar a un entendimiento con los conservadores. Quizá esta última opción fuera la más sensata para facilitar la amable gobernabilidad del país; pero es difícil que llegue a buen puerto, porque los republicanos apuntalan su estrategia electoral en oponerse al presidente. Difícil es que, por tanto, se alíen con él tras la victoria, en caso de que la consigan.

Este es el marco en el que el presidente Obama llega a su vigésimo tercer trimestre como presidente. Muy importante, nos dice la historia reciente, para aquellos presidentes de dos mandatos que, llegan a las vísperas de las elecciones de mitad del segundo mandato... en situación..., "buena" o "mala".

El índice de aprobación de la gestión del presidente Obama, a punto de celebrarse las elecciones legislativas y para elegir gobernadores, influye en el ánimo de los electores y en su orientación del voto. El índice de aprobación de la gestión de Obama en su trimestre número veintitrés como presidente, es del 41,5%, bastante bajo, comparado con el 63% de inicios de su presidencia. Peor es el índice de desaprobación de su gestión, que se sitúa en el 53,4%. Aún así, algunos sostienen que, a pesar de lo que digan las encuestas en el corto plazo, lo que importa son las políticas que ha hecho el presidente y que eso es lo que convierte en un gran político. Así se expresa el Economista y Premio Nobel de dicha disciplina en la última portada de la revista Rolling Stone ("In defense of Obama", octubre 2014).

Veamos cómo ha influido históricamente la percepción de la gestión del presidente, en términos electorales, cara a su partido, en circunstancias similares a las actuales, y qué ha hecho grandes a unos presidentes y a otros. En 1998, Bill Clinton aún no había llegado a su purgatorio personal, que arrastró el país, y la economía crecía y generaba empleo; el índice de aprobación de su gestión era elevado y los demócratas ganaron puestos en la Cámara de Representantes y en Senado. En 2006, cuando pintaban bastos en Irak y en Afganistán, los sucesos del Huracán Katrina erosionaron la imagen de "compassionate conservatism" de George W. Bush proyectando incompetencia, ineficacia y falta de atención a las necesidades de los que peor lo pasan, en pleno vigésimo tercer trimestre de la presidencia de Bush hijo, su partido, el republicano perdió la mayoría en las dos Cámaras del Congreso, propiciando la victoria demócrata de 2006 que anticipó la victoria presidencial de Obama dos años más tarde (noviembre de 2006).

Algo parecido sucedió a los republicanos en el trimestre número 23 de la presidencia de Richard Nixon: consecuencia de la fuerte presión por el escándalo que él mismo había creado (Watergate, agosto 1974), Nixon dimitió. En las elecciones de noviembre de ese año, legislativas de mitad de mandato, los republicanos sufrieron una derrota.

Hay relación entre la percepción que se tiene del presidente, de su gestión, y la orientación del voto en las elecciones legislativas. Cuán grande sea un presidente, en atención a la defensa encendida de Obama por parte de Krugman, es algo que solo el tiempo puede decir. Hay logros de presidentes, que en su momento fueron controvertidos, pero pasado el tiempo se han convertido en grandes hazañas: la política económica de Roosevelt y la creación de la Seguridad Social en 1939, que llega hasta nuestros días; "The Bill of Rights" de LBJ, Johnson, que inició el fin de la segregación racial; el reinicio de pacíficas relaciones con la China comunista de Mao Zedong que hizo Nixon, o las negociaciones nucleares de Reagan con Gorbachev, forzando su mano gracias a la iniciativa "Star Wars", que dio al traste con la economía soviética y, en última instancia, provocó la caída del Muro de Berlín, liberando media Europa.

Sabemos que Obama, sus políticas combinadas con la iniciativa del sector privado, han sacado América de la Gran Recesión y que el país ha crecido una media del 2,2%, creando 198.000 empleos mensuales desde junio de 2009 (54 meses consecutivos, 10 millones de empleos). La Reforma Sanitaria, Obamacare, que provee de seguro médico a 32 millones de nuevos pacientes aún está en sus albores y siempre ha sido controvertida, incluso antes de su aprobación en marzo de 2010.

El hoy y ahora de las encuestas indican castigo al presidente a través de su partido en el Congreso. Si el legado de Obama es percibido más positivamente que hoy a medio y largo plazo, lo sabremos en noviembre de 2016, con las elecciones presidenciales. Entonces, el 53% del electorado tendrá la llave de la presidencia, esto es las mujeres, que en 2012 apoyaron mayoritariamente a Obama (55%).

Publicado previamente el 21 de Octubre de 2014 en mi blog de Cinco Días EE.UU y mercados emergentes

Microsoft: tiempos de necesaria mudanza con Windows 10

El consejero delegado de una de las principales empresas del IBEX me miró y, riéndose afirmó: “Jorge, esto te pasa por ser vanguardista… ¿early adopter”? Mi amigo había visto cómo mi flamante tableta nueva Samsung (con teclado auxiliar) y el sistema operativo Windows 8, ambos recién estrenados (dos años hace), fallaban y tenía que acudir al plan B: portátil de ACER (inmenso), con Intel Core i5 y el fiable Windows 7.

La presentación salió bien. Solo tiempo después supe que Windows 8 había fallado a muchos clientes, tanto en los mercados corporativos como pymes y consumo. Ahora vuelto a instalar el sistema operativo en esa tableta/pc pero ya con Windows 8.1 y el mismo Office Suite de 2010. Combino un sistema operativo moderno, con un interface conocido, en los programas que más uso: Power Point, Word y Excel. Y el caso es que Windows 7 nunca (me) ha dado problemas pero Windows sí 8 falla.

Mi caso no es una excepción, en absoluto. Antes era al contrario. Y en mi mesa de trabajo hay dos PCs, dos portátiles de bastante tamaño, un NoteBook invención de Intel (Semper fidelis, como los Marines americanos, puesto que trabajé como director de marketing para Intel Corp, cuyos recientes resultados económico financieros récord, permiten anticipar un futuro más halagüeño para la informática tradicional).

Los datos de Forrester, IDC, NetMarketShare, Advice Strategic Consultants y otros dicen lo mismo: Windows 8 no triunfa, en el mercado de PCs en su conjunto solo el 13.4% usan Windows 8, o Windows 8.1. No somos muchos, por tanto… Y, en cambio, el 51.2% de los ordenadores funciona con Windows 7; mientras que y el 23.9% es con Windows XP, versión del OS ya no mantenida o “soportada” por Microsoft. De los siete dispositivos de mi despacho solo uno corre en Windows 8.1, el resto funciona con Windows 7 y los trabajadores de mi empresa también con Windows 7 y Office 2010.

Son tiempos de necesaria mudanza en Microsoft. La compañía ya ha anunciado que lanzará un nuevo sistema operativo que correrá en todos los dispositivos. Inevitable hacer la broma fácil: como Sauron en “El Señor de los Anillos de Tolkien”, que fabricó un anillo para dominarlos a todos, también Microsoft dice que Windows 10 funcionará en todo tipo de dispositivos. Será uno, grande y libre, en palabras simplonas: “una familia de productos, una plataforma, una tienda”. Lo dicho, una, grande y libre y no cien pequeñas y cabreadas, que diría el fallecido Manuel Fraga Iribarne.

Es decir, de la autarquía y falta de libertad pasamos a la libertad de libre mercado que es lo que le va a pasar a Microsoft. Su idea no es nueva ya que Bill Gates la tenía en la cabeza hace muchos años, pero antes que él la vio venir Steve Jobs, fundador de Apple. No que el tipo me cayera muy bien. Alguien que afirma, citando a Picasso, que “un buen artista copia; un artista genial roba”, pues honestamente no me convence, siendo tan partidario como soy de las patentes, los copyrights y derechos de propiedad intelectual, que deben ser protegidos para seguir incentivando la innovación y que los autores tengan motivos para seguir trabajando. No obstante, de mis tiempos de estudiante se me quedó grabado uno de los tres principios generales del derecho: “eius sum quique tribuendi” o darle a cada uno lo suyo, definición clásica de la justicia. Jobs no respetaba ni esto, ni otras muchas cosas, como todos saben, gracias a su biografía autorizada y oficial de Isaacson.

Aunque, con Steve Jobs y con Bill Gates, uno no sabe qué fue antes, si el huevo o la gallina, si el uno o el otro, que versiones de la película –como de los sistemas operativos- las hay de todos los gustos y colores.

Lo que está claro, es que Microsoft se la juega. Ha decidido apostar por un branding muy agresivo y significativo llamando al nuevo sistema operativo Windows 10, para destacar que, sin Windows 9 (que se salta a la torera) el 10 lo es todo, es el OS definitivo. Más le vale que sea cierto, porque la era de los monopolios en la informática ha acabado, a pesar de los procesos de concentración empresarial que estamos viendo. Sin olvidarnos de la nube o cloud, donde IBM está dando sorpresas aliándose con tradicionales enemigos como SAP, o de mercados enteros que ignoran a Microsoft Dynamics y se abrazan a lo que funciona, como sucede a las pymes con SAGE.

Bienvenida sea la democracia parlamentaria, la libre empresa y el libre mercado.

Publicado previamente el 17 de Octubre de 2014 en Muy Computer Pro

La internacionalización de Gas Natural Fenosa favorece la competencia

La muy reciente compra –o anuncio de Oferta Pública de Adquisición, OPA, amistosa- de Compañía General de Electricidad de Chile (CGE) por parte de Gas Natural Fenosa es una excelente noticia. Pone de manifiesto la exitosa internacionalización de Gas Natural Fenosa.

Con la compra del primer operador integrado de Chile (gas y electricidad), como ya le acontece en España, Gas Natural Fenosa obtiene el liderazgo más allá de lo que, hasta hace poco podría interpretarse como su mercado natural. Hoy, la pregunta es: ¿dónde están las barreras, dónde las fronteras? Gas Natural compró Unión Fenosa en 2009: aquella fue su última gran compra. Nacional, por un lado, internacional, por otro, porque Unión Fenosa estaba muy extendida por Latinoamérica.

Jorge Díaz Cardiel.
Jorge Díaz Cardiel.

Puede afirmarse que el entorno lógico de desempeño de Gas Natural Fenosa es el mundo. Ya no hay fronteras naturales ni geoestratégicas, ni políticas, lo cual también es una buena noticia. En el mundo de los negocios, los nacionalismos tienen muy poco sentido. Vemos que tienen cabida en regímenes poco abiertos, como el cubano o el venezolano; tampoco en potencias energéticas como Rusia, donde la política manda mucho, especialmente la que emana del poder político del Kremlin.

No es el caso de España, donde un grupo de empresas compite fieramente por el mercado local y por los mercados internacionales. Ahí, existe poco solapamiento. Solo competencia: Gas Natural Fenosa, Iberdrola, EndesaE.ON ya no cuenta, a estos efectos, porque abandona España y la filial en nuestro país de la empresa alemana puede ser adquirida por sus competidores. Gas Natural Fenosa, de la mano de Morgan Stanley y de Riverstone, quiere adquirir los activos de E.ON en España.

El movimiento de Gas Natural Fenosa en Chile, al comprar el segundo suministrador de luz del país, tiene mucho sentido estratégico, al tiempo que la posible compra de los activos de E.ON en España: Gas Natural Fenosa no está compitiendo con Endesa, empresa local, filial española de Enel, sino con su casa matriz, la italiana Enel. Esta se ha hecho con los activos latinoamericanos de Endesa, agrupados en Enersis. Es por tanto una competencia global internacional. De la que debemos sentirnos orgullosos porque espolea la libre empresa y el libre mercado, frente a la formación de oligopolios cerrados e ineficientes o frente al extremo opuesto de la excesiva atomización empresarial.

La internacionalización exitosa de Gas Natural Fenosa es muy buena noticia para dicha empresa, y para el mercado en general. Por tanto, también para los consumidores. Y es parámetro del éxito empresarial de las grandes empresas españolas, conforme demuestra empíricamente el Estudio Advice de éxito empresarial, en su módulo de Compañías de Energía.

 Publicado previamente el 14 de Octubre del 2014 en El Periódico de la Energía

Las empresas tecnológicas cotizan al alza, triunfan y hacen un mundo mejor

Nadie duda del valor de las tecnologías de la información. En España, según la Radiografía de la Pyme SAGE 2014, las pymes (99,88% de nuestro tejido empresarial según INE, Dirce, marzo 2014) consideran imprescindibles las TIC para la gestión de su negocio, otorgándole un peso de 7,6 en escala de 1 a 10.

La gran empresa española, en los sectores esenciales para nuestra economía, también considera que la I+D+i es esencial para el crecimiento, y la generación de empleo, y para el éxito empresarial: Telefónica, primera empresa española por beneficios, al desplegar la fibra óptica contribuye al 0,1% del PIB, cada año. Es la empresa que más invierte en Innovación, en España.

La banca, la sangre que hace que la economía viva, tiene ejemplos como La Caixa-CaixaBank, quien durante varios años seguidos no para de recibir premios de The Banker, Euromoney, y otros como el primer y más tecnológico banco del mundo. El Corte Inglés, primera empresa de distribución de España, está triunfando en Internet gracias al comercio electrónico, expandiéndose por Europa. Gas Natural Fenosa destaca en los estudios Advice de éxito empresarial como la compañía energética de gas y electricidad que más invierte en innovación de todo su sector y lo convierte en uno de los parámetros de su éxito empresarial. Abertis, primera compañía de gestión de infraestructuras del mundo, tiene una división exitosa de telecomunicaciones….

Los ejemplos son muchos entre la gran empresa española y la pyme sigue su ejemplo apoyándose en expertas empresas tecnológicas como SAGE, para triunfar en su negocio. En Estados Unidos, cuna de las tecnologías de la información, el valor de las TIC ha hecho que las cincuenta mayores compañías tecnológicas por capitalización bursátil tengan un valor inconmensurable, es decir, que se sale de los límites normales de medición.

En octubre de 2014, Apple vale en Bolsa 469.768,6 millones de dólares; Google, 310.748,9 millones; Microsoft, 300.968,1 millones; Alibaba (la cuarta, y una que no es norteamericana, sino China, con sede en Hangzhou), 171.980,3 millones, dato impresionante puesto que acaba de salir a Bolsa en Norteamérica y solo tiene 20.000 empleados (frente a gigantes, como la todavía existente Hewlett-Packard, a punto de dividirse en dos, y con 330.000 empleados).

La quinta es Facebook, una empresa con una sola década de existencia, que ha revolucionado la forma en que personas y empresas se relacionan en su vida diaria, a través de las redes sociales, con un valor de 154.247,7 millones; IBM (149.522,7 millones), que sigue siendo una gran empresa y que, curiosamente, tras décadas de enfrentamiento radical, ha alcanzado un acuerdo con Apple, por el que ésta vende al mercado corporativo y aquella al del consumo: viejos enemigos convertidos en amigos, gracias a Virginia Rometty y a Tim Cook, ambos con visión estratégica y pragmática. Oracle (136.855,4 millones), con un presidente ejecutivo que da un paso atrás para coger impulso y apretar las tuercas a sus dos nuevos CEO, dedicándose a lo que le gusta: mandar, ganar dinero, navegar y, en sus ratos libres, impulsar la tecnología en Oracle, eventualmente comprando empresas.

También está Intel, que aún reina de los microprocesadores y cogiendo carrerilla en el nuevo mundo de la movilidad, con un valor bursátil de 133.381,9 millones; Amazon.com (116.368,7 millones), el paladín del comercio electrónico mundial y enfrentado con libreros en Francia, y con toda la distribución tradicional en el mundo entero, excepto en España, donde El Corte Inglés online vende más que ella; Tencent, también china, (de Hong Kong y un valor en Bolsa de 111.480,9).

La décima vuelve a ser estadounidense, Qualcomm, y es la única cuya capitalización está por debajo de los 100.000 millones de dólares, con 99.242,3. Por supuesto, los valores en Bolsa, varían, y esto sucede especialmente en empresas muy exitosas como Apple, cuando lanzan un nuevo producto o un inversor activista, como Carl Icahn, exige que la empresa recompre acciones para aumentar su valor y la rentabilidad y remuneración para el accionista. También, lógicamente, hay más empresas, de gran valor: SAP, Ebay, Hewlett-Packard (aunque ésta, con una facturación de 118.000 millones de dólares, vale en Bolsa solamente 52.469,4, es decir, que Telefónica factura y vale en Bolsa más de lo que HP es considerada por los mercados bursátiles), EMC, etc. Las empresas tecnológicas no solo están vivas y coleando, también triunfan y obtienen beneficios (no como en la burbuja tecnológica de las “punto.com” de los años 90 del siglo pasado). Y valen mucho en Bolsa, y generan valor para sus accionistas, además de, como quería Steve Jobs, “are making the world a better place”, construyen un mundo mejor.

Publicado previamente el 10 de octubre del 2014 en Muy Computer Pro