viernes, 11 de junio de 2010

La reforma financiera de Obama y el diálogo con China

El 20 de mayo de este año Obama conseguía sacar adelante en el Senado su reforma del sistema financiero norteamericano. Posiblemente, un texto definitivo, refundido con las aportaciones de Senado y Cámara de Representantes, verá la luz durante el año 2010.

El pasado 22 de abril, en Cooper Union (Nueva York), en el mismo lugar en que –en campaña electoral, dos años atrás- Obama anunció por primera vez su deseo de reformar Wall Street, el presidente recordó: “Creo en el poder del libre mercado: pero el libre mercado nunca fue una carta blanca para conseguir cualquier cosa a cualquier precio”. Obama no pretender ponerle puertas al campo, con su reforma, sino evitar que vuelva a producirse otra debacle financiera como la crisis de crédito de 2007-2010. Con la nueva regulación de Wall Street, las entidades financieras no podrán crecer a toda costa y deberán mantener un mayor equilibrio entre su endeudamiento y su capital y reservas. Aplicando la llamada “Regla Volcker” (la que lleva el nombre del Presidente del Consejo Asesor de Recuperación Económica de Obama, y fue presidente de la Reserva Federal con Ronald Reagan, Paul Volcker), los bancos no podrán invertir los depósitos de sus clientes en los mercados. Se quiere evitar que, si esas inversiones resultan fallidas, con la caída de las instituciones financieras, se vean arrastradas también las familias y empresas que les han confiado sus ahorros.

A partir de ahora, no será el erario público quien rescate a los bancos, si éstos se hunden, como sucedió en 2008 y 2009. El sector financiero creará un fondo a tal efecto. Habrá más transparencia en productos derivados y se incrementará la protección de los consumidores, entre otras medidas, mediante la creación de la Agencia de Protección del Consumidor Financiero. En su discurso radiofónico de los sábados (15 de mayo de 2010), Obama pedía que se aprobara la reforma financiera como una forma fundamental de proteger a los ciudadanos: “La Reforma de Wall Street redundará en una mayor seguridad para la gente corriente”. Y Obama aludía a su responsabilidad como Presidente a la hora de evitar nuevas crisis económicas como la de 2007-2010, mediante su reforma financiera: “Mi responsabilidad como presidente no consiste solamente en sacar a nuestra economía de esta recesión. También consiste en asegurarnos de que una crisis financiera como la que causó la actual recesión no vuelve a suceder otra vez: esto es lo que la reforma de Wall Street nos ayudará a conseguir”.

Obama prometió al presidente chino, Hu Jintao, el 1 de abril de 2009, que Norteamérica reformaría su sistema financiero: en el mismo momento (20 de mayo de 2010) en que la Delegación norteamericana se dirigía a China para entablar el Diálogo Estratégico y Económico entre Estados Unidos y China, el Senado norteamericano aprobaba la reforma financiera de Wall Street. Una reforma apoyada también por más de dos tercios de la ciudadanía norteamericana, tanto demócrata como republicana.

Jorge Díaz-Cardiel. Tribuna publicada por el Diario Negocio el 10/06/2010

lunes, 7 de junio de 2010

El honor de los sondeos electorales

Los sondeos electorales o de carácter político tienen la molesta cualidad de mostrar las tendencias de los ciudadanos en intención de voto o su opinión sobre cuestiones candentes y resulta por ello lógico que sean denostadas por unos u otros cuando no reflejan lo que ellos consideran su realidad. Los que nos dedicamos de manera profesional a la elaboración de estas magníficas herramientas sociológicas estamos más que acostumbrados a esta situación y contamos de antemano con un considerable caudal de críticas al resultado de nuestro trabajo. Pero cuando conceptos como manipular, amañar o cocinar sondeos se convierten en piezas del lenguaje común y se instalan de forma machacona en el entorno social, entonces llega el momento de poner algunos puntos sobre algunas íes.

Cualquier sondeo, y mucho más uno de carácter electoral o político, es el fruto de una metodología muy precisa en la que intervienen elementos científicos y éticos. Y me gustaría incidir en los éticos, pues son los que confieren respetabilidad a los datos que fluyen de las frías, aunque exactas, fórmulas estadísticas. Según cómo se plantee el sondeo y cómo se respeten una serie de cuestiones previas depende en gran medida la veracidad del resultado final. Y aquí, la ética nos impone una serie de ideas muy claras. No aceptamos resultados previos por parte del cliente que generen titulares vistosos en los medios de comunicación. En casi todas las ocasiones, son el resultado inevitable de una serie de preguntas que sólo sirven para provocar al encuestado o que estén formuladas de manera que unas respuestas influyen en las siguientes.

El equilibrio en el cuestionario, llegando incluso a redactar las preguntas de la misma manera que en sondeos anteriores para asegurar una comparación rigurosa, es algo que cuidamos de forma estricta. Aplicamos un estricto control de calidad para verificar a quién se llama para hacerle la encuesta, qué cuestionario se le hace y cómo se gestionan los datos obtenidos. Todos los datos y todas las ponderaciones estadísticas que hacemos las guardamos en bruto para que cualquiera pueda comprobar la exactitud de los resultados obtenidos.

Nosotros, los artífices de los sondeos, no determinamos los resultados e incluso en el caso de que ese resultado resulte verdaderamente sorprendente, si la metodología ha sido la correcta, los publicaremos y aguantaremos el chaparrón. Siempre, en todos los casos, negociamos con nuestro cliente la forma de presentar los resultados. Nuestra integridad profesional está en juego en ese momento. En los medios no abundan los expertos estadísticos y la búsqueda de un titular atractivo es siempre imperiosa, por lo que es necesario mostrar el que de verdad refleja el resultado del sondeo, sea el que sea. Con una metodología matemática que no entiende de subjetividades, un análisis riguroso de los datos y unos planteamientos éticos cuidados al extremo, trabajando -como mínimo- sobre una muestra de 1.000 encuestados y con un margen de error del 3%, las empresas de sondeos somos capaces de mostrar la realidad social sobre una cuestión política o económica concreta, con una aproximación o índice de confianza del 95,5%.

Los sondeos electorales o políticos esporádicos muestran la realidad del aquí y ahora, no pronostican nada. Muestran la clasificación en un momento concreto, no quién va a ganar la Liga. De ahí la necesidad de no dar valor absoluto a un único sondeo o a una sola toma de datos en un momento concreto del tiempo: lo razonable y honesto es adoptar la postura de medir consistentemente a lo largo del tiempo, para estudiar la tendencia evolutiva, tener en cuenta tanto hechos especiales o extraordinarios que pueden alterar el curso de los acontecimientos, así como el devenir corriente en que no hay altibajos en el estado de ánimo de los encuestados. Los comportamientos y las tendencias se anticipan siempre y cuando hayamos medido con muchísima frecuencia, y con muestras muy amplias a lo largo del tiempo.

Como hizo la Campaña por América del presidente Obama, durante los años 2007 y 2008 en su carrera hacia la Casa Blanca, cuanto más frecuentes y abundantes sean las encuestas, mejor. Mayor muestra -siempre y cuando ésta haya sido elaborada con criterios estadísticos rigurosos-, que representa fielmente el universo de potenciales votantes, siempre es garantía de mayor índice de probabilidad y de reducir el margen de error (hasta un límite matemático, claro está). Utilizar las metodologías más adecuadas: en ocasiones, entrevistas personales; otras, telefónicas. Con ciertos colectivos de posibles votantes, las encuestas online, a través de internet, suelen ser especialmente eficaces. Y, siempre que sea posible, utilizar -combinándolas-, tanto técnicas de investigación cualitativa como cuantitativa, y con tanta asiduidad como sea posible.

De esta manera sí es posible anticipar comportamientos y predecir tendencias; aunque, como todo en la vida, el acertar, exija más dedicación, recursos y esfuerzos.

Jorge Díaz-Cardiel. Tribuna publicada en Cinco Días el 7 de Junio de 2010