domingo, 12 de julio de 2009

Brotes verdes: falacias y molinos de viento


Acaba de celebrarse en Italia, la última reunión del G-8, los ocho países más industrializados del mundo. A esta cita fueron invitados los países emergentes BRIC (Brasil, Rusia, India y China). España, decepcionada, fue simplemente invitada a participar en una mesa redonda, donde presidió una conferencia sobre ayuda al Tercer Mundo.

Sin embargo, los debates importantes acerca de cómo salir de la actual crisis económica no tuvieron lugar en la mesa presidida por España: los países más ricos del mundo -y los cuatro países cuyas economías emergentes les van pisando los talones- estaban más interesados en la reforma del sistema financiero mundial, en impulsar la globalización, sinónimo de conectividad económica que evita el proteccionismo, o en tomar decisiones sobre crecimiento sostenible que mantenga a raya el cambio climático, que en tomarse en serio la propuesta del Gobierno Español de contribuir con 50 millones de euros a la reconstrucción del Castillo de Carlos V, destruido por el terremoto que asoló la ciudad en que se celebró la Cumbre del G-8.

Si uno lo piensa fríamente, es absolutamente lógico que los países más ricos del mundo, aquellos que tienen las economías más dinámicas, competitivas y productivas, no nos tomen en serio. Mientras el Presidente Obama está pensando en sacar adelante en el Congreso y en el Senado norteamericanos un nuevo paquete de estímulo fiscal que impulse la economía de su país; cuando Francia o Alemania animan a poner en valor “el trabajo esforzado” como fórmula para salir de la crisis…; el Presidente del Gobierno Español habla de brotes verdes en la economía española. Lógico que nadie le haga caso: la situación de la economía española es tan desastrosa y esto es tan conocido por todos a nivel internacional, que al gobierno español no se le concede ni el beneficio de la duda sobre la veracidad de unas afirmaciones sobre la presunta salida de España de la crisis.


El Premio Nóbel Krugman ya se lo dijo a Zapatero...

Ya se lo dijo el premio Nóbel de Economía 2008, Paul Krugman, en Madrid al señor Rodríguez Zapatero el pasado 16 de marzo: España tardará entre cinco y siete años en salir de la crisis; España sólo saldrá de la crisis si el resto de los países más importantes de Europa (sus locomotoras, Francia y Alemania), salen primero de la crisis “y tiran” de la economía española hacia arriba. Y, aún así, le dijo un Krugman que no es sospechoso de ser de derechas, sino todo lo contrario, cuando España salga de la crisis, los españoles tendremos, per cápita, una riqueza neta inferior en un 15% a la que teníamos antes de este desastre económico que estamos sufriendo.

Paul Krugman se auto define como un hombre de izquierdas en Estados Unidos, donde el calificativo de “liberal” (en el sentido norteamericano de la expresión) ya es de por sí suficientemente de izquierdas para los estándares americanos. Sin embargo, aparentemente, Zapatero ni se inmutó ante las admoniciones de un Premio Nóbel de Economía que le animaba a tomar decisiones importantes para salir de la crisis: reforma laboral, reforma del sistema financiero, reforma de las Administraciones Públicas, etc. Zapatero parece que hizo oídos sordos y, tres meses más tarde, entona la canción de los brotes verdes, como si continuara en campaña electoral.

¿Qué ha pasado en estos tres meses, tras la visita de Krugman a España? Más aún, ¿qué ha pasado en el primer semestre del año y qué va a pasar de ahora en adelante? Tanto el Banco de España como el Instituto Nacional de Estadística han publicado sus últimos informes: los resultados son absolutamente desastrosos. Y, tanto el Banco Mundial, la OCDE, y el FMI, en sus últimos informes coinciden en que, este año, el PIB de España decrecerá un -4,2%. Según prevén, el año que viene decreceremos solamente un -0,9%. Y, con suerte y si se cumplen, por ejemplo, las previsiones de Krugman, empezaremos a tener tímidos crecimientos positivos inferiores al 2% (un máximo del 1,8%) a partir del 2011.


El estado de la economía española en el segundo aniversario de la crisis
¿Y cómo está nuestra economía en estos momentos, cuando el 18 de julio se cumple, oficialmente el inicio de la crisis económica internacional? Ese día, Bear Stearns decidió cancelar los dos fondos de inversión que tenía vinculados a activos tóxicos, a hipotecas subprime. Ese día, de manera simbólica, empezó el desastre en que hoy nos encontramos.

En las últimas dos semanas, hemos sabido, por ejemplo que, según la Central de Balances del Banco de España, el beneficio de las empresas españolas ha decrecido un 21,5%. No está mal para ser un brote verde. El INE levantaba acta de que, en el mes de mayo, el Indice de Producción Industrial nacional tenía una caída del 20,5% en mayo, respecto al mismo mes del año anterior.

La construcción y el turismo, los dos motores de la economía nacional, siguen sin levantar cabeza. El Plan de Empleo local, que tiene levantados ayuntamientos y ciudades en un mar de zanjas, provee de empleo barato a trabajadores en paro de la construcción, pero esto es pan para hoy y hambre para mañana: ni se podrán volver a abrir las mismas zanjas (bueno, con Zapatero, nunca se sabe) ni se puede eternamente estar remozando cementerios y polideportivos en los ayuntamientos de España: y, aunque se hiciera esta majadería por orden el Presidente del Gobierno para crear empleo, ¿qué aportación real supondría esto a la economía nacional? ¿Será ésta su genial idea para cambiar el modelo productivo del país?

El turismo arroja datos muy malos en los seis primeros meses del año: la entrada de turistas extranjeros en España se ha reducido en un diez por cierto con respecto al mismo período del año anterior. Junio, que ya es temporada turística, no ha revertido esta tendencia negativa. Y el Ministro del ramo, Miguel Sebastián, anima a los españoles a que se apunten al turismo nacional en vez de salir al extranjero.

Quizá el ministro olvide que el índice de confianza de los españoles está por lo suelos y, en estas circunstancias, los españoles no están por gastar (un 3,6% menos), sino, en el mejor de los casos, si pueden, están por ahorrar (un 14,1% más): como consecuencia, la demanda interna, el consumo, no remonta. Y, si no se consume, no se produce: dato del INE: la producción de vehículos, ha caído un 46,2% en los primeros seis meses del año; y el resto de industrias ha descendido un 38,1%. Confieso que no tengo estado de ánimo para hacer ironías: ¿pero a esto le llaman brotes verdes?

El Gobierno ha respirado un tanto tranquilo porque los datos del paro del mes de junio han sido mucho mejores de lo esperado: 55.000 parados menos en las listas del INEM (ahora, Servicio Público de Empleo). Pero, desde ámbitos tan distintos como CCOO o Funcas, se le ha dicho al Gobierno que, ese mismo dato, desestacionalizado (es decir, sin tener en cuenta que, gracias a la temporada turística y a la puesta en marcha del Plan de Empleo Local), hubiera supuesto que 145.000 españoles hubieran perdido su puesto de trabajo. Dato que se asemeja más a la destrucción de empleo del cuarto trimestre de 2008 y primer trimestre del 2009, en que la media mensual de destrucción de empleo, ha sido de unos 200.000 empleos perdidos, cada mes. Frente a los datos de paro del Gobierno, la Comisión Europea hizo públicos sus datos de paro para España, en mayo: 4,4 millones de parados; muchos más de los que dice el Gobierno.

Evidentemente, esto tiene efectos inmediatos en la economía real, junto al drama que perder el puesto de trabajo supone para el trabajador y su familia. Para empezar, en el número de afiliados a la Seguridad Social. En vísperas de las Elecciones Generales de 2008, Zapatero sacaba pecho: más de 20 millones de afiliados, cotizando. En los últimos doce meses, se han esfumado 1,2 millones de cotizantes: disculpen la reiteración: ya no cotizan y, por tanto, dejan de aportar a las arcas de la Seguridad Social, que soportan pensiones, Sistema Nacional de Salud, etc.

Con empresas que pierden dinero, trabajadores que se quedan sin empleo y familias que no consumen, las arcas públicas se resienten, y mucho, porque la recaudación fiscal se ha reducido dramáticamente, en lo que llevamos de año: la recaudación fruto de los impuestos de IRPF y Sociedades ha descendido una media del 20%. La recaudación por IVA (que refleja el consumo) ha caído aún más: una media del 30%.

Sin embargo, el Gobierno gasta más, mucho más, y se endeuda más. El déficit público, desbocado en el último trimestre del 2008 suponía un 3,8% del PIB. El Pacto de Estabilidad en Europa no nos permite pasar la barrera del 3%: en lo que llevamos de año, el déficit público supone más de un 8,2% del PIB y, casi con toda certeza, rondará el 10% en el conjunto del año. Es lógico pensar que, si el Estado se endeuda, alguien habrá de pagar la factura. No serán los políticos quienes lo hagan, sino los ciudadanos, quienes lo haremos: me temo; nos tememos todos, habrá subidas de impuestos, y no sólo de los impuestos especiales, sobre el alcohol, el tabaco o la gasolina. Sino que, tarde o temprano, acabarán subiendo tanto el IRPF como el Impuesto de Sociedades. Y, al tiempo: aunque el consumo siguiera en tasas negativas, también gravarán el IVA.

Precisamente la subida de impuestos es algo a lo que los ciudadanos no están dispuestos. Al menos, los ciudadanos de los 22 países que conforman el 75% de la riqueza mundial por su contribución al PIB planetario, donde está incluida España, no están por la labor de subir impuestos. Aquí la expresión “planetario” no tiene nada que ver con el sentido que le dio Leire Pajín, Secretaria de Organización del PSOE, a la coincidencia en el tiempo de Obama y Zapatero. Aunque suene a ironía, nosotros hablamos de cosas serias.

La opinión de la gente sobre los brotes verdes

Para mí, este punto es especialmente importante: lo que los ciudadanos piensan es muy relevante para la economía, porque, en palabras de Alan Greenspan, el que fuera Presidente de la Reserva Federal Americana desde 1987 hasta 2006, son el pánico, las crisis de confianza de las personas, en una palabra, la psicología, lo que genera las crisis económicas.

En su biografía “The age of turbulance”, cuenta que, cuando estuvo al frente de la Reserva Federal, cada vez que sus asesores le traían informes económicos que anticipaban cambios de tendencias a la baja o la inminencia de crisis económicas, él inmediatamente acudía las encuestas. Encuestas que le decían el estado de ánimo de la gente, su grado de confianza, su disposición a gastar o a ahorrar, etc.

El lo hizo siempre así, durante los 60 años que dedicó a la economía, donde como analista y consultor durante 40 años, combinó la ciencia de los estudios macroeconómicos con los de la investigación de mercado, para mejor asesorar a sus clientes y, luego, a los políticos, durante 20 años.

Algo parecido dice que ha hecho siempre Warren Buffet, el Oráculo de Omaha, el inversor más impresionante de todos los tiempos, el segundo hombre más rico de la tierra, después de Bill Gates. En la única biografía autorizada por él, “Snowball, the Business of life”, Buffet también acude a la combinación de encuestas y estudios económicos antes de tomar decisiones de inversión. Y, en general, no le ha ido mal.

En ese sentido, según los últimos Estudios de que dispongo, de esta misma semana, un 90% de ciudadanos de los 22 países más ricos del mundo prefiere que los gobiernos reduzcan gastos a que incrementen los impuestos. Justo lo contrario que lo que hace el Gobierno español, y va a seguir haciendo.

Más aún, en EEUU, por ejemplo, según el Indice de Confianza de los Ciudadanos elaborado por la Universidad de Míchigan, hecho público en julio, con datos de junio, la confianza económica de los americanos ha caído a mínimos históricos, justo cuando se han hecho públicos los datos del paro en los EEUU en junio, con 564.000 empleos perdidos. Esto supone, para América, una tasa de paro del 9,4%. Pues si ellos se deprimen, con una tasa de paro del 9,4%, imagínense nosotros, los españoles, que ya hemos alcanzado la tasa de paro del 18,4%, acabaremos en el entorno del 20% al finalizar el año (cerca de cinco millones de parados) y, no es por ser catastrofista, según el panel de analistas de Funcas, los datos para el año que viene, podrían ser incluso peores. No voy a entrar en detalles de un estudio del mes de junio de UBS que cifraba la tasa de paro para España en 2010 en el entorno del 25%, tres puntos superior a la más alta alcanzada en la crisis de 1993-1996.

¿Y a todo esto le llaman brotes verdes? Por supuesto que todos estamos deseando que haya buenas noticias económicas y que la crisis se acabe cuanto antes. Pero lo anhelamos sin mentiras, y deseando que cada uno haga sus deberes. Por ejemplo, si el Gobierno tiene un plan para cambiar el modelo productivo del país, que lo ponga encima de la mesa cuanto antes, por ejemplo. Porque con animarnos a todos a meternos en el mundo de las energías renovables, como la panacea de todos los problemas, me temo que no solucionamos el problema: ¿se van a crear 4 millones de puestos de trabajo en torno a los molinos de viento? O Zapatero no ha leído el Quijote o, lo que es peor, tiene alucinaciones tanto o peores que las del Quijote.

Podría seguir ad eternum, hablando de los brotes verdes y de la falacia que suponen: desgraciadamente, los datos son francamente malos y demasiado abundantes. Creo que es el momento de empezar a hablar de soluciones, de cómo salir de la crisis. Para empezar, esta cuestión hay que enmarcarla en sus justos términos: ¿qué es salir de la crisis? Para los expertos en economía, salir de la crisis supondría que, por ejemplo, unas quince variables macro mejoren sustancialmente. Muy bien, ¿y para el consumidor/ciudadano de la calle? Según mis últimos estudios, un 63% de los ciudadanos, consideran que el empleo es el indicador más importante para medir el éxito o fracaso de las medidas económicas. Y esto, en un momento en que un 74% de españoles creen que la situación económica sigue siendo mala o muy mala.

En el caso español, está demostrado que sólo creamos empleo cuando crecemos por encima del 3%, en PIB. Ya hemos visto que, en el mejor de los casos, en el 2011 estaremos en el entorno del 1,8%; no llegamos ni al 2%. Y así parece que estaremos una larga temporada, según el Premio Nóbel de Economia de 2008, Paul Krugman.

Por tanto, ¿qué hay que hacer para crecer, cuanto antes, por encima del 3% y crear empleo, saliendo de la crisis?

Este será el objeto de nuestro siguiente artículo y, por tanto, dejo la respuesta para entonces.


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