martes, 1 de diciembre de 2009

“Right from the beginning” Pat Buchanan, Director de Comunicación de Ronald Reagan (1985-1987)


El Director de Comunicación que quiso ser Presidente


Patrick (“Pat”) J. Buchanan, periodista, es autor de más de media docena de libros sobre política, relaciones internacionales y el papel de América en el mundo. Sobre todo, es abanderado de un tipo de revolución conservadora radical que se sitúa a la derecha de Ronald Reagan y los llamados “neocons” o neoconservadores que le sucedieron.

En su primer libro de memorias, “Right from the beginning” (publicado en diciembre de 1988) llama extraordinariamente la atención que Buchanan apenas dedique atención –es decir, espacio, páginas-, a sus “jefes”. A Nixon, para quien trabajó durante ocho años como “senior political advisor”, le despacha en un capítulo: insisto, brevedad absoluta sobre ocho años de vida profesional, trabajando muy cerca de uno de los Presidentes más polémicos de Norteamérica, en todo el siglo XX (Nixon es equivalente a, por ejemplo: el Caso Watergate que le llevó a dimitir, la apertura de las relaciones con China, la crisis del petróleo en 1973 y la Guerra árabe-israelí de Yom Kippur, la Guerra de Vietnam y las tormentosas relaciones entre Nixon y su mano derecha en política exterior, Henry Kissinger, entre otras muchas cosas).

Con Gerald Ford, que sucedió a Nixon en la Presidencia y duró poco en el cargo, trabajó muy pocos años y, quizá, Buchanan no consideró importante mencionar su trabajo para un Presidente “irrelevante”.

En el caso de Ronald Reagan, la ausencia de referencias es todavía más sangrante debido a la enorme relevancia de la Presidencia de Reagan para la historia de América. Buchanan trabajó como senior political advisor, para Reagan. Y fue su Director de Comunicación entre 1985 y 1987. Sin embargo, en este libro de memorias publicado en diciembre de 1988 (justo cuando Reagan va a dejar de ser Presidente y le va suceder George Bush Padre), Buchanan apenas menciona a Ronald Reagan. Extraño y curioso, al menos.

Una primera lectura, poco atenta, podría llevar a interpretar el silencio de Buchanan hacia Reagan, el gran autor, inventor y motor de la Revolución Conservadora en el Partido Republicano, como un pasar por alto un período profesional poco brillante para Buchanan. En los años en que sirvió a Reagan, Buchanan fue un Director de Comunicación muy polarizador: acuñó la frase “I am a Contra, too”, “yo también soy un Contra”, para apoyar la política del Presidente, a favor de los Contras en Nicaragua, frente a los Sandinistas de Daniel Ortega. En dicha frase, Buchanan ya se va retratando: más que transmitir política que hacen otros (Reagan), Buchanan quiere articular su propia agenda. De hecho, su libro de memorias es más un libro sobre sus propias ideas políticas, que sobre los Presidentes a los que sirvió. Buchanan se da más importancia a sí mismo que a sus Jefes.

Como Director de Comunicación de Reagan, Buchanan defendió públicamente a Oliver North, el comandante que, bajo órdenes del “entorno más cercano al Presidente”, vendió armas a Irán, a cambio de la liberación de rehenes americanos en el Líbano (presos de Hizbulá, grupo chií muy cercano a los ayatolás de Irán) y, con ese dinero, financió la guerra ilegal americana y de los “Contras” en Nicaragua, frente al gobierno marxista de Daniel Ortega. Todo esto no es cuestión baladí: este escándalo casi le costó la Presidencia a Ronald Reagan. “Alguien” se saltó la ley a la torera y llevó a cabo actos ilegales para cumplir supuestos mandatos presidenciales. Reagan negó todo conocimiento de los hechos, aunque sus políticas eran claras y explícitas: luchar contra la expansión del comunismo en el continente americano, con todos los medios a su alcance. Varios miembros del Staff de Reagan tuvieron que dimitir, por el “escándalo Irán-Contra”. No fue el caso de Buchanan, único miembro del Equipo Presidencial que dio la cara y defendió abiertamente a Oliver North, quien a las órdenes de Bud McFarlane (Asesor del Presidente en el Comité de Seguridad Nacional), fue brazo ejecutor de las más negras políticas de Reagan.

Buchanan está asociado a la polémica, como Director de Comunicación. Cuando, en 1985, Reagan visitó el cementerio germano de Bitburg, en que además de soldados del Ejército Alemán, había 48 miembros de las Waffen SS, Buchanan hace unas declaraciones explosivas…, letales para el Presidente Reagan: “no podíamos dejar que la opinión pública creyera que el Presidente había cedido a las presiones del lobby judío”. ¿Se puede ser más políticamente incorrecto? Cuando Reagan anunció que iba a visitar dicho cementerio, aún no sabía que había soldados de las SS (asesinos de judíos, víctimas del Holocausto nazi). La opinión pública mundial se le echó encima. Reagan cuenta en sus memorias que “hasta Nancy mostró su oposición a mi visita: Ron, tengo el presentimiento de que, en esto, estás equivocado”. Pero Reagan no quiso dar su brazo a torcer e, incluso, cuando supo quiénes estaban enterrados allí, mantuvo su decisión de acudir al cementerio, para no ofender a los alemanes. El objetivo de la visita era recuperar las relaciones con el antiguo enemigo, Alemania, mediante la honra a los soldados caídos. Pero a Reagan el tiro casi le salió por la culata, porque, efectivamente, el lobby judío americano se le echó encima y, con él, la prensa y la opinión pública mundial. Casi, ni siquiera es Reagan quien tiene que defenderse o explicar sus actos: es Buchanan quien lo hace por él. Buchanan, realmente, no defiende al Presidente: El Dircom defiende su propia visión geopolítica.

La “gracia” del asunto es que Ronald Reagan, en su propio libro de memorias “An American life”, publicado en 1990, un año largo tras dejar de ser Presidente, tampoco hace mención de Pat Buchanan. Y, en su larguísimo y muy detallado volumen (censurado parcialmente por Nancy Reagan) de “Diarios Presidenciales”, publicado a finales de 2007, Reagan apenas habla de Buchanan. Esto es muy llamativo, porque Reagan desciende a mucho detalle en sus diarios presidenciales, que abarcan de 1980 a 1989. Habla de todos y cada uno de los personajes que le rodean en la Casa Blanca, excepto de su Director de Comunicación.

¿Por qué unos (Presidentes) y otro (Dircom) se ignoran mutuamente en sus respectivas memorias? Por una muy sencilla razón: porque Buchanan quería ser él mismo Presidente y, de hecho, tuvo y tiene en muy poca estima a los Presidentes a los que sirvió. En otras palabras, Buchanan cree que el único y verdadero merecedor del cargo de Presidente era él y no Nixon, Ford o Reagan. Con razón no habla de ellos en sus memorias: el protagonista es él y sus ideas, no unos presidentes indignos del cargo, en su opinión, enormemente subjetiva, por cierto.

En 1986, aún siendo Reagan Presidente, y él todavía Director de Comunicación, Buchanan da un discurso en que afirma que “sólo el tiempo dirá si, verdaderamente, el Presidente Reagan ha iniciado una Revolución Conservadora que durará décadas”. En realidad, es Buchanan quien desea liderar esa revolución. Considera que Reagan es demasiado “soft”; que no está suficientemente a la derecha. Sin embargo, el paso de los años acabará dando la razón a Reagan y no a Buchanan. Reagan gobernó ocho años; le sucedió el Vicepresidente Bush Padre. Clinton gobernó ocho años, gracias a la aparición de un independiente (Ross Perot, en 1992 y 1996) que robó millones de votos a los republicanos que, además, estaban divididos. En 2000 y 2004, George Bush Hijo devolvía la Casa Blanca a los republicanos. En 2008, por un margen no demasiado elevado, Obama recupera la Casa Blanca para los Demócratas. En América, se considera que, el último cuarto de siglo ha sido Republicano, conservador.

Sin embargo, ¿Quién lidera la Revolución Conservadora de estos últimos 25 años? ¿Buchanan, el periodista, comunicador y Dircom, o el Presidente Reagan? La respuesta la dieron todos los candidatos republicanos a las elecciones presidenciales de 2008. En los diversos debates electorales que celebraron en la Ronald Reagan Presidencial Library, todos, uno detrás de otro –incluido McCain, por supuesto-, afirmaron ser dignos sucesores de la herencia Reagan. Nancy Reagan tuvo que hacer un endorsement (apoyo) de todos y cada uno, para que hubiera paz en el bando republicano. Ninguna mención a Buchanan. El vencedor fue el actor/comunicador Ronald Reagan, no el intelectual/extremista, Pat Buchanan.

Buchanan se presentó como candidato republicano presidencial en 1992 y 1996, pero no consiguió ganar las primarias, frente a George Bush Padre y Bob Dole, respectivamente. En 2000, se presentó como independiente, por el Partido de la Reforma. En el 2004 volvió al Partido Republicano.

Pat Buchanan es autor de más de media docena libros y, posiblemente, miles de artículos. En todos ellos deja claras sus ideas políticas, que le sitúan más a la derecha que el propio Partido Republicano. Católico tradicionalista, critica a la Iglesia Católica americana, “por tibia”. En su momento, apoyó las políticas del “apartheid” del régimen racista de Sudáfrica. Condenó moralmente a las víctimas del sida y pidió que no hubiera control de armamentos, ni negociaciones sobre la carrera nuclear.

Hoy es un comentarista político de la cadena de televisión MSNBC y continúa escribiendo y publicando libros y artículos. Este año, por ejemplo, ha publicado su última obra, “Churchill, Hitler, and the unnecessary war”.

Resignado a su papel de comunicador, parece haber entendido, finalmente, que se quedó a las puertas de la grandeza, sin alcanzarla. Y que la gloria, otorgada a otros y a él negada, fue bien merecida. Lección de humildad que, si aprendida, es bienvenida: él es, sólo, el Director de Comunicación que quiso ser Presidente.

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