martes, 28 de febrero de 2012

Economía y Capitalismo: es la hora de los Expertos Económicos (o Tecnócratas) I

Cuando hay problemas serios, Estados y Sociedad piden ayuda a los que más saben de Economía y Negocios, para evitar el desastre de la bancarrota, y volver a la senda del crecimiento y el empleo.

Cuenta Laureano López Rodó, -ya fallecido, famoso abogado especializado en Derecho Administrativo y, sobre todo, muy conocido, porque fue ministro de Franco: artífice de la salida de la autarquía, dinamizador de la economía productiva española y autor de los Planes de Desarrollo,- en uno de sus varios tomos de memorias políticas, que, en una ocasión, el falangista ministro de Vivienda, Arrese, lleno de fervor ideológico ante las masas, “prometió la construcción gratuita de un millón de viviendas de protección oficial”. Grandes aplausos de las masas “llevadas de excursión en autobús, bocadillo incluido”.

Por lo que parece, Franco, casualmente y, por aquel entonces Caudillo de España, se enteró de la medida anunciada por Arrese –no se sabe si, por los periódicos, o por comentarios de su mujer, Doña Carmen-, y, es obvio, que puso su atención en el dato, llamativo, de “construir un millón de viviendas de protección oficial, gratis”. El dictador se preguntó: Y esto, ¿cómo se va a pagar? (=financiar). Franco, que no sabía nada de Economía, llamó al ministro de Economía, que, como López Rodó, también casualmente era un “tecnócrata del Opus” (es decir, un economista que, además, era miembro del Opus Dei, si hablamos con propiedad y respeto), y le preguntó si, lo prometido públicamente por Arrese, era viable financieramente. El ministro de Economía respondió a Franco que no, que era completamente imposible, que no había dinero, a no ser que “España se endeudara más, aumentando el déficit público”. Franco hizo propios lo argumentos de su “tecnócrata del ramo” y llamó al “ideólogo de turno”, en este caso, Arrese, y le obligó a que “se desdijera públicamente, porque no hay dinero para construir tantas viviendas de protección oficial, gratis”.

Imagino perfectamente la frustración de Arrese, al verse derrotado por un (en el sentido más despectivo, peyorativo y despreciable posible, de la palabra) “tecnócrata”, por un “economista”. Y afirmo que me imagino cuál y cuán sería el enfado del ideólogo falangista, porque el debate y la lucha –en el ámbito de la Política Económica, especialmente-, entre “ideólogos” y “tecnócratas”, son tan viejos como la tos y, me temo, son un mal estructural que nunca se solucionará del todo. 

Ocasionalmente, con independencia de la ideología política del país de que se trata, “las naciones”, en sentido genérico, acuden a los “Tecnócratas Económicos” para que les rescaten; el escenario se ha repetido en muchos lugares: primero, gobiernan los ideólogos, sean de derechas o de izquierdas que, estadísticamente hablando tienden –en el cien por ciento de los casos- a despilfarrar el dinero de los Estados, aumentando sus diversos déficit (comercial, por cuenta corriente, de las administraciones públicas, etc), y acaban incrementado el conjunto de todos esos Déficits, que es la Deuda.

La consecuencia, en todos los casos, es siempre la misma: un empobrecimiento general del país, que suele obligar a una devaluación del valor económico “de todas las cosas”: salarios, propiedades, viviendas, etc: es decir, los activos de todo tipo, -individual y colectivamente- se ven obligados a perder valor; valor que, habitualmente, les había otorgado el mercado; que es lo que explica, en buena parte, a modo de ejemplo, el pinchazo -en el año 2000-, de la Burbuja de la Tecnología e Internet, y en 2007/2008, el estallido, de consecuencias brutales, de las Burbujas Inmobiliaria y la Construcción.

Ejemplos en la historia reciente sobran, de Estados que acuden a los “Tecnócratas-Economistas” para que les salven. Puesto que yo no soy ni de derechas, ni de izquierdas, porque –en mi personal y subjetiva opinión, para la que pido respeto- son ejemplos muy malos de inmovilismos, en lo económico, sino que soy defensor del Capitalismo y de la Economía de Libre Mercado, animo al lector a acudir a fuentes de información capitalistas que han publicado fabulosos libros, que explican en detalle y con perspectiva histórica, lo que yo solamente voy a enunciar: desde “El Ascenso del dinero” (2008, Allen Lane) y “Civilización” (2011, Pinguin Group, 2011), ambos de Niall Fergusson; hasta, “Esta vez es diferente” de los profesores Reinhart y Rogoff (2009, Princeton). En Amazon hay cientos de libros disponibles, que tratan esta misma materia, desde la visión capitalista estadounidense, con la que comulgo.

Confieso que estoy escribiendo un libro, entre otros, sobre la materia, por lo que estoy documentándome tanto como puedo; quizá por eso, me duele tanto (ironía: al contrario, ¡estoy encantado!), que el semanario (liberal y capitalista) británico “The Economist”, defienda la misma tesis que explico yo en mi libro, en su número, del 21-27 de enero de 2012, en que habla de “El surgimiento de un nuevo modelo económico: el Capitalismo de Estado”, conforme al cual, como ya he explicado varias veces en este artículo, los “Tecnócratas-Economistas” han de abandonar, temporalmente, sus lucrativos trabajos en la empresa privada, para –ganando muy poco dinero, en términos relativos, y por comparación con sus salarios en el sector privado- formar parte de Gobiernos, y salvar de la quiebra a sus Estados.

En la extinta Unión Soviética, el secretario general del PCUS, Mikhail Gorbachev, inspirándose en la Nueva Política Económica (NEP), impuesta por Vladimir Lenin a principios de los años 20 del siglo pasado, intentó, por las bravas, una transición a la economía de libre mercado, entre 1986 y 1991, pero dentro del sistema comunista, como hizo Lenin. Ni Perestroika ni Glasnost salieron bien paradas. Setenta años de “socialismo real” y de “comunismo de estado”, no se borran de un plumazo. Además, la experiencia histórica nos dice que, cuando en un país gobierna durante muchas décadas un mismo partido político, y no existe la libre competencia, se genera la corrupción institucionalizada.

A Gorbachev le organizaron un “coup de ètat”, un golpe de estado, sus correligionarios comunistas, del que le salvó un embravecido Boris Yeltsin, quien –cuando ascendió al poder- sí que inició, sin anestesia, la transición radical del comunismo de estado a la economía de libre mercado. Yeltsin incorporó al Gobierno a “Tecnócratas-Economistas”, fichó como asesores a los “Hombres de Harrelson”, economistas provenientes de las Escuelas de Harvard, Standford y Chicago (de Norteamérica donde, a Dios gracias, no se cuestiona el capitalismo como la mejor forma de generar riqueza y empleos). Sin embargo, el hacerlo tan rápidamente, sin la existencia de una clase media capaz de soportar un cambio tan radical de pensamiento, estructuras y forma de actuar, provocó que, su política económica, sumiera a Rusia en el caos y generó, inmediatamente, 45 millones de pobres (muy pobres): con criterios del FMI y del Banco Mundial (instituciones capitalistas nacidas de los Acuerdos de Bretton Woods, en 1944), “pobres son aquellos que viven por debajo del umbral de la pobreza, es decir, tienen por toda fuente de ingresos uno o dos dólares diarios”.

Hasta que no se convirtió en presidente el primer ministro de Yeltsin, un hombre de hierro que, como Lenin, también se llamaba Vladimir, pero con apellido Putin, Rusia no entró en la senda del crecimiento económico. Proveniente del KGB en la antigua República Democrática Alemana (RDA), durante los últimos doce años, ha colocado en el gobierno ruso a tantos “Tecnócratas-Economistas” como agentes del KGB (no me gusta la nueva denominación de los servicios secretos rusos; prefiero la antigua). Rusia es un país muy rico en materias primas -petróleo, gas y carbón-, y la gestión de Putin y sus amigos tecnócratas, han colocado a su Nación, en el Grupo de Países Emergentes (BRIC), que son los que más crecen económicamente en el mundo, todavía.

No deja de ser curiosa la coincidencia, en los cuatro países que dan lugar al acrónimo “BRIC”, que, en todos los casos, haya unos orígenes socialistas o comunistas, reconvertidos -a Dios gracias-, al capitalismo de estado. Veamos muy brevemente caso por caso: el gran autor del crecimiento económico de Brasil es el antiguo sindicalista y ex miembro del Partido de los Trabajadores (Partido Comunista), Lula da Silva, quien se ha enriquecido, como Gorbachev, dando conferencias y escribiendo libros, al dejar de ser presidente. 

El caso de Rusia ya lo hemos mencionado. India es un país que, durante toda la Guerra Fría, buscó calor acercándose a la Unión Soviética (lo cual le protegía de uno de sus varios enemigos, en este caso, China, enfrentada con la URSS, tras la muerte de Stalin, en 1953), y sus estructuras económicas y productivas eran tan socialistas, como ineficaces e ineficientes. Pero el crecimiento económico de la última década y media, en India, la han generado gobiernos de “Tecnócratas Economistas”, educador y formados en Inglaterra, y empeñados en llevarse bien con Estados Unidos. Más aún, los indios lucharon fuertemente, aun sin éxito, para que uno de sus nacionales se convirtiera en director gerente del FMI, en vez de la francesa Christine Lagarde.

Los chinos son fabulosos. Otro de mis libros, muy extenso, trata este caso excepcional de éxito. Ya he citado, en este Confidencial Digital, en una ocasión, las palabras del “Pequeño Timonel”, Deng Xiaoping, cuando en 1982 inició la transición de China, desde el comunismo de Mao Zedong, al comunismo político, mezclado con el capitalismo de estado: “hacerse rico es glorioso” y, ante las críticas de viejos camaradas del Partido, Deng Xiaoping respondió, gritando: “¡Qué más da que el gato sea blanco o negro, si caza ratones!”. 

Los chinos habían estudiado muy bien el caso de sus correligionarios del norte, los rusos soviéticos y, aprendida la lección, evitaron los errores cometidos por Rusia: en la élite gobernante china es casi imposible discernir entre empresario, directivo y funcionario del Partido Comunista Chino. Todo se mezcla. Eso sí, crecimientos del PIB, de más de dos dígitos, durante tres décadas, de manera ininterrumpida, que han arrancado de la pobreza a 400 millones de chinos, también generan enormes diferencias sociales: pero no hay problema, porque el ejército de infantería más numeroso de la tierra (el Ejército de Liberación Chino) no parece tener por misión enfrentarse a los Marines americanos, sino mantener la estabilidad social dentro de las fronteras de China.

No quisiera pasar por alto, la Unión Europea, ni transmitir la idea –que sería claramente equivocada-  de que sólo dictaduras con problemas (“de derechas” o de “izquierdas”, da igual, ya hemos visto, que se trate de las dictaduras de “derechas” como la España de Franco o la Chile de Pinochet; o las dictaduras de “izquierda”, como la antigua URSS o China) acuden a los “Tecnócratas-Economistas” para que salven a sus Patrias de la ruina económica.

Si empezamos por ejemplos positivos, vemos que, en Estados Unidos, entre 1929 y 2011, ambos inclusive, los mayores crecimientos económicos del Producto Interior Bruto y más baja tasa de desempleo, se dan con presidentes demócratas: siendo JFK, Kennedy, presidente, el PIB creció una media del 5,4%, entre 1960 y 1963, y América vivía en el pleno empleo. Entre 1993 y el 2000, cuando Bill Clinton fue presidente, el PIB creció a un ritmo del 4,4%, y la tasa de paro –media aritmética- fue del 5,5%, es decir, pleno empleo en el caso americano (en España la cifra equivalente, más o menos, sería una necesaria/máxima, tasa de paro del 8%): con Clinton, se crearon 200.000 empleo netos mensuales en el sector privado o, lo que es lo mismo, 23,1 millones de empleos en sus ocho años de gobierno. Ni Kennedy ni Clinton eran socialistas; Obama, tampoco, y lleva creados 3,1 millones de empleos netos en tres años, versus los 3,5 millones que generó su antecesor, George Bush hijo, entre el 2000 y el 2008. Mientras la Unión Europea cae de nuevo en la recesión en 2012, los Estados Unidos, con Obama, han crecido en 2010 y 2011, y volverán a crecer este año, por encima del 2%.

En Reino Unido, de todos es sabido, Margaret Thatcher revolucionó con sus profundas y atrevidas reformas económicas, un país que iba derecho a la ruina económica. John Major siguió sus políticas, aun siendo mal alumno, y, para sorpresa de comunistas y socialistas, entre mayo de 1997 y junio de 2007, un laborista llamado Tony Blair, que en el 2005 se convirtió al Catolicismo, puso en marcha un conjunto de programas económicos, que consiguieron para su país la década de mayor crecimiento económico de todo un siglo. Para Blair, al igual que para Clinton: “ni izquierdas, ni derechas, sino una Tercera Vía”. Obvio decir cómo denomino yo esa tercera vía. Sindicatos de clase, socialistas, comunistas…; todavía guardan rencor a Tony Blair, “por haber abandonado los principios marxistas leninistas, el socialismo y el Laborismo”.

El mismo fenómeno, entre 2008 y 2012, vemos en muchos países de la Unión Europea: En Reino Unido, encabezados por David Cameron, mandan los “Tecnócratas-Economistas”; su programa de reducción del déficit público es el más agresivo de toda la Unión Europea (ver últimos datos de Eurostat, de la tercera semana de febrero de 2012). En Francia, con Nicolás Sarkozy, se ve a pocos “políticos-ideólogos” en el Gobierno de la República y, en cambio, haría falta estar ciego, para no apreciar e identificar a los Expertos en Economía, que están gobernando el país.

La Alemania de Angela Merkel es tan conocida, por ser la Locomotora Económica de Europa, y aparecer tanto en los periódicos, que no merece ni comentario. Una mujer culta, como Merkel, que vivió bajo el yugo comunista de la antigua RDA hasta la Caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989, sólo podía poner todos los huevos en una misma cesta, y apostar por el crecimiento económico dirigido por “Tecnócratas-Economistas”. Reino Unido, Francia y Alemania son los países más exitosos de la Unión Europea. Según los datos hechos públicos el jueves 23 de febrero de 2012, por Eurostat, la Unión Europea entró oficialmente en recesión técnica, en el último trimestre del 2011, y así seguirá durante todo el 2012, con un decrecimiento general del PIB, del -0,3%. No es casualidad que Reino Unido, Francia y Alemania, tengan previstos para 2012, levísimos crecimientos económicos positivos: +0,6%, +0,4% y +0,6%, en cada caso. Países llamados Periféricos, como Italia y España, según la Unión Europea, decrecerán este año su PIB, el 1,6% y el 1%, respectivamente.

En el caso español, los Servicios de Estudios (entre otros muchos, aun más pesimistas) de: el Banco Mundial, el FMI, el Banco de España, BBVA, La Caixa, Santander, Funcas y el propio ministerio de Economía y Competitividad, sacan una media aritmética de decrecimiento económico para España, del -1,6%, en 2012,  y una conclusión tremenda: con estos mimbres, es imposible reducir el déficit público del 8% (no del 6% del PIB, reportado por el anterior gobierno) al 4,4%, este ejercicio. España tendría que recortar otros 50.000 millones de euros adicionales, este año y, esto, es, sencillamente, imposible. Sí es posible, pero no voy a explicar cómo.

La buena noticia, para Italia y para España, es que, en ambos casos (en el primero, proveniente de un gobierno de “derechas”, el de Berlusconi, que además de corrupto, es un gobernante incompetente, que no sé qué es peor; en el segundo, en España, venimos de 8 años de gobierno socialista que lo ignoraba todo en Economía y que, además cerraba los ojos a la realidad: peor, imposible: su herencia son 5,3 millones de parados), ha habido cambios de gobierno y, ahora, los que están al timón son, por Gracia de Dios y de la Confianza de los Votantes, “Técnicos-Expertos-Tecnócratas-Economistas”. Tardarán, en torno a cinco años largos, en sanear Italia y España, y será muy doloroso para todos, pero lo conseguirán.

He prometido al Editor de este Confidencial Digital que, en próximas tribunas, escribiré en detalle, bajo el contexto de lo enunciado hoy, el caso español y el sentido de las Reformas que lleva a cabo el Gobierno de Rajoy; y el del G-20, ejemplo de gobernanza Mundial, reunido este pasado fin de semana en México.

Publicado previamente en El Confidencial Digital el 27 de Febrero del 2012

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