Si hoy se celebraran las elecciones presidenciales
estadounidenses, Obama (46,7%) ganaría a Romney (45,4%) por 1,3%. Estadísticamente
hablando, es un empate técnico. No es el recuento total del voto popular lo que
decide las elecciones, porque el sistema americano es indirecto, sino el número
de delegados que, en el llamado Colegio Electoral, apoyan a uno u otro
candidato: para ser presidente, son necesarios, al menos, 270.
Nuestra
proyección actual para Obama es de 253 y de 170 para Romney; 115 están en el
aire, en estados del Centro y el Sur. En estados que inclinan la balanza de las elecciones (Florida, Ohio, Virginia),
Obama también gana a Romney por estrecho margen.
Es relevante saber qué preocupa a los electores de
ambos partidos, hoy. Nuestras encuestas destacan las siguientes prioridades de
los electores, sin mencionar las que están por debajo del 50%: la economía
(71%), el precio de la gasolina (65%), el gasto federal y el déficit público
(60%), el acceso a -y el poder permitirse- un seguro médico (60%), y el
desempleo (55%). Es más fácil entender que Obama vaya en cabeza, sabiendo que
el 50% de los americanos confían más en el presidente, que en Romney (42%), a
la hora de gestionar la economía. Cierto: ese índice, cuando Obama tomó
posesión, en enero de 2009, era del 71%; ha perdido 21 puntos. El índice de
aprobación global de la gestión del presidente arroja hoy un saldo neto
negativo del -0,6%, por vez primera desde agosto de 2011. Todo tiene que ver con
la economía.
Desde que Estados Unidos abandonó la recesión, en
junio de 2009, los 11 siguientes trimestres han sido de un crecimiento medio
del PIB del 2,5%. Las comparaciones son odiosas, pero tras la recesión de los
años ochenta, el aumento medio del PIB, con Ronald Reagan, en los 11 trimestres
posteriores a la salida de la crisis, fue del 6,1%. Es verdad que, entonces, el
mundo era distinto: el G-8 dominaba el planeta, había dos Superpotencias (Guerra
Fría) y no existían, ni el G-20, ni los Países Emergentes. China solo cambió su
política económica radicalmente, a favor del capitalismo de Estado, en 1983.
Con Clinton, el crecimiento medio (1993-2001) fue del 3,5%, y se crearon 21
millones de empleos: media neta mensual de 200.000 puestos de trabajo.
Entre septiembre y diciembre de 2011, América creó
200.000 empleos netos mensuales. En el primer trimestre de 2012, la media neta mensual
fue de 150.000 nuevos empleos (los números de marzo han sido ya revisados al
alza), con crecimientos del PIB del 3% (último trimestre de 2011) y 2,2% en
2012.
La economía es la primera preocupación de los
electores. Obama mantiene su base electoral intacta: aumenta el apoyo femenino
y baja un poco el hispano, porque aun no hay –la prometida- ley de Inmigración.
El problema lo tiene Romney: ha de convencer a 4 colectivos para que le voten:
americanos del MidWest (donde Santorum arrasaba), los republicanos más
conservadores, los muy religiosos y los jóvenes. Si lo consigue, quizá gane las
elecciones.
Publicado previamente en La Gaceta el 11/05/2012
1 comentario:
Muy buen articulo querido Jorge! Abrazos
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