Con el actual ritmo de generación de puestos de trabajo, la economía
norteamericana alcanzará el deseado objetivo del pleno empleo en 2016.
Para ello, la tasa de desempleo deberá ser del 5%, que es la medida
estándar que utilizan los economistas. A finales del año que viene
-2014- la tasa de paro será del 6,4%, bajando al 5,7% cuando termine
2015. Confiamos mucho en las predicciones de ADVICE Strategic
Consultants, que se han demostrado acertadas en los últimos cinco años.
La actual tasa de paro en Estados Unidos es del 7%, la más baja en
cinco años. En octubre de 2009, siendo Obama ya presidente, era del 10%.
La generación de empleo en los últimos doce meses ha sido notable: una
media mensual de 195.000 nuevos puestos de trabajo. En el último
cuatrimestre, hubo 200.000 nuevos empleos mensuales en tres de los
cuatro meses: noviembre, último mes medido, "produjo" 203.000 nuevos
empleos. Todos estos datos son positivos en sí mismos. Y van en la
dirección de conseguir los objetivos que se ha propuesto la Reserva
Federal de reducir el desempleo al 6,5%, antes de acabar con la compra
de bonos (85.000 millones de dólares todos los meses, entre deuda
pública e hipotecaria). Los tipos de interés a corto plazo seguirán
cercanos al 0% y, la inflación, muy por debajo del 2% (hoy, en el 0,7%).
Pero, hay que vivir en Norteamérica para, metiéndose en la piel de
los estadounidenses, comprender por qué, desde el partido demócrata y
del republicano y, sobre todo, desde la perspectiva de la ciudadanía,
estas mejoras en el mercado de trabajo son claramente insuficientes.
Para los americanos, todo lo que no sea pleno empleo es sinónimo de
fracaso. Por eso añoran épocas doradas en que sí hubo pleno empleo, como
sucedió con Kennedy o, más recientemente, con Bill Clinton.
Además, persisten desequilibrios importantes en el mercado de trabajo
norteamericano. La tasa de paro entre los que no tienen estudios es del
10,8%. Entre los afro americanos, el desempleo es del 12,5%, el doble
que entre los blancos. Los hispanos viven una situación francamente
mejor, motivo por el que los dos grandes partidos estarán dispuestos a
llegar a un acuerdo sobre la reforma de la inmigración, dado que hay 11
millones de latinos trabajando en situación ilegal que, de ser
"naturalizados", pagarían impuestos y seguridad social, generando
ingresos vitales en momentos delicados de reducción del déficit público.
Aunque Estados Unidos tiene una gran capacidad para endeudarse -la
historia nos dice que las recuperaciones económicas posteriores a las
recesiones, absorben los déficits generados y que la mayor actividad
económica produce más ingresos, vía más recaudación de impuestos-, la
necesaria reducción del déficit público a largo plazo (una década) ha
hecho posible que republicanos y demócratas alcancen un acuerdo sobre el
presupuesto de 2014, el primero que se produce en condiciones normales
desde agosto de 2011.
Hay que tener en cuenta que 2014 es año electoral, porque se
renovarán parcialmente las cámaras de Senado y Cámara de Representantes
en noviembre de ese año. Congresistas y Senadores tienen un índice de
aprobación del 10%, versus el 42% del presidente Obama. "Nadie" quiere
enfrentarse al electorado, si puede ser acusado por el contrincante
político de ser el causante de otro cierre del gobierno, por ejemplo,
como sucedió en la primera quincena de octubre de este año.
Y, los efectos del llamado "Sequester" en la economía, han sido
devastadores: han restado, como ya anticipamos en Cinco Días hace un
año, exactamente, un 1,5% de crecimiento anualizado. Aún así, los datos
de crecimiento económico del tercer trimestre han sido buenos: el 3,6%
en PIB, versus el 2,8% inicialmente estimado. Aunque muchas empresas se
han quitado de encima inventario, adelantando ventas que podrían restar
crecimiento al cuarto trimestre, hay que tener en cuenta que, éste,
coincide con la campaña de Navidad, cuando el consumo es más elevado y
que, esto, podría dar sorpresas positivas.
En el tercer trimestre del año, los beneficios de las empresas,
después de impuestos, aumentaron el 5,8%, lo que podría presuponer que
los empresarios están más dispuestos a contratar e invertir más. Los
salarios aumentaron el 2%. El gasto público se incrementó el 1,7% y el
consumo doméstico subió el 1,4%.
En Estados Unidos, por mucho que se mejore, siempre habrá motivos
para querer que las cosas vayan mejor. Está en su ADN. Por eso, no tiene
sentido presuponer o prejuzgar (=ideas preconcebidas o prejuicios) lo
que vaya a hacer la FED en sus reuniones del 17 y 18 de diciembre. Los
norteamericanos siempre querrán "más y mejor", por lo que la FED
mantendrá su política de estímulos hasta conseguir su objetivo. Esto
beneficiará al candidato demócrata a las elecciones presidenciales de
2016. La presidencia de Obama, está ya encauzada: su legado será haber
puesto la economía en orden tras la dura recesión de 2007-2009. Los
réditos los recogerá su sucesor, en forma de ganancia electoral. Podría
bien ser Hillary Clinton, si se lanza de nuevo a la carrera electoral,
cuando llegue el momento.
Publicado previamente en el Blog de Cinco Días EE.UU y mercados emergentes el 16 de diciembre del 2013
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