Los llamados hispanistas –Henry Kamen, Joseph Pérez, J.H.
Elliott, Geoffrey Parker, etc–, historiadores anglosajones,
fundamentalmente, especializados en la España del siglo XVI, coinciden
en varias cuestiones: destacan el sentimiento de pertenencia de los
españoles a un gran proyecto, y establecen paralelismos entre la España
de los Austrias Mayores (Carlos V y Felipe II) y los Estados Unidos de
los siglos XX y XXI, la denominada Norteamérica Imperial, por los historiadores Nigell Hamilton (American Caesars) y Stephen Graubard (The Presidents).
El poderío norteamericano no se basa solo en sus ejércitos, sino,
esencialmente, en su fortaleza económica. Cuando Obama llegó a la
presidencia, tras las elecciones de 2008, su libro de cabecera era The Post American World,
(Fareed Zakaria), la más destacada de las obras que, entre 2007 y 2009,
trataron la supuesta decadencia de Estados Unidos a favor de potencias
emergentes como China. En enero de 2014, tras una recuperación económica
que dura cinco años, Obama lee otras cosas (sobre todo, encuestas,
porque es año electoral). Norteamérica ha creado 7,3 millones de puestos
de trabajo, desde junio de 2009 y prevé que, en 2014, generará otros
2,3 millones adicionales, con crecimiento en PIB del 3%. La renta per
cápita estadounidense (ajustada la inflación y, por tanto, estableciendo
paridad con el poder de compra individual) es de 55.000 dólares
anuales, versus 11.000 de China, en enero de 2014. A China le queda
mucho camino que recorrer para alcanzar a Estados Unidos como primera
potencia económica, aunque sea ya el primer exportador del mundo.
Obama ha estrenado el año con un buen balance económico, que se
inició con su propia reforma financiera: primero, salvando a los bancos
en febrero de 2009, para que no arrastraran con su caída a todo el
tejido productivo y, a continuación, con la famosa legislación
Dodd-Frank de julio de 2010. Es posible que, si escribieran de ello los
hispanistas, establecieran analogías entre la reforma financiera de
Obama y las llevadas a cabo en España desde 2009 y, especialmente, en
2012. La tasa de paro estadounidense, en diciembre de 2013, descendió al
6,7%, lo que unido al crecimiento económico (media del 2,2% en los
últimos cinco años y el previsto para 2014, del 3% o más) y la
estabilidad de precios, llevará a la Reserva Federal a reducir la compra
de activos mensual, hipotecarios y de deuda pública, paulatinamente
durante este año.
Los estadounidenses se sienten orgullosos de sus grandes empresas.
Durante lo más profundo de la crisis, en 2009, parecía que el
capitalismo de estado chino era una razonable alternativa al capitalismo
de Occidente: cuatro de las diez primeras empresas mundiales eran
chinas. En 2013, las aguas volvieron a su cauce y 9 de esas 10 grandes
empresas eran norteamericanas. Los hispanistas destacan que, en la
España del siglo XVI, cuando se quería iniciar un gran proyecto, se le
denominaba “tamaña empresa, o gran empresa”: eran iniciativas de las que
los españoles se sentían orgullosos. Y eran épocas en que nuestros
principales marinos eran vascos, exitosos diplomáticos eran catalanes,
grandes capitanes eran castellanos, extremeños, gallegos y andaluces.
La expresión “gran empresa” se utiliza hoy para denominar a las
compañías más grandes y exitosas de España, algunas de las cuales han
acompañado al presidente del Gobierno español en su visita a Estados
Unidos.
Uno de los grandes logros, y motivos de orgullo, que ha podido
mostrar España en su visita a la primera economía mundial, son las
grandes empresas, que son vanguardia de nuestra economía: Telefónica, la
empresa que más invierte en innovación en nuestro país –el principal
acelerador del crecimiento económico y la competitividad empresarial,
según estudios de la OCDE y The World Economic Forum- y que, según los
medios de comunicación, ha animado a otras grandes empresas a ir a
Estados Unidos, para mostrar que se puede salir de la crisis, y volver a
crecer, como ya hiciera Norteamérica. También, ha estado CaixaBank,
mejor banco de España, y el más innovador tecnológicamente del planeta (The Banker, Euromoney) o la primera compañía mundial de gestión de infraestructuras, Abertis, entre otras.
Poniéndose en los zapatos de los norteamericanos, es lógico que la
representación española no haya sido solo política, sino esencialmente
empresarial. A los estadounidenses (311 millones de habitantes) les
impresiona fundamentalmente el tamaño, en todo. Y, muy especialmente, en
el ámbito de los negocios. Es menester tener en mente, que Estados
Unidos –gobierne quien gobierne–, es el gran adalid del capitalismo, la
economía de libre mercado y la libre empresa. Estados Unidos no se
comprende sin Apple, Google, Amazon, General Electric, IBM, HP, Citi o
Facebook, entre otras. Como tampoco se entiende el panorama empresarial
español sin Telefónica, La Caixa o El Corte Inglés, la más importante
cadena de distribución de nuestro país, por ejemplo.
España ha dejado claro a Norteamérica que la crisis ha quedado atrás,
la economía vuelve a crecer y, por tanto, podemos ser objeto seguro de
su inversión, de la misma manera en que nuestras empresas pueden
expandirse exitosamente en Estados Unidos. La futura ratificación del
Acuerdo de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea,
vendría como anillo al dedo al nuevo patrón de crecimiento de nuestra
economía: la brillante trayectoria de internacionalización de la gran
empresa española, a la par que las exportaciones como motor del
crecimiento económico, son garantía de la confianza que, en 2014,
proyecta España.
La economía ha crecido positivamente dos trimestres seguidos: +0,1% y
+0,3% en la segunda mitad del 2013. Las agencias de calificación
crediticia –Moody’s, Fitch, S&P- han mejorado su perspectiva sobre
España. En 2014, el crecimiento podría rondar el 1% (CEOE, Funcas,
Servicios de Estudios de los grandes bancos, organismos internacionales,
etc) y reducirse la tasa de paro al 25%. Más que el informe de JP
Morgan (Spain is back), reformas, consolidación fiscal,
aumentos de productividad y competitividad, innovación y la gran empresa
española, que empuja todo el tejido empresarial español –compuesto
mayoritariamente por pymes–, son el aval del nuevo panorama, que España
expresó a Estados Unidos entre las paredes del Despacho Oval.
Publicado previamente en Cinco Días el 15 de enero de 2014
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