Multitud de encuestas anticipan una victoria republicana en las
elecciones de mitad de mandato de noviembre de este año. Si así fuere,
los demócratas perderían la única cámara que aun controlan -el senado- y
el presidente Obama quedaría solo ante el peligro, atrincherado en la
Casa Blanca, teniendo que elegir entre cualquiera de las siguientes
opciones: firmar las leyes -de sabor republicano- que le envíe el
Congreso; vetarlas, o llegar a un entendimiento con los conservadores.
Quizá esta última opción fuera la más sensata para facilitar la amable
gobernabilidad del país; pero es difícil que llegue a buen puerto,
porque los republicanos apuntalan su estrategia electoral en oponerse al
presidente. Difícil es que, por tanto, se alíen con él tras la
victoria, en caso de que la consigan.
Este es el marco en el que el presidente Obama llega a su vigésimo
tercer trimestre como presidente. Muy importante, nos dice la historia
reciente, para aquellos presidentes de dos mandatos que, llegan a las
vísperas de las elecciones de mitad del segundo mandato... en
situación..., "buena" o "mala".
El índice de aprobación de la gestión del presidente Obama, a punto
de celebrarse las elecciones legislativas y para elegir gobernadores,
influye en el ánimo de los electores y en su orientación del voto. El
índice de aprobación de la gestión de Obama en su trimestre número
veintitrés como presidente, es del 41,5%, bastante bajo, comparado con
el 63% de inicios de su presidencia. Peor es el índice de desaprobación
de su gestión, que se sitúa en el 53,4%. Aún así, algunos sostienen que,
a pesar de lo que digan las encuestas en el corto plazo, lo que importa
son las políticas que ha hecho el presidente y que eso es lo que
convierte en un gran político. Así se expresa el Economista y Premio
Nobel de dicha disciplina en la última portada de la revista Rolling
Stone ("In defense of Obama", octubre 2014).
Veamos cómo ha influido históricamente la percepción de la gestión
del presidente, en términos electorales, cara a su partido, en
circunstancias similares a las actuales, y qué ha hecho grandes a unos
presidentes y a otros. En 1998, Bill Clinton aún no había llegado a su
purgatorio personal, que arrastró el país, y la economía crecía y
generaba empleo; el índice de aprobación de su gestión era elevado y los
demócratas ganaron puestos en la Cámara de Representantes y en Senado.
En 2006, cuando pintaban bastos en Irak y en Afganistán, los
sucesos del Huracán Katrina erosionaron la imagen de "compassionate
conservatism" de George W. Bush proyectando incompetencia, ineficacia y
falta de atención a las necesidades de los que peor lo pasan, en pleno
vigésimo tercer trimestre de la presidencia de Bush hijo, su partido, el
republicano perdió la mayoría en las dos Cámaras del Congreso,
propiciando la victoria demócrata de 2006 que anticipó la victoria
presidencial de Obama dos años más tarde (noviembre de 2006).
Algo parecido sucedió a los republicanos en el trimestre número 23 de
la presidencia de Richard Nixon: consecuencia de la fuerte presión por
el escándalo que él mismo había creado (Watergate, agosto 1974), Nixon
dimitió. En las elecciones de noviembre de ese año, legislativas de
mitad de mandato, los republicanos sufrieron una derrota.
Hay relación entre la percepción que se tiene del presidente, de su
gestión, y la orientación del voto en las elecciones legislativas. Cuán
grande sea un presidente, en atención a la defensa encendida de Obama
por parte de Krugman, es algo que solo el tiempo puede decir. Hay logros
de presidentes, que en su momento fueron controvertidos, pero pasado el
tiempo se han convertido en grandes hazañas: la política económica de
Roosevelt y la creación de la Seguridad Social en 1939, que llega hasta
nuestros días; "The Bill of Rights" de LBJ, Johnson, que inició el fin
de la segregación racial; el reinicio de pacíficas relaciones con la
China comunista de Mao Zedong que hizo Nixon, o las negociaciones
nucleares de Reagan con Gorbachev, forzando su mano gracias a la
iniciativa "Star Wars", que dio al traste con la economía soviética y,
en última instancia, provocó la caída del Muro de Berlín, liberando
media Europa.
Sabemos que Obama, sus políticas combinadas con la iniciativa del
sector privado, han sacado América de la Gran Recesión y que el país ha
crecido una media del 2,2%, creando 198.000 empleos mensuales desde
junio de 2009 (54 meses consecutivos, 10 millones de empleos). La
Reforma Sanitaria, Obamacare, que provee de seguro médico a 32 millones
de nuevos pacientes aún está en sus albores y siempre ha sido
controvertida, incluso antes de su aprobación en marzo de 2010.
El hoy y ahora de las encuestas indican castigo al presidente a
través de su partido en el Congreso. Si el legado de Obama es percibido
más positivamente que hoy a medio y largo plazo, lo sabremos en
noviembre de 2016, con las elecciones presidenciales. Entonces, el 53%
del electorado tendrá la llave de la presidencia, esto es las mujeres,
que en 2012 apoyaron mayoritariamente a Obama (55%).
Publicado previamente el 21 de Octubre de 2014 en mi blog de Cinco Días EE.UU y mercados emergentes
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