lunes, 2 de noviembre de 2009

Encuestas hoy: quién ganaría las elecciones; desconfianza en los políticos y nuevos liderazgos


La semana pasada, última del mes de octubre de 2009, el diario económico Expansión publicó una encuesta entre población general realizada por Ipsos Public Affairs España. De entre las encuestas publicadas en medios de comunicación en los últimos meses, la de Ipsos es la que más muestra tenía, con un índice de probabilidad estadística del 95,5 y un margen de error de +/- 3,2%: mil individuos elegidos aleatoriamente, entrevistados por teléfono, representando a los muchos millones de ciudadanos que vivimos en España y tenemos derecho a votar. Este dato es relevante y hay que tenerlo en cuenta cuando se realizan encuestas políticas en que se pregunta por intención de voto, y se hace estimación del voto.

Los resultados de la encuesta de Ipsos Public Affairs no han sido muy distintos, esencialmente, de los del resto de las encuestas publicadas en las últimas semanas. Si acaso, han sido aún más acertados, por la amplitud de la muestra, enormemente representativa de la población general española, desde el punto de vista estadístico y sociodemográfico. Básicamente, los ciudadanos con derecho a voto expresan que, de celebrarse elecciones generales hoy, le otorgarían la confianza al Partido Popular, frente al Partido Socialista, que perdería las elecciones y –quizá-, el Gobierno de la Nación. Pero todo esto, con matices. La diferencia en estimación de voto entre PP y PSOE es mínima y, casi, podría hablarse de empate técnico entre ambos partidos. Serían necesarios pactos post-electorales para que alguien formara gobierno. Hasta aquí, todo entra dentro de la normalidad de la vida ordinaria democrática.

Pero, al desgranar los datos, observamos hallazgos relevantes, que encierran verdades más profundas y graves. La población española en su conjunto no aprueba la labor que están llevando a cabo los dos grandes partidos. En el caso del PSOE, los ciudadanos son críticos con la que, entienden, es una mala gestión de la crisis económica. Y, por lo que se refiere al PP, no sólo no obtiene rédito electoral de la crisis económica, sino que se ve envuelto por los escándalos de corrupción, las trifulcas entre facciones del partido, luchas por el poder y crisis de liderazgo.

Cuando hablamos de población general, podemos desglosar y distinguir entre votantes del PSOE y votantes del PP. Unos y otros son críticos y negativos con sus partidos y con sus líderes. En el caso del PSOE y su líder, José Luís Rodríguez Zapatero, ambos son penalizados. En el caso de los votantes del PP, éstos son más críticos con su líder, Mariano Rajoy, que con el partido, aunque éste, tampoco salga bien parado. Sin embargo, en el PSOE no hay crisis de liderazgo, porque todos se lo otorgan sin paliativos a Zapatero, mientras que en el caso del PP ese problema sí que existe.

Alberto Ruiz Gallardón y Esperanza Aguirre siguen siendo más populares entre los votantes del PP que el propio Mariano Rajoy. Y, en el caso de celebrarse las elecciones generales ahora, el líder del PP con más posibilidades de derrotar a Zapatero sería Alberto Ruiz Gallardón. Los datos son tozudos y curiosos: Esperanza Aguirre atrae enormemente a los votantes de su propio partido, los aúna en torno a las siglas del PP. Alberto Ruiz Gallardón mantendría los votantes tradicionales del PP (si no tienen otra opción, ¿a quién van a votar, sino a Gallardón?) y, lo que es más importante, no alienaría a los votantes del PSOE. Por un lado, habría votantes del PSOE que estarían dispuestos a votar a un PP liderado por Gallardón. Por otro lado, habría votantes del PSOE que, presentándose Gallardón a las generales, se abstendrían de votar al PSOE y se quedarían en casa: este escenario dañaría mucho electoralmente al PSOE y, eventualmente, podría otorgarle la victoria al PP…, “por los pelos”. Todo ello, en un entorno en el que la participación electoral se reduciría mucho y la abstención se elevaría.

Lo que de verdad preocupa a los españoles

Sin embargo, desde un cierto punto de vista, todo lo anterior es irrelevante, a efectos prácticos: en principio, y si no hay adelanto electoral, no habrá comicios generales, hasta la primavera de 2012. Mucho camino queda por recorrer hasta entonces. Lo más importante, hoy, es saber qué preocupa verdaderamente a los españoles.

Las respuestas son claras y, casi, no haría falta realizar una encuesta para saberlas: a los españoles les preocupa muchísimo el paro y la economía; y el llegar a fin de mes. Dentro de este marco de preocupaciones tan concretas, los ciudadanos esperan y desean soluciones de los partidos y de los políticos. Sin embargo, no las encuentran. Lo que ven, es lo contrario de lo que quieren, y esto genera desconfianza entre los ciudadanos acerca de la política y los políticos.

A los ciudadanos no les interesa si va a haber elecciones generales hoy, sino mantener su puesto de trabajo, si lo tienen, o encontrar trabajo, si lo han perdido. Sin embargo, según Eurostat, a cierre de octubre, el paro en España superaba el 19%, más que doblando la media europea. 3.000 personas pierden su empleo en España cada día. Con independencia de cuál sea su intención de voto mañana, los ciudadanos observan inermes cómo las medidas del Gobierno para sacar España de la crisis, simplemente, no funcionan, no surten efecto, no son eficaces. Al mismo tiempo, Alemania, Francia y Estados Unidos (al menos, desde el punto de vista macroeconómico, su PIB empieza a crecer) empiezan a salir de la recesión. Quien gobierna tiene la obligación de solucionar los problemas: el PSOE no lo está haciendo y, por ello, lo pagaría (relativamente) caro en unas elecciones generales mañana.

¿Y en el PP? Ni siquiera sus propios militantes están contentos ni están satisfechos con la labor de oposición que hace el Partido Popular. Y la imagen de su líder, Mariano Rajoy (que no levanta cabeza por encima del 33% de buena imagen desde finales del 2004 hasta hoy), sigue por los suelos, alcanzando mínimos históricos. Dicen que Rajoy no quiere ni oír hablar de esto y que, sus “gurús” más cercanos le dicen solamente lo que él desea escuchar. Mientras tanto, a la crisis de liderazgo en la cúspide, se suceden escándalos de corrupción, enfrentamientos internos y liderazgos contrapuestos.

José María Aznar se ofreció amablemente a dar la fórmula mágica del triunfo a Rajoy: una triple receta consistente en “un proyecto, y no varios; un partido, y no varios, y, a ser posible, un líder y no varios; al menos a mí me fue bien de esta manera”, dijo Aznar. Como forma de solucionar los problemas del PP puede que los consejos del ex Presidente Aznar sean eficaces. Sin embargo, los españoles desconfían hoy de las actuales formas de hacer política.

La gran cuestión a dirimir es quién y cómo va a sacar del atolladero económico a los españoles. Si los españoles no confían en los políticos, ¿quién solucionará los problemas? Se imponen nuevos proyectos, partidos renovados y, por qué no, nuevos liderazgos. La ciudadanía se lo merece.

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