Las elecciones legislativas del 4 de noviembre supusieron un
duro varapalo para el presidente y para el partido demócrata. Los
republicanos se hicieron con el control absoluto de las dos Cámaras del
Congreso. En un entorno políticamente polarizado, la primera
consecuencia bien pudiere haber sido la paralización de los proyectos
del presidente Obama.
Las pautas de comportamiento del electorado desde 1889-1890 (hace dos
siglos) muestran que, jamás en la política americana, había habido
tanta polarización y enfrentamiento como hoy. Ni siquiera cuando en los
años noventa, los republicanos intentaron apartar a Clinton
(impeachment, por el asunto de Monica Lewinsky) o, en la década de Bush,
los demócratas acusaban al presidente de ser amante de guerras y
alienar el país del resto del mundo. Según datos de Advice Strategic
Consultants, en los últimos 20 años, se ha doblado el número de
americanos que consistentemente expresan opiniones conservadoras o
progresistas: los independientes pierden terreno. Tanto es así que los
votantes de un partido piensan que “las políticas del otro partido son
tan equivocadas que pueden amenazar la existencia del país”.
A pesar de ello, el presidente Obama decidió tomar la iniciativa a
mediados del mes de noviembre, cuando aún conserva una mayoría simple en
el Senado y antes -enero de 2015- de que el nuevo Congreso tome
posesión. Obama se encontrará entonces con la oposición de los
republicanos, aunque no más que en los dos últimos años, aunque sí con
más poder. Por eso, Obama ha "amenazado" con gobernar mediante órdenes
ejecutivas. No es el primer presidente en hacerlo, ni será el último.
Bill Clinton y George Bush, con el poder legislativo en contra, hicieron
exactamente lo mismo, el primero en la década de los años noventa; el
segundo, en la primera década de los 2000.
Nada más celebrarse las elecciones legislativas en América, Obama
viajó a China para asistir a la reunión de la APEC (Asia Pacific
Economic Cooperation). En este foro, en este entorno, el presidente tomó
una serie de iniciativas de fuerte calado; entre otras, el impulso del
libre comercio -algo que en lo que podría ponerse de acuerdo con los
republicanos-, acuerdos con China para reducir las emisiones de efecto
invernadero y, en el ámbito de las Telecomunicaciones, una fuerte
apuesta por la llamada Neutralidad en la Red. Más recientemente, quiere
llevar a cabo una fuerte reforma parcial de la Inmigración.
El impulso al libre comercio en China lo hace Obama tras varios años
de desencuentro con dicho país. Queda lejos el Diálogo Económico y
Estratégico que inauguraron Timothy Geithner y Hillary Clinton en abril
de 2009, siendo secretario del Tesoro y Secretaria de Estado el uno y la
otra, respectivamente. Con la llegada a la presidencia de China de Xi
Jinping, el gigante asiático ve como una amenaza lo que Hillary Clinton
denomina como la "reorientación de Estados Unidos hacia China", versus
el enfoque hacia Oriente Medio y sus guerras de George W. Bush.
El gran acuerdo de libre comercio que ha querido impulsar Obama en
China es el Trans-Pacific Partnership (TPP). En palabras de Obama, “este
acuerdo tiene potencial de convertirse en un logro histórico". Los
países que integran el acuerdo son, además de Estados Unidos: Canada,
Mexico, Chile, Japan, Australia, New Zealand, Brunei, Malaysia, Peru,
Singapore, y Vietnam. China no ha sido invitada a formar parte de ese
grupo de doce países, cuya riqueza combinada supone el 40% de la
economía global (27.5 trillones de dólares), y un tercio del comercio
mundial, según un informe publicado por Brookings Institution.
Por su parte China ha impulsado la creación de un pacto que rivaliza
con el norteamericano, llamado "Free Trade Area of the Asia-Pacific
(FTAAP)". Y, demostrando sus poderes, el Presidente Xi Jinping afirmó
que China "invertirá 1.25 trillones de dólares en el extranjero en la
próxima década, y comprará bienes y servicios por importe de más de 10
trillones de dólares en los siguientes cinco años".
Cambio climático
Al mismo tiempo, Obama llevó a su terreno al presidente chino en el
ámbito de su lucha contra el cambio climático. Obama y Xi anunciaron que
Estados Unidos y China habían alcanzado un acuerdo para reducir
emisiones de gases de efecto invernadero: Norteamérica se ha
autoimpuesto objetivos más ambiciosos en ese campo, y China va a
impulsar su apuesta por las energías renovables. Hay que tener en cuenta
que estas dos economías son las más grandes y vibrantes y, también, las
más contaminantes del planeta.
Hasta ahora, la postura de China había sido la de "denunciar la
hipocresía de las economías avanzadas, que en vez de señalar a las
emergentes, deberían liderar con el ejemplo". Con este posicionamiento,
China tenía la excusa perfecta para no hacer mucho en este campo. En
cambio, ahora parece que la segunda economía del planeta está dispuesta a
asumir su responsabilidad, haciendo exclamar al presidente Obama que
“este acuerdo es un paso esencial en la relación entre ambos países”.
Estados Unidos se ha comprometido a recortar sus emisiones de gas de
efecto invernadero, al menos en un 26% en 2025, por debajo de los
niveles de hace diez años. Por su parte, China tiene sus propios
objetivos: quiere incrementar el porcentaje de energía renovable sobre
el total de su mix de energía, hasta que llegue suponer el 20% del total
en 2030.
Aunque muchos han expresado su decepción, porque esperaban objetivos
más ambiciosos, la realidad es que, poniendo en contexto ambas promesas,
hay que decir que ambas tienen valor: Obama tiene la oposición de los
republicanos, que niegan los efectos de la mano del hombre sobre el
cambio climático, y que no quieren adoptar medidas en este campo, porque
creen que afectará negativamente a la industria, la economía y el
empleo. En el caso de China, el país más contaminante del mundo, un paso
de esta naturaleza, en siendo el primero, adquiere una dimensión de
grandísimas proporciones.
La neutralidad en Internet
Para muchos consumidores, y liberales y progresistas, la llamada de
atención del Presidente Obama a la Federal Communications Commission
(FCC, Comisión Federal de Comunicaciones), para que haga todo lo que
está en su mano para proteger la neutralidad en la red, ha sido un gran
motivo de alegría. La forma concreta de llevarlo a cabo, sería mediante
la reclasificación de las redes de banda ancha como servicios de
telecomunicaciones y, por tanto, sujetándolas a las mismas normas que
regulan las redes telefónicas. Ha sido un anuncio fuerte y de calado: se
ha puesto del lado de quienes sueñan con normas de regulación más duras
en Internet, a lo que se oponen compañías como Verizon o Comcast -esta
última, ya ha puesto a trabajar a las más de 150 compañías de lobby que
trabajan para ella en Washington; de hecho es la empresa americana que
más lobistas emplea-. Los republicanos, no solo ven el anuncio del
presidente como una injerencia gubernamental inaceptable en las normas
del libre mercado, sino que lo consideran un ultraje hacia ellos, porque
acaban de ganar las elecciones legislativas y entienden que, cuando
menos, debían haber sido consultados.
Obama desea impedir que los proveedores de Internet traten de manera
diferente distintos tipos de tráfico en Internet. El presidente quiere
evitar que se bloqueen webs o que se haga que vayan/naveguen más
lentamente; pide más transparencia en los acuerdos entre compañías de
contenidos y los proveedores de Internet, y desea una prohibición del
pago por un servicio más rápido. Las redes wireless o inalámbricas,
deberían estar sujetas a las mismas normas, en contra de la excepción
que, en 2010 impuso la FCC sobre la regulación de Internet.
Para Obama “ha llegado el momento de reconocer que -es lo que debería
hacer la FCC- el servicio de banda ancha tiene la misma importancia que
otros servicios de telecomunicaciones y, en consecuencia, debe tener
las mismas obligaciones- (...) Esto es un reconocimiento esencial de los
servicios que los Internet Service Providers (ISP) ofrecen a los
hogares y empresas americanos, así como de las obligaciones necesarias
para asegurar que las redes funcionan de la misma manera para todos y no
solo para una o dos compalías". Ciertamente, Obama se ha puesto del
lado de muchas asociaciones de consumidores, a costa de enfado de varias
empresas de telecomunicaciones, que, como Verizon, amenazan con ir a
juicio, porque ponen en tela de juicio la legalidad de la propuesta de
Obama.
Inmigración
El presidente anunciará en los próximos días -la semana que viene-
una reforma parcial de la inmigración, a pesar de la oposición de los
republicanos. Concretamente, Obama hará cambios en el sistema de
implementación de las leyes de expulsión, que protegerán a cinco
millones de inmigrantes ilegales de la amenaza de la deportación: les
suministrará de permisos de trabajo, por ejemplo.
Obama utilizará sus
poderes ejecutivos para afirmar su autoridad (más bien, la potestas)
para aplicar las leyes como Dios le da a entender como Jefe del Estado
ejecutivo que es. Sus medidas afectarán a 12.000 agentes de inmigración,
y la forma en que se conducen (actitud), y comportan. Parte importante
de los planes de Obama consistirá en permitir a muchos padres de niños
-que ya tienen la ciudadanía norteamericana o son residentes legales-,
el obtener los documentos necesarios para trabajar legalmente, sin
preocuparse del peligro de ser descubiertos, y ser separados de sus
familias, mediante la devolución a sus países de origen. Tan solo esta
medida, afectaría a 3,3 millones de personas que han vivido ilegalmente
en Norteamérica en los últimos cinco años, según Migration Policy
Institute. Además, el presidente quiere conceder más derechos a personas
que llevan viviendo en el país al menos diez años (en torno a 2.5
millones de personas).
Dar más protección a
inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos cuando eran
niños, y a sus padres, afectaría a un millón adicional de personas.
Para la industria
tecnológica (TIC) de Silicon Valley, las acciones de Obama serían como
miel para el paladar, porque los beneficios se extenderían a los
inmigrantes con "capacidades tecnológicas", como han pedido HP, IBM,
Apple, Microsoft, Google, Amazon y Facebook, entre otros gigantes
high-tech.
Estaban equivocados, se
equivocaron, quienes dieron por moribundo o, incluso, por muerto, al
presidente Obama, tras la debacle demócrata en las elecciones
legislativas. Obama está más vivo y activo que nunca. Y tiene dos años
enteros por delante.
Publicado previamente en Cinco Días el 13 de noviembre de 2014
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