En "Return to prosperity. How America can regain its economic
superpower status" (Threshold Editions, 2010), Arthus B Laffer y Stephen
Moore predijeron la vuelta al crecimiento económico, de la manera
fuerte y sostenida que ahora estamos viendo, cuatro años después de
haber publicado el libro (2014 versus 2010, cuando pocos creían en la
recuperación).
Como sostiene Hillary Clinton en su segundo libro de memorias, "Hard
Choices" (Simon & Schuster, 2014), "el presidente Obama tiene una
mente analítica que lo estudia todo". Esto se aplica de manera especial a
la economía, a la que el presidente ha dedicado buena parte de su
atención desde enero de 2009. El Producto Interior Bruto ha crecido una
media mensual del 2,2% desde junio de 2009.
En el segundo trimestre de 2014, el PIB aumentó el 4%. No nos
sorprende, porque los estudios publicados por ADVICE Strategic
Consultants a principios de año y hechos públicos en Cinco Días ya
indicaban que -cuando terminara el invierno- la economía repuntaría
fuertemente. La firma ADP estima más de 210.000 empleos nuevos en julio,
a los que habrá que sumar los potencialmente creados por el sector
público. Quinto mes consecutivo generando más de 200.000 puestos de
trabajo cada mes.
El presidente Obama no lanzó las campanas al vuelo, aunque las
noticias economicas positivas serán explotadas por los demócratas en la
campaña electoral que se avecina, en noviembre de 2014 ("Mid-Term
Elections") en que las encuestas actuales vaticinan victorias
republicanas para muchos gobernadores, congresistas y, quien sabe, si
también en el Senado, donde hoy vemos empate técnico entre los dos
grandes partidos. Obama afirmó que se alegraba que el PIB creciera, así
como los beneficios de las grandes empresas... "pero ahora quiero ver
que un americano normal consigue un trabajo de 9 a 5 y, después, puede
seguir haciendo horas extras y ser pagado por ellas por encima del
salario mínimo".
Efectivamente, el gran reto de la recuperación va a ser el aumento de
los salarios y del poder adquisitivo de las familias. Previsiblemente,
esto sucederá a lo largo de los siguientes 24 meses, de una manera tan
sólida, que consolidará fuertemente la recuperación económica, y el
legado económico que Obama dejará a su sucesor o sucesora, será
inmejorable. Hoy, la tasa de paro está en el 6,1% y, en dos años podría
descender al 5% o, lo que es lo mismo, el pleno empleo.
En la última semana de julio, Conference Board anunciaba que la
confianza del consumidor alcanzaba su nivel más alto desde julio de
2007. Y el consumo ha aumentado el 1,69% -y el consumo, recordémoslo,
supone el 70% del PIB americano-, gracias a la compra de coches,
mobiliario y alimentos. La inversión empresarial se incrementó el 0,68%,
porque las empresas entendieron que, tras el invierno económico, vendría la primavera económica:
las familias consumieron mucho menos en el primer trimestre, no porque
no quisieran, sino porque no pudieron, debido al mal tiempo, de tal
manera que el PIB decreció el -2,1% (menos de la estimación inicial
del-2,9%).
La inversión residencial repuntó el +0,23%, y los inventorios el
1,66%, de tal manera, que los almacenes han estado repletos de bienes
listos para ser servidos en el canal de distribución, toda vez que las
familias, con más empleo, más poder adquisitivo y, sobre todo, más
confianza, han ido a los centros comerciales a comprar. La inversión
pública aumentó el 0,3% y, tan solo las exportaciones contribuyeron
negativamente al crecimiento (-0,61%, lejos del +7% del primer
trimestre).
No es mala cosa que las importaciones sustituyan a las exportaciones
como aportación positiva al crecimiento económico: es síntoma de que se
recupera la demanda interna y, por tanto, el consumo y la inversión. Si
este dato se confirma en los próximos seis meses, la economía americana
estará en la rampa de lanzamiento del "retorno a la prosperidad".
Publicado previamente el 31 de julio en mi Blog de Cinco Días: EE.UU y mercados emergentes
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