Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) 2015 eran predecibles
desde que, el pasado 30 de abril, el Gobierno envió a Bruselas la
actualización del Plan de Estabilidad, un nuevo cuadro macroeconómico, y
el Plan Nacional de Reformas. Ha habido nuevos matices, como el
crecimiento del PIB: este año, +1,3% (+1,2% en abril) y, en 2015, del
+2%, frente al 1,8% anterior. Estimamos, entonces, se crearían 600.000
empleos entre 2014 y 2015: el Gobierno afirmó que serán 622.000, dejando
la tasa de paro en el 24% (venimos del 26,01%).
La predictibilidad no se deriva de anuncios previos, sino de la
coherencia de los planes de estabilidad, cuadros macroeconómicos y
planes de reformas de 2012, 2013 y 2014, que han tenido su reflejo en
los correspondientes PGE. En 2013 la economía se contrajo el -1,2%. El
panorama, tras seis años de crisis, no empezó a despejarse hasta el
verano de 2013, cuando la economía pasó del rojo al negro: son ya cuatro
trimestres en positivo, con creación neta de empleo. La proyección a
futuro de esta tendencia es la que permite anticipar mayores
crecimientos y más generación de trabajo. La labor se está consiguiendo
gracias a las reformas, y las ganancias de competitividad, traducidas en
el aumento de las exportaciones (34% del PIB en 2013) y número de
empresas exportadoras (100.000 en 2007; 150.000 en 2014), así como en
incremento de la productividad empresarial, vía contención de los costes
laborales.
El nuevo escenario macroeconómico sostiene que la demanda interna
contribuirá al crecimiento, compensando al sector exterior, en buena
parte debido a la desaceleración que está viviendo Europa. Una de las
prevenciones que pudiera ponerse a estos presupuestos es el que no
prevean suficientemente la “posible tercera recesión europea” (Joaquín
Almunia), de la que habla hace meses Mario Draghi y Luis de Guindos ha
mencionado recientemente.
La predictibilidad en la economía es una ciencia basada en datos,
defienden varios presidentes de la Reserva Federal norteamericana: Alan
Greenspan, Ben Bernanke y Janet Yellen.
En lo que a España se refiere, sabíamos que los actuales presupuestos
serían como son –y ya lo publicamos con anterioridad–, gracias a las
reformas iniciadas en 2012, que están empezando a tener efectos
positivos en la economía y, sobre todo, los tendrán a medio y largo
plazo: las reformas laboral, financiera y de las AAPP, la consolidación
fiscal (alcanzando los objetivos de déficit público), las leyes de
desindexación de la economía, la de garantía de unidad de mercado; el
Plan Estratégico de Internacionalización de la economía española
2014-2015; la Ley de Apoyo a Emprendedores, la Ley de refinanciación y
reestructuración de deuda empresarial, entre otras muchas. Posiblemente,
sea este el Gobierno que, desde 1976, mayores iniciativas legislativas
haya adoptado en materia económica en menos de una legislatura.
No vamos a repetir lo que las páginas de este diario van a explicar
con profusión: la congelación salarial a funcionarios, el aumento del
0,25% de las pensiones, ingresos y gastos, el peso de la deuda y el pago
de intereses, etc. Sino poner énfasis en el siguiente reto que,
pensamos, debería reflejarse más intensamente en los PGE: la inversión
en TIC. Cierto, ahí está la Agenda Digital que ha dado luz a nueve
proyectos específicos, especialmente la Ley General de
Telecomunicaciones, con impacto directo en el PIB. Pero hace falta más,
como ya apuntamos hace un año a propósito de los PGE 2014.
Los PGE-2015 dedican 6.395,40 millones de euros a I+D+i (1,8% del
total de inversión; +4,8% sobre año anterior). El presidente del Consejo
Empresarial de la Competitividad, César Alierta –presidente de
Telefónica– recordó al Gobierno, en una reunión del dicho Consejo, la
necesidad de invertir más en I+D+i para cambiar el patrón de crecimiento
económico español y desarrollar un nuevo modelo productivo. CEOE y
CEPYME (también CCOO y UGT) pidieron lo mismo. La pyme supone (INE,
DIRCE, marzo 2014) el 99,88% de nuestro tejido empresarial y 62,8% del
empleo. Según la Radiografía de la Pyme SAGE-2014, la pyme española
considera las TIC imprescindibles para la gestión de su negocio, en un
7,6 sobre 10.
Como hacen EE UU o Israel, los presupuestos deberían recoger esas
demandas y aumentar sustancialmente la inversión en TIC para, de una vez
por todas, crear la economía española del conocimiento.
Publicado previamente el 30 de septiembre de 2014 en Cinco Días
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