Las grandes compañías energéticas norteamericanas disponen de
servicios de estudios que publican previsiones periódicamente. Ninguna
de ellas había previsto la fuerte recuperación de la producción de gas y
petróleo en Estados Unidos, que ahora se está produciendo. Posiblemente
porque no habían tenido en cuenta la tecnología propia, "made in the
USA" que lo ha hecho posible.
La producción de petróleo en Norteamérica ha decrecido en los últimos
cuarenta años, pero América va camino de convertirse en el primer
productor de dicha energía en 2015. Los últimos datos de la Agencia
Internacional de la Energía así lo ponen de manifiesto. También el gas
natural se había producido en mucha menor proporción en las últimas
cuatro décadas. Sin embargo, la US Energy Information Administration
asegura que, con el ritmo de producción actual, y manteniéndose los
actuales ratios de consumo, Estados Unidos tendría asegurados 100 años
de provisión de gas natural. El consumo se irá reduciendo, conforme
aumenta la eficiencia energética y su uso inteligente, por lo que la
Administración norteamericana estima un escenario de independencia
energética de hasta 200 años.
La producción de crudo seguirá incrementándose más del 25% al día,
hasta los 9,3 millones de barriles diarios en 2015, alcanzando su nivel
más alto desde 1972, un año antes de la primera crisis del petróleo. La
producción diaria de gas natural, que creció un 5% en 2013, aumentará
fuertemente, y convertirá a Estados Unidos en su primer exportador neto
mundial, en 2018.
Desde el punto de vista estadounidense, se trata de noticias
positivas para el crecimiento económico, el aumento del consumo
doméstico y la renta disponible de los hogares, al igual que para la
política del presidente Obama de protección del medioambiente, así como
para la seguridad nacional de Estados Unidos, para quien es necesaria la
independencia energética, como ya dijimos previamente.
Dado que las reservas de gas natural americano son enormes, y que la
enegía en Estados Unidos es mucho más barata, la factura energética va a
ser mucho menor en todo el país. Y el gas natural está sustituyendo a
energías mucho más "sucias", como el petróleo y el carbón, para generar
electricidad. Desde el punto de vista geopolítico, conforme Norteamérica
importa menos energía de los países del Golfo Pérsico y de China, se
convierte en más libre de tomar decisiones a favor de sus intereses en
la escena internacional. Y, desde el punto de vista económico,
estudiosos tanto conservadores como liberales -Fareed Zakaria, Thomas
Friedman, Joseph Stiglitz, Paul Krugman, etc- están de acuerdo en que el
auge energético norteamericano es el principal logro económico y social
del país, junto con la explosión de Internet en los años 90. Grandes
empresas españolas como Gas Natural Fenosa están liderando el proceso en
Estados Unidos.
La protección del medioambiente es esencial y la EPA, obedeciendo
directrices del presidente Obama, ha puesto en marcha programas para
reducir las emisiones de CO2, que, de hecho, están ya decreciendo: hoy
son un 5% inferiores a las de 2005. Es plausible pensar que Estados
Unidos cumplirá sus objetivos de recorte de emisiones en un 17% en 2020,
por debajo de los niveles del 2005.
Las tecnologías de la información y la nueva regulación del
presidente Obama explican esta tendencia positiva de reducción de
emisiones de CO2, que afectan a la industria del automóvil -mucho más
eficiente- y a las fábricas que usan carbón y petróleo, y han de reducir
la emisión de CO2.
Norteamérica ha sido -es- líder en crecimiento económico, y también
fue uno de los peores enemigos de la protección del medioambiente. Pero
con el presidente Clinton esto ya empezó a cambiar para mejor, con
fuerte impulso del vicepresidente Al Gore. Barack Obama está culminando
esta tarea e inicia un nueva era de crecimiento económico y protección
al medioambiente, dando ejemplo al resto del mundo. Es hora de que
China, Rusia, Venezuela, y tantos otros, tomen nota del ejemplo positivo
norteamericano.
Publicado previamente el 25 de julio de 2014 en mi Blog de Cinco Días: EE.UU y mercados emergentes
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