El Gobierno chino se había propuesto que, este año, la economía
creciera el 7,5%. Así lo ha hecho en el segundo trimestre, versus el
7,4% del trimestre anterior. Estados Unidos, que venía de un fuerte
retroceso en el primer trimestre (-2,9%, PIB), crecerá muy posiblemente
el 3%. El estudio de los datos muestra una realidad que no es evidente:
Estados Unidos fortalece su recuperación y China tiene que mantenerse a
flote con gran esfuerzo para cumplir sus objetivos.
Si pudieran establecerse comparaciones homogéneas, nos daríamos
cuenta que estamos hablando de realidades distintas, al analizar el
crecimiento del PIB americano y el de China. Un crecimiento del 3% en
Estados Unidos, con fuerte creación de empleo como la actual, llevaría a
un período prolongado de prosperidad, con equilibrio fuerte en sectores
de actividad y en regiones. En cambio, para China, crecer por debajo
del 7% sería lo equivalente a una recesión en Estados Unidos.
Hay que tener en cuenta que el poder de compra en Estados Unidos, la
renta per cápita y el nivel de vida sigue siendo muy superior en
Norteamérica por comparación con el chino. De 1.500 millones de chinos
(200 millones más que los que reconoce el censo oficial del Gobierno)
solo 400 millones podrían tener niveles de renta relativamente
equivalentes a los de los norteamericanos, con unos ingresos medios
anuales de 36.000 dólares, por comparación con la media estadounidense,
de 51.000 dólares: y, aún así, hay una fuerte divergencia. Y,
verdaderamente, el problema no es ése, sino los restantes 1,1 billones
de chinos (casi tantos como población tiene la India, con 1,2 billones),
que todavía viven en relativa pobreza. Además, los chinos más ricos
viven en la costa, donde se agolpan en ciudades como Shanghai, versus el
interior del país, que es rural y francamente pobre. Hay fuertes
desequilibrios regionales, en China.
Xi Jinping -presidente chino- prometió corregir los desequilibrios
económicos y sociales de China, pero está descubriendo que no solo no es
fácil, sino que -todavía peor-, para mantener el ritmo de crecimiento,
China ha de estimular esos mismos desequilibrios con los que tiene que
acabar. Por ejemplo, "la burbuja del crédito". Se supone que China debe
empujar el consumo interno -ahora, los chinos que ganan dinero, dedican
la mitad de sus ingresos al ahorro, tanto por cuestiones culturales como
por miedo al futuro- para compensar un crecimiento muy basado en las
exportaciones. Dado que el resto del mundo compra poco, animar el
consumo interno se convierte en inminente necesidad. Pues bien, cada vez
que el PIB baja ligeramente -y lleva haciendo desde 2010-, el gobierno
chino estimula el crédito, creando una gran burbuja que ya preocupa el
Occidente, dado que los bancos chinos se encuentran entre los más
grandes del mundo por activos. No es menos preocupante que el gobierno
china tenga invertidos 1,3 trillones de dólares en activos del Tesoro
norteamericano.
El crecimiento económico norteamericano en el segundo trimestre se ha
basado en los siguientes componentes: producción acelerada, aumento del
consumo de las familias y la inversión y la recuperación del turismo
nacional y extranjero. La creación de empleo en el trimestre ha sido de
272.000 nuevos puestos de trabajo al mes, de media. En cambio, China, a
pesar de aumentar en una décima su crecimiento, sigue estancada. Más
aún, la evolución del crecimiento en cada país en los últimos cuatro
años no podía ser más divergente: el PIB chino creció el 12% en 2010,
cuando Estados Unidos aún luchaba por salir de la recesión y su
crecimiento no llegaba al 2%. Del 12% del 2010, China ha pasado al 7,5%
del 2014, mientras Estados Unidos ha aumentado del 2% de media al 3% con
el que acabará el año: las diferencias esenciales hay que encontrarlas
en las ventas del comercio minorista y en la producción industrial: las
ventas al por menor, en China aumentaron el 22% en 2010, mientras este
año se han acelerado el 12%. El crecimiento de la producción industrial
en China fue del 18% en 2010 versus el 8% de 2014.
En cambio, ambos componentes son fuertes y equilibrados en el caso
americano: la producción industrial estadounidense, según la Reserva
Federal aumenta este año el 5,5%, contribuyendo un 12% al PIB. El Libro
Beige de la Reserva Federal de 16 de julio, constata el aumento del
consumo y de las ventas al por menor en todo el país, así como el
fuerte incremento de la actividad industrial. Solo el mercado
inmobiliario muestra desequilibrios según la zona del país de que se
trate e, incluso, dentro de cada estado y ciudad. Cosa que no deja de
ser una obviedad, porque en una ciudad de 14,5 millones de habitantes
como Los Ángeles, los precios de la vivienda en Beverly Hills han
aumentado un 45% (una de las zonas más ricas del país), mientras que en
los extrarradios los precios apenas han aumentado.
El "S&P/Case-Shiller 20-City Composite Home Price Index" -que
mide el valor del mercado inmobiliario en las 20 mayores áreas
metropolitanas de Estados Unidos: Atlanta, Boston, Charlotte, Chicago,
Cleveland, Dallas, Denver, Detroit, Las Vegas, Los Angeles, Miami,
Minneapolis, New York, Phoenix, Portland, San Diego, San Francisco,
Seattle, Tampa y Washington, D.C.- muestra un crecimiento del valor de
la vivienda medio del 10,8% en los seis primeros meses del año, pero con
fuertes variaciones según ciudades.
El crecimiento económico en Estados Unidos, que va acompañado de
fuerte creación de empleo muestra una evolución positiva en los últimos
años, porque se está acelerando: esto llevará a la FED a no sólo seguir
reduciendo la compra de deuda pública y terminar con el Quantitative
Easing en octubre de este año, sino también, aumentar los tipos de
interés, que ahora están cerca del 0%. En cambio el crecimiento chino,
que se ha reducido a la mitad en los últimos seis años, habrá de seguir
fundamentándose en el crédito (ha aumentado el 16,2% en lo que va de
año, según el Banco Central Chino), con la consiguiente formación de una
burbuja.
Lo dijimos en estas mismas páginas en 2010, lo reiteramos en 2012 y volvemos a insistir en 2014: "ésta"
es una carrera a largo plazo, en la que China empieza a dar síntomas de
cansancio; por el contrario, Estados Unidos empieza a coger carrerilla y
acelerar el paso de su crecimiento.
Publicado previamente el 18 de julio en mi blog en Cinco Días EE.UU y Mercados Emergentes
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