El índice de aprobación del presidente Obama en Estados Unidos
ha alcanzado "un mínimo histórico", desde que inició su presidencia hace
seis años. Según el Tracking de Advice Strategic Consultants, el 41,5%
de los norteamericanos aprueban su gestión, versus el 53,9% que se
muestran descontentos con él. Más aún, desde una relativa perspectiva
histórica, comparando los índices actuales de aprobación de los
presidentes vivos actualmente, Obama aparece en último lugar y, en
cambio, Bill Clinton -con un 60% de buena imagen- destaca por ser el
presidente mejor valorado. George Bush hijo tiene mejores puntuaciones
que Obama.
Vale la pena poner estos datos -aunque sean nuestros- en contexto.
Dos cuestiones a tener en cuenta: no es casualidad que todos los
presidentes desde la Segunda Guerra Mundial hasta hoy hayan tenido peor
calificación en el segundo mandato que en el primero. El primer mandato
siempre se inspira y fundamenta en la ilusión de la elección de un nuevo
presidente. Le paso a Ike, a Nixon, a Reagan, a Clinton, a Bush hijo y
le está pasando Obama. Obviamente, están descartados presidentes de un
solo mandato, como Kennedy, Johnson, Gerald Ford, Carter y Bush padre.
Refiriéndose a su reelección como presidente para un segundo mandato en
noviembre de 2012, el presidente Obama afirmó: "en 2008 yo signifiqué
cambio y aire fresco. Hoy, cuatro años más tarde, soy noticia pasada".
La gente, el electorado, está deseoso de cambio y novedad, a la par que
el ejercicio del gobierno genera desgaste.
El segundo factor que hay que considerar es la fuerte idealización
que tienden a hacer los norteamericanos sobre épocas pasadas, siempre
consideradas más gloriosas y doradas. Como dice Hillary Clinton en su
recién publicado libro de memorias ("Hard Choices", junio 2014, Simon
& Schuster), "cuando llegamos al poder había un debate en la
sociedad -años 2007 y 2008- sobre la presunta pérdida de primacía de
Estados Unidos en el mundo". Nosotros mismos hablamos de ello en dos de
nuestros libros ("Obama y el liderazgo pragmático", Profit, 2010; "La
Reinvención de Obama", LID, 2011). Sí hubo un debate de ese estilo en
Norteamérica en esos años. Pero tras los cinco años de recuperación
económica (2009-2013), con un crecimiento medio trimestral del PIB del
2%, 8,5 millones de puestos de trabajo nuevos creados (tasa de paro
actual del 6,3%), ya nadie en América habla del decaímiento o pérdida de
liderazgo de Estados Unidos en el mundo. Otra cosa es que las personas
idealicen el pasado: "la maravillosa época Clinton", "la época dorada de
Kennedy", "el poder de América con Reagan", etc. Incluso se recuerda
con cierto aprecio la presidencia de Bush hijo. Pero, al mismo tiempo,
se olvida que todos estos presidentes tuvieron que resolver serios
problemas en su época y que, cuando fueron presidentes, no siempre
gozaron del favor de la opinión pública.
A Obama le está costando sacar adelante su agenda política: la
Reforma de la Sanidad -convertida en ley an marzo de 2010- no está
siendo implementada como el presidente querría y, peor aún, está siendo
un lastre para la economía (restó 0,16pp al PIB del primer trimestre de
2014). La oposición republicana "carga" contra el presidente utilizando
la reforma de la sanidad -que siempre polariza opiniones en América-
como arma política arrojadiza. La reforma de la inmigración está parada
en la Cámara de Representantes -con mayoría republicana, aunque fue
aprobada en el Senado, que tiene mayoría simple demócrata. Obama quiere
sacar adelante su política medioambiental, cuando aún puede hacerlo.
En política internacional el presidente está intentado involucrar lo
menos posible a Estados Unidos en los conflictos de Siria, Iraq y
Afganistán, porque su prioridad es consolidar la recuperación económica.
Los estadounidenses no quieren que su país se inmiscuya en más guerras,
como en la época de George Bush, aunque las tentaciones sean grandes.
En este contexto, sería fácil culpar a los malos datos económicos del
primer trimestre de 2014 como causa de la mala imagen del presidente
entre sus conciudadanos. Pero no es así, porque la creación de empleo es
fuerte y estable, con una media mensual de 190.000 nuevos puestos de
trabajo generados desde junio de 2009. Desde The Wall Street Journal a
JP Morgan Chase, muchos coinciden en que el retroceso económico del
-2,9% entre enero a marzo de este año, es solo un bache en el camino
debido al mal tiempo, contracción de consumo privado y la inversión,
aumento de las importaciones y descenso de las exportaciones. Las
previsiones para el segundo trimestre, en cambio, son muy optimistas.
También para el conjunto del año.
No, los problemas de imagen del presidente no se deben a su gestión
de la economía, que está obteniendo buenos resultados, sino al cansancio
de los cuidadanos-electores, que ya piensan en las elecciones de
noviembre (mid-term elections) y, más aún, en las presidenciales de
2016, donde muchos ponen las esperanzas en una renovada Hillary Clinton,
que aprovecha el lanzamiento de su libro para dar a conocer sus ideas
políticas por todo el pais.
Publicado previamente el 27 de junio en el Blog de Cinco Días EE.UU y Mercados Emergentes
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