martes, 17 de enero de 2012

New Hampshire o la "inevitabilidad"

“New Hampshire es el estado que le catapultará a la victoria en un corto espacio de tiempo”. La frase no es un titular de ningún diario norteamericano que anticipa los resultados de las primarias republicanas que se celebran hoy, 10 de enero de 2012, en el “Estado de Granito”. Se trata de John McCain, apoyando públicamente la candidatura de Mitt Romney. Lo curioso es que McCain no pronunció estas palabras en New Hampshire, sino en Carolina del Sur, el miércoles de la semana pasada, nada más celebrado el “caucus” de Iowa, que otorgó la victoria a Romney, por tan solo 8 votos de diferencia, respecto a su más inmediato seguidor, Rick Santorum. Al día siguiente de su pírrica victoria en Iowa, Mitt Romney viajó al muy conservador y protestante-evangélico-muy religioso estado de Carolina del Sur, donde se celebrarán, también, elecciones primarias el 21 de enero. Es en Carolina del Sur, donde Romney recibió el apoyo de McCain y el de la gobernadora del estado, Nikki R. Haley.

¿Por qué el salto desde Iowa a Carolina del Sur, ignorando New Hampshire, que es donde hoy se celebran las primarias republicanas? Porque hay dos fuentes de información que dan por inevitable la victoria del ex gobernador de Massachusetts. Por un lado, están los medios de comunicación: todos coinciden en la “inevitabilidad” de la victoria de Romney, hoy. Por otro, están las encuestas prelectorales, que otorgan el primer puesto a Romney por un ancho margen. Los sondeos diarios, entre el “caucus” de Iowa y las primarias de New Hampshire de hoy, dan un margen victorioso de 20 puntos porcentuales a Romney. 

La llamada “encuesta de encuestas” que realiza Real Clear Politics, resultado de la media aritmética de todas las encuestas realizadas en New Hampshire, cada día, en la última semana, dice lo siguiente: Romney gana hoy las primarias con un 40,2%, seguido por el libertario Ron Paul (20,8%), Rick Santorum (10,6%); John Huntsman (9,6%); Newt Gingrich (8,6%), y Perry (1%). 

Desde 1976, en el campo conservador, quien gana en New Hampshire, obtiene la nominación del partido como candidato oficial presidencial. Puesto que todas las encuestas dicen que hoy gana Romney, la unanimidad de los titulares de los medios de comunicación americanos es total: “Inevitabilidad de la victoria de Romney”. Inevitabilidad, porque todos los sondeos coinciden, con inapreciables diferencias: Romney supera al segundo (Ron Paul) por 19,4 puntos. ¿Por qué, por tan amplio margen? La respuesta está en una coincidencia de pareceres entre los electores de New Hampshire y Romney, y un rechazo generalizado del electorado del estado hacia los candidatos más conservadores. 

New Hampshire es el estado más liberal y menos religioso de Estados Unidos. Los republicanos del estado son los más moderados del espectro político conservador y eso explicaría que le otorguen a Romney una impresionante ventaja sobre sus rivales, porque ellos ven a Romney como un candidato republicano moderado y dan poca importancia al hecho de que sea mormón y no protestante o católico. Les importa más la economía, en un estado cuya tasa de paro, desde que comenzó la crisis, no ha bajado del 10% (en diciembre de 2011, la tasa de paro nacional bajó al 8,5%, al crearse 200.000 empleos netos, confirmando una tendencia positiva en la evolución del empleo, por sexto mes consecutivo). 

Además, la composición del electorado de New Hampshire es peculiar, para los estándares americanos generalizados: un 41% de los votantes registrados son “no declarados o independientes”: es decir, dicen no apoyar a ninguno de los dos grandes partidos. En este estado, el partido republicano permite a los “no declarados o independientes” participar en sus primarias. Entre un 35-40% de ellos acuden hoy a votar y dicen que apoyarán mayoritariamente a Romney. Un 30% del electorado son republicanos registrados, de los cuales acuden a las urnas el 62%, también a favor de Romney. El 29% son demócratas registrados.

Es comprensible que, en los dos debates electorales celebrados el pasado fin de semana, los candidatos que no son Romney hayan centrado en él sus ataques; la publicidad negativa de los contendientes ha orientado sus cañones al corazón de Romney. El mensaje más utilizado en esos anuncios en televisión ha sido el de acusar a Romney de moderado. Lo que no entiendo muy bien es cómo acusar a un candidato moderado, como Romney, de ser moderado, en un estado moderado con republicanos moderados, puede perjudicar a Romney y beneficiar a sus contrincantes más conservadores. Se me escapa la lógica de la estrategia.

A no ser que, lo que Santorum, Gingrich y Perry tengan en la cabeza no sea la inevitable pérdida de New Hampshire, sino que su objetivo sean las dos siguientes primarias, que se celebrarán en dos estados mucho más conservadores que New Hampshire: el 21 de enero en Carolina de Sur y en 31 del mismo mes, en Florida. Las credenciales más conservadoras de los candidatos y la religión decidirán quién gana en Carolina del Sur y en Florida. 

La realidad es que lo que se va a dirimir en las próximas primarias es quien inspira y domina el alma republicana. Se tratará de dar respuesta a la pregunta sobre qué pesa más: la gestión de la economía (Romney) o la religión y las cuestiones sociales (el resto). Cuando los republicanos diriman la cuestión, la palabra clave ya no será “inevitabilidad, sino electabilidad”: quién es el mejor candidato conservador para batir a Barack Obama en las elecciones presidenciales del 6 de noviembre.

Publicado en Cinco Días, el día 10/01/2012

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