lunes, 6 de octubre de 2014

Movilidad, Robótica, Impresión 3D y TIC Digital revolucionan el Made in America

Si hay una característica virtuosa que define el espíritu norteamericano es "resilience": fortaleza para soportar los golpes, ánimo para seguir luchando, levantarse siempre, sacudirse el polvo y tirar para adelante. Gracias a esa resilience, Estados Unidos ha salido de muchas crisis de distinta naturaleza, mientras que sus competidores, incapaces de tal perseverancia combinada con el genio inventivo americano, se quedaban atrás.

En los años 80' muchos daban por muerta a Norteamérica, frente a la exitosa Japón, reina de la electrónica de consumo y las tecnologías de la información. Los famosos conglomerados japoneses desembarcaron en Estados Unidos, comprando todo lo que se les ponía por delante. Sony adquiría Columbia, icono del cine americano. Hasta Steve Jobs se maravillaba del "Walkman" y lo definía como el mayor invento tecnológico de todos los tiempos. El fundador de Apple llegó a plantear a Sony que, en su compañía fabricante de ordenadores personales, utilizaran su sistema operativo, el de Apple. Los japoneses, altivos, dueños del mundo, dijeron que no. Japón se hizo con el Rockefeller Center, en Nueva York y todo hacía indicar que el Imperio del Sol Naciente le daría la vuelta a la tortilla de su humillante derrota en la Segunda Guerra Mundial. La industria cinematográfica norteamericana, siempre haciéndose eco de "los temas de moda de cada momento", lanzó películas en que se manifestaba esa superioridad empresarial económica y empresarial norteamericana: "La Jungla de Cristal" (Bruce Willis), "Sol Naciente" (Sean Connery), entre otras.

Sin embargo, pocos años después, Estados Unidos salía de la "malaise" de la que habló de manera ignominiosa el presidente Carter y, con el liderazgo de Reagan, primero, y de Bill Clinton, esencialmente, después, volvía a crecer y a pasar por la izquierda a Japón: El Imperio del Sol Naciente iniciaba un período de dos décadas de estancamiento económico, y sus empresas -muy especialmente las tecnológicas- estaban en franca retirada. El "ipod" de Apple destronó al "Walkman" de Sony. Los ordenadores Vaio de Sony ya no pertenecen a esta compañía, que los vendió a un fondo de inversión que pierde dinero con ellos. Las tabletas de Sony no son rentables, frente al líder de la categoría, el "ipad" de Apple.

Sony, Panasonic, Sharp... todas están pasando a mejor vida, mientras las empresas tecnológicas norteamericanas florecen y triunfan, como Facebook, Google, Apple y Amazon. La movilidad, hoy, es el "todo absoluto". Todas estas empresas, y las tradicionales del sector tecnológico norteamericano, ganan dinero gracias a la movilidad. El último caso ha sido Facebook, que anunció a finales de julio de 2014 beneficios más del doble de lo estimado por los analistas e ingresos récord por noveno mes consecutivo: el 62% de sus ingresos publicitarios ahora vienen de anuncios en teléfonos móviles y tabletas. Amazon anuncia que lanza su propio teléfono móvil para no tener que depender de Android (Google). Apple acaba de obtener beneficios formidables gracias, esencialmente, a la venta de teléfonos inteligentes, más que ninguna otra línea de negocios, incluída la de ipads.

Hay una lección en todo esto. Los norteamericanos viven en continuo estado de paranoia y, como escribió en 1997, el presidente de Intel, Andry Grove, "only the paranoids survive", solo los paranoicos sobreviven. Esa paranoia es el secreto de su éxito: En los años 80' fue Japón quien amenazó la primacía mundial norteamericana; Estados Unidos reaccionó, como hemos visto, y Norteamérica vuelve a liderar en crecimiento económico y empresarial. Para triunfar, Estados Unidos, un país eminentemente competitivo por naturaleza, necesita un enemigo al que batir: durante la Guerra Fría fue la extinta Unión Soviética, que espoleó la carrera espacial y el desarrollo tecnológico: en los años 70', IBM o Kodak dominaban el mundo tecnológico y de la fotografía, respectivamente, mientras los soviétivos apenas sabían lo que eran los ordenadores personales. En consecuencia, la productividad norteamericana aumentó exponencialmente, y el sistema soviético, viciado económicamente en sus cimientos, se vino abajo.

El enemigo hoy es China, que junto con otros emergentes, quiere disputar la primacía mundial a Estados Unidos. Ya hablamos de ello en "Obama y el liderazgo pragmático" (2010) y "La Reinvención de Obama" (2011). En 2008 había tratado el tema Fareed Zakaria, en "The Post American World". China, convertida en la gran fábrica del mundo, gracias a los costes de fabricación, hasta ahora baratos, pero cada vez más equiparables a los de Occidente: la diferencia, antes abismal, es hoy de un 15%. Es por ello, que las empresas estadounidenses vuelven a poner énfasis en la manufactura local: un informe de Brookings Institution enfatiza que la robótica, la impresión 3D y la tecnología digital están transformando la fabricación norteamericana, versus la china que depende fundamentalmente de la mano de obra.

Eso explica que muchos fabricantes estadounidenses estén llevándose de nuevo la producción a casa: Walmart ha anunciado que va a vender 50 billones de dólares más de productos "made in America", durante los próximos diez años y the Boston Consulting Group estima que un 30% de la producción americana en el extranjero volverá a casa.

Bendita sea la competencia con los chinos, que ha hecho reaccionar a Norteamérica y, como afirmó el presidente Obama en su Discurso de la Unión de 2011: "It used to be us" o, lo que es lo mismo, los que tenemos que liderar somos nosotros, los norteamericanos, y no los chinos.

Publicado previamente el 24 julio 2014 en mi blog de Cinco Días: EE.UU y Mercados Emergentes

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