jueves, 10 de julio de 2014

La economía no es el origen de los problemas de Obama

El índice de aprobación del presidente Obama en Estados Unidos ha alcanzado "un mínimo histórico", desde que inició su presidencia hace seis años. Según el Tracking de Advice Strategic Consultants, el 41,5% de los norteamericanos aprueban su gestión, versus el 53,9% que se muestran descontentos con él. Más aún, desde una relativa perspectiva histórica, comparando los índices actuales de aprobación de los presidentes vivos actualmente, Obama aparece en último lugar y, en cambio, Bill Clinton -con un 60% de buena imagen- destaca por ser el presidente mejor valorado. George Bush hijo tiene mejores puntuaciones que Obama.

Vale la pena poner estos datos -aunque sean nuestros- en contexto. Dos cuestiones a tener en cuenta: no es casualidad que todos los presidentes desde la Segunda Guerra Mundial hasta hoy hayan tenido peor calificación en el segundo mandato que en el primero. El primer mandato siempre se inspira y fundamenta en la ilusión de la elección de un nuevo presidente. Le paso a Ike, a Nixon, a Reagan, a Clinton, a Bush hijo y le está pasando Obama. Obviamente, están descartados presidentes de un solo mandato, como Kennedy, Johnson, Gerald Ford, Carter y Bush padre. Refiriéndose a su reelección como presidente para un segundo mandato en noviembre de 2012, el presidente Obama afirmó: "en 2008 yo signifiqué cambio y aire fresco. Hoy, cuatro años más tarde, soy noticia pasada". La gente, el electorado, está deseoso de cambio y novedad, a la par que el ejercicio del gobierno genera desgaste.

El segundo factor que hay que considerar es la fuerte idealización que tienden a hacer los norteamericanos sobre épocas pasadas, siempre consideradas más gloriosas y doradas. Como dice Hillary Clinton en su recién publicado libro de memorias ("Hard Choices", junio 2014, Simon & Schuster), "cuando llegamos al poder había un debate en la sociedad -años 2007 y 2008- sobre la presunta pérdida de primacía de Estados Unidos en el mundo". Nosotros mismos hablamos de ello en dos de nuestros libros ("Obama y el liderazgo pragmático", Profit, 2010; "La Reinvención de Obama", LID, 2011). Sí hubo un debate de ese estilo en Norteamérica en esos años. Pero tras los cinco años de recuperación económica (2009-2013), con un crecimiento medio trimestral del PIB del 2%, 8,5 millones de puestos de trabajo nuevos creados (tasa de paro actual del 6,3%), ya nadie en América habla del decaímiento o pérdida de liderazgo de Estados Unidos en el mundo. Otra cosa es que las personas idealicen el pasado: "la maravillosa época Clinton", "la época dorada de Kennedy", "el poder de América con Reagan", etc. Incluso se recuerda con cierto aprecio la presidencia de Bush hijo. Pero, al mismo tiempo, se olvida que todos estos presidentes tuvieron que resolver serios problemas en su época y que, cuando fueron presidentes, no siempre gozaron del favor de la opinión pública.

A Obama le está costando sacar adelante su agenda política: la Reforma de la Sanidad -convertida en ley an marzo de 2010- no está siendo implementada como el presidente querría y, peor aún, está siendo un lastre para la economía (restó 0,16pp al PIB del primer trimestre de 2014). La oposición republicana "carga" contra el presidente utilizando la reforma de la sanidad -que siempre polariza opiniones en América- como arma política arrojadiza. La reforma de la inmigración está parada en la Cámara de Representantes -con mayoría republicana, aunque fue aprobada en el Senado, que tiene mayoría simple demócrata. Obama quiere sacar adelante su política medioambiental, cuando aún puede hacerlo.

En política internacional el presidente está intentado involucrar lo menos posible a Estados Unidos en los conflictos de Siria, Iraq y Afganistán, porque su prioridad es consolidar la recuperación económica. Los estadounidenses no quieren que su país se inmiscuya en más guerras, como en la época de George Bush, aunque las tentaciones sean grandes.

En este contexto, sería fácil culpar a los malos datos económicos del primer trimestre de 2014 como causa de la mala imagen del presidente entre sus conciudadanos. Pero no es así, porque la creación de empleo es fuerte y estable, con una media mensual de 190.000 nuevos puestos de trabajo generados desde junio de 2009. Desde The Wall Street Journal a JP Morgan Chase, muchos coinciden en que el retroceso económico del -2,9% entre enero a marzo de este año, es solo un bache en el camino debido al mal tiempo, contracción de consumo privado y la inversión, aumento de las importaciones y descenso de las exportaciones. Las previsiones para el segundo trimestre, en cambio, son muy optimistas. También para el conjunto del año.

No, los problemas de imagen del presidente no se deben a su gestión de la economía, que está obteniendo buenos resultados, sino al cansancio de los cuidadanos-electores, que ya piensan en las elecciones de noviembre (mid-term elections) y, más aún, en las presidenciales de 2016, donde muchos ponen las esperanzas en una renovada Hillary Clinton, que aprovecha el lanzamiento de su libro para dar a conocer sus ideas políticas por todo el pais.

Publicado previamente  el 27 de junio en el Blog de Cinco Días EE.UU y Mercados Emergentes

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