viernes, 20 de septiembre de 2013

Crónicas desde USA (III): en el aniversario del discurso de Martin Luther King, aumenta la confianza de consumidores, pymes y grandes empresas estadounidenses

Como Obama dejó claro el 28 de agosto en Washington, “aún queda mucho por delante, para que se haga realidad el Sueño del doctor King (MLK)”. Especialmente en lo que a los derechos de los latinos se refiere, en Estados Unidos. Y los millones de trabajadores mal pagados, que reciben 7,5 dólares por hora. Aun así, hay más optimismo: el índice de confianza de los consumidores alcanzó en agosto su máximo histórico en los últimos cinco años y medio (81,5), el más alto desde enero de 2008. El dato se basa en la mayor confianza de los americanos en que –en los próximos meses- aumenten los salarios y la contratación.

Lo mismo les sucede a los empresarios. El índice de confianza de las pyme americanas que elabora The Wall Street Journal, muestra el 29 de agosto, el punto más alto desde hace seis años, con 104,2 puntos este mes, versus 93,7 en el mes de julio. El 73% de las pyme americanas esperan aumentar facturación en 2014 y un 54%, el beneficio. Otros estudios (el índice trimestral de optimismo económico de las pyme que elaboran Wells Fargo y Gallup, y el de la Federación Nacional de Negocios Independientes) muestran resultados similares en agosto: pymes y grandes empresas están más optimistas sobre el presente y el futuro de “sus” economías. El precio de la vivienda sigue aumentando (12,1%, el último mes), según el índice de Standard & Poor/Case Shiller. La economía creció más de lo esperado, en el segundo trimestre de 2013: el 2,5%.

La cuestión está más complicada en el frente internacional, con Estados Unidos y Reino Unido preparándose para atacar a Siria con misiles. La aquiescencia de Rusia va a ser esencial, pero las relaciones entre Estados Unidos y Rusia no atraviesan su mejor momento. En abril de 2009, en Praga, Obama y el entonces presidente de Rusia Dimitri Medvedez firmaron un acuerdo de reducción de armas nucleares (un tercio, por ambas partes), que Cámara de Representantes y Senado ratificaron en diciembre de 2010, justo después de la debacle demócrata en las elecciones de mitad de mandato de ese año, y antes de que tomara posesión en el nuevo Congreso (el némero 113 de la Republica), de mayoría republicana en la Cámara de Representantes, y totalmente obstruccionista hacia las políticas de Obama; lo que explica por qué la Reforma de la Inmigración sigue parada, a pesar de haber sido aprobada en el Senado, gracias a la mayoría simple demócrata en la cámara alta: la reforma de la Inmigración  será prioridad para Obama a la vuelta de sus vacaciones. 

Si es que Obama ha disfrutado de vacaciones en absoluto. Puesto que “las crisis”, este verano, se le multiplican, tanto en el frente interno como en el internacional. Hablábamos de Rusia: el actual presidente ruso, Vladimir Putin, ha dado asilo durante un año a Snowden, quien ha dado a conocer al mundo muchos de los espionajes llevados a cabo por la CIA y la NSA. Obama, quien en rueda de prensa el 9 de agosto dijo que hace tiempo había querido poner en marcha programas de supervisión y transparencia de esos espionajes, canceló la cumbre bilateral con Rusia prevista para septiembre de 2013. No que a Putin le importe, porque cara a su popularidad interna, le viene bien mantener abierto el enfrentamiento con el “enemigo americano”.  En cambio, a Obama no le interesa que sigan produciéndose filtraciones sobre los programas de espionaje norteamericanos: el 21 de agosto de 2013, The Wall Street Journal, en su edición estadounidense, publicaba que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) tiene acceso al 75% de todo el tráfico en Internet en Estados Unidos, incluidos los contenidos de los correos electrónicos de los norteamericanos.

El uso de los drones para aniquilar talibanes y líderes de Al Qaeda se está convirtiendo en cuestión de debate nacional, al menos entre los medios de comunicación, puesto que la economía sigue siendo, con creces, no solo la primera preocupación de los americanos, sino también, el primer parámetro por el que miden el índice de aprobación de la gestión del presidente. Y, en este punto, Obama, en agosto de 2013, atraviesa su peor momento. Según las encuestas de Gallup del 20 de agosto, el índice de aprobación del presidente está en la media del 45%, su punto más bajo desde enero de 2009, cuando tomo posesión.

Obama teme encontrarse con que los republicanos veten su presupuesto para el año que viene en septiembre, forzando un cierre del gobierno federal y un posible “default” o imposibilidad del gobierno de hacer frente a sus obligaciones financieras. Jack Lew, secretario del Tesoro, dijo el 28 de agosto que el límite de endeudamiento del Gobierno (16,7 trillones de dólares norteamericanos) se alcanzaría a mediados de octubre de este año y que los conservadores quieren utilizar como moneda de cambio para matar “Obamacare”. En cambio, los republicanos no se oponen a que Obama siga dando ayuda económica a los militares de Egipto que, mediante un golpe de estado, han depuesto al gobierno islamista, pero elegido democráticamente, de los Hermanos Musulmanes, presidido por Morsi (en paradero “desconocido”). 

A nadie interesa un gobierno islamista radical en Egipto. Ni a Estados Unidos, ni a Israel, que teme que los acuerdos de paz de 1979 se conviertan en papel mojado, ni a los regímenes de Arabia Saudí, Bahrain o los Emiratos Árabes Unidos. Todos están prestando ayuda económica a los militares que dirige el general Sisi, presidente interino. El secretario estadounidense de defensa, Chuck Hagel, ha dicho que “la capacidad de influencia de los Estados Unidos en Egipto es limitada”. Obama ha criticado la dureza con que los militares han tratado a los Hermanos Musulmanes (900 muertos, también muchos policías) y ha cancelado unas maniobras militares conjuntas. La cuestión es que llama mucho la atención saber a quién alegra que los Hermanos Musulmanes gobiernen en Egipto y pretendan crear un estado teocrático bajo las leyes del Islam. Varios medios de comunicación (Financial Times, WSJ) han denunciado la masacre de cristianos, que suponen el diez por ciento de la población egipcia. Irán, Hamas y Hizbolá han dejado claro que apoyan a los Hermanos Musulmanes.

Los tres están comprometidos con la destrucción de Israel. Y todo esto sucede cuando palestinos e israelíes están a punto de comenzar, después de tres años, negociaciones sobre cómo llevar a cabo negociaciones para culminar el inicio de un nuevo Proceso de Paz. El Proceso aún no ha comenzado, porque ha habido enfrentamiento armado entre las partes, varios palestinos han resultado muertos, y la mesa de negociación todavía no ha sido activada. Israel ha devuelto a sus familias a 26 presos palestinos, muchos de los cuales tenían delitos de sangre: 26 son pocos, comparados con los más de mil que Israel dejó libres en los Acuerdos de Paz de Oslo, de 1993. Aunque lo peor no es eso, sino que, a poco de decir que se va a sentar a negociar, Israel anuncia que va a construir mil nuevos asentamientos, en Jerusalén Este, precisamente donde los palestinos querrían instalar la capital de su estado, si es que finalmente lo consiguen.

En Siria, al igual que sucedió en Libia, Obama tiene poco que hacer, al menos desde el punto de vista militar, más allá de atacar con misiles. Ni el presidente, ni la opinión pública, quieren enviar tropas, como ya hiciera Bush, por motivos distintos, en Irak y Afganistan. Quizá pueda encontrar el presidente un mínimo signo de esperanza en Irán, donde un nuevo líder, Hasan Rohuani, abre la mano para negociar con Estados Unidos, acerca de la “cuestión nuclear”. Todo sea que un ataque de Estados Unidos a Siria no provoque una reacción de Irán, Hizbulá y Hamás contra Israel, y el conflicto se extienda a todo Oriente Medio.

 Publicado previamente el 29 de agosto en mi Blog de Cinco Días EE.UU y mercados emergentes

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