Aún no ha tomado posesión Barack Obama -lo hará el próximo 20 de
enero- como presidente, para liderar Estados Unidos en un segundo
mandato, y ya ha conseguido su primera victoria legislativa.
En la madrugada del martes al miércoles, día 2 de enero de 2013, la
Cámara de Representantes aprobó por 257 frente a 167 votos un acuerdo
fiscal por el que las exenciones fiscales que puso en marcha George Bush
hace 13 años no se aplicarán a los individuos que ingresen más de
400.000 dólares, ni a los matrimonios que ganen -conjuntamente- 450.000
dólares anuales, o más. Su tipo impositivo se incrementará del 35% al
39%, de media.
Para el presidente Obama este acuerdo es una victoria legislativa
importante, puesto que fue reelegido en las elecciones del 6 de
noviembre de 2012 con la promesa electoral de reducir el déficit público
mediante -entre otras medidas- la subida de los impuestos a los
norteamericanos que más ingresan. Es la primera subida de impuestos real
que se produce en 20 años, cuando Bill Clinton tomó posesión como
presidente, en enero de 1993.
La Cámara de Representantes está en manos republicanas, desde su
victoria electoral en las elecciones de mitad de mandato de noviembre de
2010. Entre los republicanos que han votado a favor de la propuesta del
presidente demócrata están el presidente de la Cámara, John Boehner, y
Paul Ryan, excandidato republicano a la vicepresidencia. En cambio, el
líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, Eric
Cantor, votó en sentido negativo.
Hay que recordar que -en las negociaciones de julio de 2011 para
evitar el abismo fiscal, que muy bien relata Bob Woodward en su obra The
Price of politics, 2012- ya se manifestaron claramente las posturas de
unos y otros: Boehner quiso alcanzar un acuerdo, pero se encontró con
una revuelta entre las filas republicanas, mientras que Cantor, entonces
y ahora, se manifestó en contra de llegar a ningún acuerdo con el
presidente Obama. Paul Ryan, máximo responsable del presupuesto federal
en la Cámara de Representantes, tuvo altura de miras, como Boehner, al
votar a favor del pacto fiscal.
Este acuerdo evita el famoso abismo y es una gran victoria para
Obama. El presidente inicia su segundo mandato -antes de ser inaugurado-
con un acuerdo fiscal que ha sido aprobado por amplia mayoría en el
Senado y el Congreso, con votos demócratas y republicanos. Obama culminó
su primer mandato con un índice de eficacia legislativa -capacidad de
aprobar leyes propias en las dos Cámaras del Congreso- del 97%. A pesar
de las críticas del Tea Party, Obama, con el apoyo de demócratas y
republicanos, podría culminar un segundo mandato aún mejor que el
anterior.
Obama tiene por delante aprobar un gran pacto para reducir gastos en
Defensa y en programas sociales -Medicaid, Medicare y Seguridad Social-,
ha de alcanzar un acuerdo con el Congreso sobre la reducción del techo
de gasto del Gobierno, que ya ha alcanzado su límite de 16,4 trillones
de dólares. Cuando consiga ambos acuerdos, el presidente Obama se
dedicará a conseguir la prometida -a los hispanos, que suponen el 17,9%
del censo norteamericano de julio de 2012, con 311 millones de
ciudadanos- reforma de la inmigración.
El acuerdo fiscal conseguirá 620 billones de dólares en nuevos
ingresos para el erario público americano, a lo largo de los próximos 10
años. Esta cantidad es insuficiente para reducir el déficit público,
por lo que un acuerdo sobre el techo de gasto del Gobierno federal, así
como recortes de gastos en defensa y programas sociales, son necesarios
en el plazo de mes y medio a dos meses, para que el peligro del abismo
fiscal desaparezca del horizonte. En el corto plazo, el acuerdo provee
la reducción de gastos por importe de 15 billones de dólares, cantidad
ínfima, para resolver los problemas de déficit público norteamericano.
Los futuros acuerdos entre Casa Blanca, Cámara de Representantes y
Senado contemplan reducciones del gasto público de un mínimo de 1,4 y
3,4 trillones de dólares en la próxima década. Las Fuerzas Armadas serán
más eficientes y los servicios públicos, más acordes con la evolución
demográfica estadounidense y la incorporación de más cotizantes, tanto
al fisco como a la Seguridad Social, vía crecimiento económico y
generación de empleo.
Al menos, en el corto plazo, se evita que Estados Unidos vuelva a la
recesión, restando 600.000 billones de dólares al producto interior
bruto norteamericano o, lo que es lo mismo, reduciendo el PIB
estadounidense en un 5% anual. Esto es fundamental para volver a la
senda del equilibrio económico en la primera potencia de la tierra:
aumentar del 2,2% al 3,5% el crecimiento del PIB hasta 2016 y reducir la
tasa del desempleo del 7,7% actual al 6%, creando 5 millones de nuevos
puestos de trabajo, gracias a las exportaciones. Obama tendrá que
emplearse a fondo con congresistas y senadores, para conseguir acuerdos
en la reducción del techo de déficit e impedir que Estados Unidos se
siga endeudando por encima de sus posibilidades, al tiempo que reduce
-racionalmente-, los gastos sociales y de ¬defensa.
Obama ha conseguido el apoyo del líder de los republicanos en el
Senado, Mitch McConnell, al igual que de destacados líderes
conservadores en el Senado y en la Cámara de Representantes, aumentando
su popularidad entre una opinión pública que mira con preocupación el
año que empieza -según datos de Gallup, de enero de 2013, uno de cada
dos norteamericanos cree que 2013 será año de dificultades económicas y
no de prosperidad-. Obama, según Gallup, es el hombre más admirado de
2012 (datos del 1 de enero de 2013) y Hillary Clinton es la mujer más
admirada de 2012, en el mundo: Obama ocupa ese puesto desde hace cinco
años, y Hillary Clinton desde el año 2001. El índice de aprobación de
Obama, hoy, es del 53,4%.
Publicado previamente en Cinco Días el 3 de enero de 2013
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