martes, 17 de septiembre de 2013

Bernanke ante el Congreso: claridad de la Reserva Federal

“El motivo de que los tipos de interés continúen siendo bajos es que la economía está débil y la inflación está controlada”. De entre las muchas virtudes del presidente de la Reserva Federal norteamericana, destacaría dos: primero, que es un erudito, historiador culto y amante de los matices; segundo, que es buen comunicador y se hace entender. No así su predecesor, Alan Greenspan, a quien gustaba hablar mediante jeroglíficos difíciles de desentrañar: hubimos de esperar a que publicara su formidable libro de memorias (The Age of Turbulance, 2008) para que supiéramos lo que realmente tenía en la cabeza. Bernanke acaba de publicar una obra sencilla (The FED and the financial crisis, 2013) en que repasa la historia de la institución que preside, y sus dos mandatos:  espolear el crecimiento económico y el empleo, y controlar la inflación. Otro presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, ha explicado recientemente en “The triumph of persistence” (2012) cómo se puede, desde la FED, conseguir estos dos objetivos.

Si algo tienen en común los últimos tres presidentes de la Reserva Federal, es lo acertado de sus políticas económicas y monetarias. Bernanke es firme defensor de que las políticas monetarias apoyen las políticas económicas nacionales. Algunos, como Japón recientemente, lo están haciendo para impulsar el crecimiento económico, y otros, como China, manipulan artificialmente el tipo de cambio de su moneda, para favorecer sus exportaciones.

En sus declaraciones ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes y del Senado (Capitol Hill) del 17 de julio, Bernanke ha vuelto a poner énfasis en que no es cierto que la FED vaya dejar de lado la política de estímulos mediante la compra de bonos. Una vez más, el presidente de la FED ha explicado que sus políticas “se acomodarán a la marcha de la economía”. No es verdad, ha dicho Bernanke, que “nuestra política esté predeterminada”, lo cual es un gran alivio, puesto que la política económica y monetaria norteamericana suele ser ajena a los vaivenes ideológicos: en cambio, es pragmática, porque busca la eficacia. Así lo hicieron Volcker, Greenspan y Bernanke durante las tres últimas décadas.

Bernanke es consciente de que la economía aún no está cogiendo velocidad de crucero. En el último mes (junio) se crearon 195.000 empleos netos y, sin embargo, la tasa de paro permanece en el 7,6%. El crecimiento del primer trimestre de 2013, en términos de Producto Interior Bruto, fue del 1,8% y, quizá, sea del 1% en el segundo trimestre del año. Es un crecimiento anémico. Y una gran parte de los nuevos empleos generados lo son a tiempo parcial, lo cual obliga al trabajador a seguir buscando trabajo y, si puede, mantener varios empleos al mismo tiempo. En Norteamérica, con una economía muy orientada al desarrollo de la sociedad del conocimiento, los parados de larga duración (más de seis meses en situación de desempleo), quedan fácilmente obsoletos y solo con mucha dificultad son readmitidos en el mercado de trabajo. 

La FED tiene varios objetivos, que quiere ver cumplidos antes de cambiar sus políticas: primero, que el crecimiento económico oscile entre el 2,8% y el 3%. Segundo, que en el corto plazo, el desempleo se sitúe en el 7% y, en el medio plazo, en el 5,6%. Tercero, que la construcción y el mercado inmobiliario  se recuperen  (casi) permanentemente. 

Al mismo tiempo, Bernanke tiene el ojo puesto en los bancos: por un lado, tal y como establece la reforma financiera Dodd-Frank de julio de 2010, quiere aumentar los requerimientos de capital de los bancos; segundo, es consciente de que, con tipos de interés bajos, muchas entidades financieras están asumiendo grandes riesgos, y financiando operaciones con recursos propios, elevando en demasía su apalancamiento. Bancos como Goldman Sachs y JP Morgan Chase son radicalmente contrarios a las recetas de Bernanke, y se oponen a elevar las exigencias de capital, y a que se cercene su capacidad de asumir riesgos, puesto que en este terreno consiguen altas rentabilidades. 
 
Por último, Ben Bernanke es consciente de que el gobierno debe controlar el gasto público y que no debe excederse el límite de gasto, como ya se hizo en agosto de 2011 para evitar un “default” –que el gobierno no fuera capaz de asumir sus obligaciones financieras-. Al mismo tiempo, el presidente de la Reserva Federal reconoce que el famoso “sequester” ha restado ya 0,7% al PIB en 2013 y que, de no haber sido así, la tasa de paro ya habría descendido al 7%, como anticipamos desde ADVICE Strategic Consultants en las páginas de Cinco Días en marzo de este año.

Habrán de transcurrir tres años, hasta que Bernanke vea cumplidos sus objetivos, tanto de crecimiento, como de empleo: la fecha clave es 2016, año electoral presidencial.

Publicado el 17 de julio 2013 en mi Blog en Cinco Días  EE.UU y mercados emergentes

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