martes, 17 de septiembre de 2013

La sanidad, clave en las elecciones USA

El 51% de los americanos cree que Obama gestionaría mejor la Sanidad que Romney. 

Romney dice que, si gana las elecciones, abolirá la Reforma de la Sanidad que Obama convirtió en ley el 23 de marzo de 2010. En el primer debate electoral, Romney añadió que, durante sus dos primeros años, Obama malgastó energías en sacar adelante una ley que los norteamericanos no necesitaban, en vez de centrarse en solucionar el penoso estado de la economía y el desempleo. En sus afirmaciones, hay parte de verdad y parte de distorsión de los hechos. Hasta junio de 2012, para un 70% de estadounidenses, la Sanidad no era una cuestión electoral relevante, pero Obama no sólo aprobó Obamacare, sino también planes de estímulo de la economía, rescate de sectores económicos, Reforma Financiera, finalización de las guerras de Irak y Afganistán, etc.
Obamacare dio lugar al Tea Party, que en 2009 y 2010, generó mucho debate en torno a la Reforma Sanitaria y la intervención del Estado en la vida de las personas, sobre todo en cuestión de impuestos. Fue la consideración de impuesto –la obligación que impone la ley de que toda persona tenga seguro médico–, lo que salvó la constitucionalidad de Obamacare, el 28 de junio de 2012, según sentencia del Tribunal Supremo.

 Hoy la Sanidad es el segundo asunto electoral más importante para los votantes tras su preocupación por la economía y el desempleo. El 50% de electores creen que Obama tiene un buen plan sanitario, frente a un 44% de Romney. En los 12 estados bisagra, al igual que en toda la nación, el 51% cree que Obama gestionaría mejor la Sanidad que Romney. Los motivos son los siguientes: la ley tiene por objetivo que, en dos décadas, el 100% de la población tenga seguro médico. Hoy, de 311 millones (censo de julio de 2012), 50 millones no disponen de cobertura sanitaria.

Gracias a Obamacare, 32 millones de personas la tendrán en 2013. Obama quiere reducir el déficit público acabando con ineficacias e ineficiencias en el sistema sanitario, en 2012, reduciendo gastos –imputables a las aseguradoras– en 716.000 millones de dólares. Hasta la entrada en vigor de la ley, las aseguradoras expulsaban a los hijos de los seguros médicos familiares, cuando cumplían 19 años. En cambio Obamacare ya ha hecho posible que tres millones de jóvenes puedan tener cobertura médica gracias a sus padres hasta los 26. Muchas aseguradoras no aceptaban a algunos pacientes y no cubrían ciertas enfermedades si la persona tenía una dolencia previa a la firma de la póliza del seguro. Obamacare garantiza la cobertura sanitaria.

¿Por qué, a pesar de la polémica que acompañó a la aprobación de Obamacare, una mayoría de americanos está hoy del lado del presidente y no de Romney? Por varios motivos: Estados Unidos tiene una población cada vez más envejecida y, en un cuarto de siglo 100 millones de personas serán mayores de 65 años. En estados bisagra –y electoralmente vitales, como Florida–, el número de jubilados es elevado. No han escuchado de Romney un plan concreto –aunque sí de Obama– sobre la Sanidad y, en cambio, han oído hablar del plan de reducción del déficit público del candidato a vicepresidente republicano, Paul Ryan, que mete un tijeretazo monumental al Estado del Bienestar. Aunque las medidas de Romney-Ryan van dirigidas a los menores de 55 años, muchos jubilados están asustados, incluidos porcentajes muy elevados de republicanos. Obama recuerda que, para redactar su Ley Sanitaria, se inspiró en la reforma de la sanidad que hizo Romney cuando era gobernador de Massachusetts: ambas leyes son (casi) idénticas. Esto preocupa a muchos conservadores, que piensan que Romney no tiene principios y que, en cuestiones morales, es un candidato que cambia de opinión si le conviene electoralmente: sea con el aborto, la contracepción o el matrimonio entre homosexuales. 

El índice de aprobación del presidente es positivo por los pelos (49% frente al 48%) y, hoy, de siete encuestas nacionales, Romney gana en cuatro y Obama en tres. La media aritmética de los datos de las siete encuestas daría como resultado un empate técnico entre candidatos, ambos con un 47,3% de estimación de voto, metodología que no es científica, pero que refleja lo ajustado que será el resultado de la elección. Previamente al primer debate, Obama superaba a Romney en seis puntos –voto popular– y le arrasaba en delegados; ahora, la distancia es mínima: 201 delegados a 191.

Tras el segundo debate, siguen empatados en un 47% y su capacidad para atraer a los votantes hacia su visión sobre la economía, la sanidad y la política internacional decidirá el resultado junto a dos factores tan sencillos como esenciales: Reagan demostró que las elecciones se ganan cayendo bien a la gente, y no inundándola con datos, y que el electorado premia a candidatos que tienen sólidos principios éticos, morales y religiosos, y son coherentes con ellos.

Publicado previamente el 17 de septiembre de 2013 en La Gaceta

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