martes, 17 de septiembre de 2013

Pacto fiscal, victoria de Obama

Aún no ha tomado posesión Barack Obama -lo hará el próximo 20 de enero- como presidente, para liderar Estados Unidos en un segundo mandato, y ya ha conseguido su primera victoria legislativa. 

En la madrugada del martes al miércoles, día 2 de enero de 2013, la Cámara de Representantes aprobó por 257 frente a 167 votos un acuerdo fiscal por el que las exenciones fiscales que puso en marcha George Bush hace 13 años no se aplicarán a los individuos que ingresen más de 400.000 dólares, ni a los matrimonios que ganen -conjuntamente- 450.000 dólares anuales, o más. Su tipo impositivo se incrementará del 35% al 39%, de media.

Para el presidente Obama este acuerdo es una victoria legislativa importante, puesto que fue reelegido en las elecciones del 6 de noviembre de 2012 con la promesa electoral de reducir el déficit público mediante -entre otras medidas- la subida de los impuestos a los norteamericanos que más ingresan. Es la primera subida de impuestos real que se produce en 20 años, cuando Bill Clinton tomó posesión como presidente, en enero de 1993.

La Cámara de Representantes está en manos republicanas, desde su victoria electoral en las elecciones de mitad de mandato de noviembre de 2010. Entre los republicanos que han votado a favor de la propuesta del presidente demócrata están el presidente de la Cámara, John Boehner, y Paul Ryan, excandidato republicano a la vicepresidencia. En cambio, el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, Eric Cantor, votó en sentido negativo.

Hay que recordar que -en las negociaciones de julio de 2011 para evitar el abismo fiscal, que muy bien relata Bob Woodward en su obra The Price of politics, 2012- ya se manifestaron claramente las posturas de unos y otros: Boehner quiso alcanzar un acuerdo, pero se encontró con una revuelta entre las filas republicanas, mientras que Cantor, entonces y ahora, se manifestó en contra de llegar a ningún acuerdo con el presidente Obama. Paul Ryan, máximo responsable del presupuesto federal en la Cámara de Representantes, tuvo altura de miras, como Boehner, al votar a favor del pacto fiscal.

Este acuerdo evita el famoso abismo y es una gran victoria para Obama. El presidente inicia su segundo mandato -antes de ser inaugurado- con un acuerdo fiscal que ha sido aprobado por amplia mayoría en el Senado y el Congreso, con votos demócratas y republicanos. Obama culminó su primer mandato con un índice de eficacia legislativa -capacidad de aprobar leyes propias en las dos Cámaras del Congreso- del 97%. A pesar de las críticas del Tea Party, Obama, con el apoyo de demócratas y republicanos, podría culminar un segundo mandato aún mejor que el anterior.

Obama tiene por delante aprobar un gran pacto para reducir gastos en Defensa y en programas sociales -Medicaid, Medicare y Seguridad Social-, ha de alcanzar un acuerdo con el Congreso sobre la reducción del techo de gasto del Gobierno, que ya ha alcanzado su límite de 16,4 trillones de dólares. Cuando consiga ambos acuerdos, el presidente Obama se dedicará a conseguir la prometida -a los hispanos, que suponen el 17,9% del censo norteamericano de julio de 2012, con 311 millones de ciudadanos- reforma de la inmigración.

El acuerdo fiscal conseguirá 620 billones de dólares en nuevos ingresos para el erario público americano, a lo largo de los próximos 10 años. Esta cantidad es insuficiente para reducir el déficit público, por lo que un acuerdo sobre el techo de gasto del Gobierno federal, así como recortes de gastos en defensa y programas sociales, son necesarios en el plazo de mes y medio a dos meses, para que el peligro del abismo fiscal desaparezca del horizonte. En el corto plazo, el acuerdo provee la reducción de gastos por importe de 15 billones de dólares, cantidad ínfima, para resolver los problemas de déficit público norteamericano.

Los futuros acuerdos entre Casa Blanca, Cámara de Representantes y Senado contemplan reducciones del gasto público de un mínimo de 1,4 y 3,4 trillones de dólares en la próxima década. Las Fuerzas Armadas serán más eficientes y los servicios públicos, más acordes con la evolución demográfica estadounidense y la incorporación de más cotizantes, tanto al fisco como a la Seguridad Social, vía crecimiento económico y generación de empleo.

Al menos, en el corto plazo, se evita que Estados Unidos vuelva a la recesión, restando 600.000 billones de dólares al producto interior bruto norteamericano o, lo que es lo mismo, reduciendo el PIB estadounidense en un 5% anual. Esto es fundamental para volver a la senda del equilibrio económico en la primera potencia de la tierra: aumentar del 2,2% al 3,5% el crecimiento del PIB hasta 2016 y reducir la tasa del desempleo del 7,7% actual al 6%, creando 5 millones de nuevos puestos de trabajo, gracias a las exportaciones. Obama tendrá que emplearse a fondo con congresistas y senadores, para conseguir acuerdos en la reducción del techo de déficit e impedir que Estados Unidos se siga endeudando por encima de sus posibilidades, al tiempo que reduce -racionalmente-, los gastos sociales y de ¬defensa.

Obama ha conseguido el apoyo del líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, al igual que de destacados líderes conservadores en el Senado y en la Cámara de Representantes, aumentando su popularidad entre una opinión pública que mira con preocupación el año que empieza -según datos de Gallup, de enero de 2013, uno de cada dos norteamericanos cree que 2013 será año de dificultades económicas y no de prosperidad-. Obama, según Gallup, es el hombre más admirado de 2012 (datos del 1 de enero de 2013) y Hillary Clinton es la mujer más admirada de 2012, en el mundo: Obama ocupa ese puesto desde hace cinco años, y Hillary Clinton desde el año 2001. El índice de aprobación de Obama, hoy, es del 53,4%.

Publicado previamente en Cinco Días el 3 de enero de 2013

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